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Hola Padre Angelo,
Disculpe si lo molesto, pero tengo algunas preguntas importantes a las que no se dar respuesta:
- Últimamente he escuchado muy seguido hablar sobre glorificar a Dios en la debilidad porque es allí que se manifiesta su fuerza. Sin embargo cuando pienso en ello me siento como una especie de títere creado solo para ser libre de glorificar a Dios, porque solo así puedo encontrar mi felicidad. Es como si Dios me llevase a entender que ese es el único camino, metiéndome en un rincón sin dejarme una salida, pero entonces eso sería una falsa libertad.
- La segunda es que todas las cualidades que tengo me fueron dadas solo para realizar el proyecto de Dios sobre mí. Al final siempre está Él y nuestra libertad es falsa.
- Yo siento que Dios me ama, sin embargo también siento que si un Padre amara de verdad ¿cómo podría no escuchar los deseos más profundos de nuestro corazón? por ejemplo si una niña que nace con parálisis, pero tiene en su interior el deseo de caminar, de ver el mundo, de conocer al propio hombre… ¿cómo hace un Dios que sostiene que nos ama a no conceder los deseos del corazón a todos sin hacer exclusiones? (porque parece que a algunos los escucha y a otros no). ¿Cómo hace una persona que tiene una enfermedad para entender que esa cruz es amor? Honestamente yo me enojaría mucho si me dijeran algo así. No sería suficiente que Dios explicara ciertas cosas con amor como mi padre me consuela cuando estoy triste?
4. Cómo es posible que permita que existan algunas enfermedades aterradoras, enfermedades raras, enfermedades mentales y otras cosas horribles que Jesús nunca experimentó ni con su cuerpo ni con su mente.. ¿Con qué derecho le dice a estas personas que carguen esas cruces sin él haberlas vivido?
Gracias.
Nicola
Respuesta del sacerdote.
Querido Nicola,
- Sí, hemos sido creados para la gloria de Dios. Pero no como si fuéramos títeres en las manos de otro que necesita de nuestra ayuda para acrecentar la propia felicidad. Sino para apropiarnos de la gloria de Dios, es decir: del por qué Dios es Dios.
- Nuestra relación con Dios es muy semejante a un rayo de sol con respecto a la fuente luminosa. El rayo no es nada por sí solo si la fuente luminosa no lo alimenta. Sin la luz no tiene nada que transmitir. Si quisiera hacer alguna cosa sin su fuente de luz pondría en acto la propia destrucción. Es una gracia para él, que la fuente de luz, lo haya creado, que le dé vida en cada instante y le dé todo el esplendor y la belleza que lo recubre. Igualmente para nosotros, es una gracia especial haber sido creados y poder participar en la vida de Dios y hacer junto a Él, algo que dure toda la eternidad. Sin Él, no solo no podemos hacer nada, sino que enseguida regresaríamos a la nada de la que salimos.
3. Estamos llamados a participar de la vida y del poder de Dios siempre, incluso en los momentos en que se experimenta debilidad y sufrimiento. En cuanto a esto San Pablo nos dice que hay que glorificar a Dios incluso en nuestra debilidad: “Por eso acepto con gusto lo que me toca sufrir por Cristo: enfermedades, humillaciones, necesidades, persecuciones y angustias. Pues si me siento débil, entonces es cuando soy fuerte” (2 Cor 12,10).
Se refiere a una espina en la carne, un mensajero de Satanás que lo abofeteaba y del cual había pedido al Señor tres veces que lo liberara. Pero tres veces el Señor le respondió: “Mi gracia te basta” (2 Cor 12,7).
4. Seguro de las palabras del Señor, Pablo sabe que su sufrimiento unido al sufrimiento de Cristo produce frutos todavía más abundantes que aquellos que produce la predicación. En su sufrimiento unido al de Cristo crucificado hay un extraordinario poder de conquista. El poder por el cual el Señor había dicho: y yo, cuando haya sido levantado de la tierra, atraeré a todos a mí.» (Jn 13,32.)
5. Si por libertad se entiende poder hacer cualquier cosa sin Dios, fuera de su proyecto, no se produce nada que dure eternamente. Se trataría de una libertad para la muerte porque no se construye en Dios, ni en su gracia, así entonces todo será inexorablemente devorado por el tiempo y por la nada. Por lo tanto se puede concluir con Qohelet: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad, (Qo 1,2). Todo es inútil.
6. Después escribes: “Todas mis cualidades me han sido dadas para realizar el proyecto de Dios en mí, al final se trata siempre solo de Él y nuestra libertad es falsa” ¿Cuáles son tus cualidades sino las que te ha dado Dios? Entre otras cosas el proyecto de Dios no es algo externo a ti al cual te debes alinear para realizarlo. El proyecto de Dios se encuentra escrito en lo más íntimo de tu constitución, realizarlo no es tu ordenamiento sino tu perfecta felicidad. Porque lo anhelas con todas tus fuerzas y energías. Por eso como te he dicho, la vocación es lo que uno es, aquello para lo que uno está “hecho” .
7. Hay un problema que te angustia: Si el Señor te ama y te ama con un amor omnipotente ¿por qué no satisface tus más profundos deseos? También aquí: tus deseos más profundos son aquellos que Él suscita en tu corazón, “Pues Dios es el que produce en ustedes tanto el querer como el actuar para agradarle.” (Fil 2,13). ¿Por qué entonces no cumple en una niña con parálisis su deseo de ser curada? Aquí cabe recordar que Dios no nos ha creado solo para la vida presente, sería una burla habernos creado para hacernos morir para siempre. Nos ha creado en cambio para la vida eterna. En esta vida presente somos llamados a prepararnos para la vida futura y es solo desde esta perspectiva que podemos llegar a comprender apenas algo. ¿No es este el sentido de la bienaventuranza proclamada por el Señor en su primer gran discurso: “Felices los que lloran porque recibirán consuelo”? (Mt 5,4). Fuera de esta luz no se comprende nada, todo es tinieblas. Los ateos rechazan esta luz y no tienen otra, tienen delante una turbia oscuridad y una vida sin sentido.
8. En este momento me viene al pensamiento la gran figura de la última Santa dominica canonizada: Margarita de Cittá del Castello, nació tullida y ciega (¿hay algo peor que esto?) fue abandonada en la calle por sus padres, sin embargo supo aprovechar su condición para recibir en su mente la luz verdadera, esa luz que supo transmitir a tantas personas que se acercaban a ella, que tenían la luz de los ojos pero no luz interior.
9. Hablas de enfermedades que Jesús no experimentó. Santo Tomás se cuestionó sobre si Cristo padeció todos los sufrimientos. Responde distinguiendo entre los sufrimientos según su especie y el sufrimiento en general. Si se toman en cuenta los sufrimientos por especie, de manera individual, Jesucristo no los padeció todos, también “porque muchos de ellos son incompatibles, como la hoguera y el ahogamiento en agua”. Entre otras cosas el Evangelio menciona que a los dos ladrones les partieron las piernas, Jesús este sufrimiento explícito no lo padeció.
10. Pero si hablamos de sufrimiento en general entonces podemos hallar en él todos los sufrimientos humanos según tres consideraciones:
Primero, por parte de los hombres. Padeció tanto de los gentiles como de los judíos, de hombres y mujeres, como lo demuestran las sirvientas que acusaron a Pedro, de los príncipes como de la plebe, conforme a las palabras del salmista: “¿Para qué meten ruido las naciones y los pueblos meditan vanos planes? Se sublevan los reyes de la tierra, y sus fuerzas unen a los soberanos en contra del Señor y de su Ungido.” También padeció Jesús por parte de familiares y conocidos, como Judas que lo traicionó y Pedro que lo negó.
Segundo, considerándolos respecto a las cosas que se pueden sufrir, Cristo sufrió el abandono de los amigos, la infamia por las blasfemias en su contra, el deshonor por las burlas y los insultos, la privación de los bienes cuando le quitaron los vestidos, sufrió en el alma la tristeza, la náusea y el temor, en el cuerpo las heridas y los flagelos.
Tercero, la totalidad de los sufrimientos se hallan cumplidos en los miembros de su cuerpo, Cristo padeció en la cabeza la corona espinas; en las manos y pies, el taladro de los clavos; en la cara, las bofetadas y salivazos; y en todo el cuerpo, los azotes. Padeció también en todos los sentidos del cuerpo: en el tacto, por haber sido flagelado y atravesado con clavos; en el gusto, porque le dieron a beber hiel y vinagre; en el olfato, porque fue colgado en el patíbulo en un lugar maloliente, llamado lugar de la calavera, a causa de los cadáveres allí existentes; en el oído, al ser herido por las voces de los blasfemos y burlones; en la vista, al ver llorar a su madre y al discípulo amado” (Suma teológica, III, 46,5).
Sin mencionar los dolores del alma que agobiaban a Jesús desde el primer momento de su existencia por su coparticipación en los dolores de todos los hombres (¿Quién desfallece sin que desfallezca yo?” 2 Cor 11,29) que él veía de manera individual.
11. Sí, antes de decir a la gente de tomar la propia cruz y seguirlo, Jesús las tenía todas presentes en su alma. Solo por una intervención divina estos sufrimientos no aplastaron el cuerpo de Jesús, de otra manera no habría podido cumplir su ministerio.
Te bendigo, te deseo lo mejor y oro por ti.
Padre Angelo