Questo articolo è disponibile anche in: Italiano Inglés Español

Pregunta

Estimado Padre Angelo,

disculpe los correos electrónicos anteriores.

Durante meses recibí el plagio de unos masones que me inculcaron gota a gota el odio a la Iglesia católica.

Me encontraba en un momento de gran pérdida por problemas personales importantes y por eso me caí. En el momento de máximo distanciamiento empecé a sufrir. Satanás, tal y como me fue presentado, no podía constituir la alternativa. Empecé a rezar de nuevo, pero las palabras me enfermaban. He pasado noches llorando sobre el Evangelio. Sentía una fuerte espina en el corazón al escuchar la Santa Misa. Sin embargo, no me he rendido. He alejado a estas personas de mi vida. He recuperado la relación con mi familia que estaba comprometida. Sigo rezando, cada vez que me vienen a la mente las palabras de aquellos. Le pedí ayuda a un joven fraile, que me conmovió con su serena sencillez. Luego pedí ayuda a un teólogo que, sin responderme, me aconsejó que me confesara con un exorcista. No creo que lo necesite, aunque sigo sufriendo. Confío en que esta prueba sirva para hacerme más fuerte. Amo demasiado a Jesús, amo demasiado a mi familia. Un momento de debilidad humana me estaba quitando todo.

Recomiendo a todos que se mantengan alejados de Satanás, en cualquier forma que adopte, aunque se presente como el más afectuoso de los amigos, porque la cuenta siempre será alta. Y a usted, Padre Angelo, le pregunto: ¿puedo lograrlo solo? Me gustaría redescubrir ese sentimiento de seguridad y confianza para afrontar la vida y el destino humano.

Muchas gracias, su servicio es muy importante para disipar tantas dudas.


Respuesta del Sacerdote

Querido,
1. Ese email tuyo resume uno anterior que ya fue publicado con su correspondiente respuesta.

Sin embargo, dado que esta síntesis contiene un aviso para que se tenga cuidado con las amistades peligrosas, me gustaría resaltar que varios de los Santos Padres (autores reconocidos por su antigüedad, pureza de doctrina y santidad) vieron en las palabras del Señor «Si tu ojo, tu pie o tu mano son un escándalo para ti» una advertencia contra las amistades peligrosas por el alma.

Quisiera presentar el comentario de los Santos Padres sobre estas tres expresiones

2. El Señor dice: “Si tu mano te hace caer en pecado, córtala es mejor para ti entrar manco en la vida. que con las dos manos ir a parar al infierno, donde el fuego no se puede apagar.” (Mc 9,43).
San Juan Crisóstomo comentaba: “El Señor no dice esto de nuestros miembros, sino de aquellos que nos tocan tan de cerca como nuestros miembros, o sea nuestros amigos íntimos; porque no hay nada más perjudicial que una sociedad perniciosa”
Y San Beda: “Llama a nuestra mano un amigo necesario cuya ayuda diaria necesitamos; pero si éste quisiera dañar nuestra alma, debería ser excluido de nuestra sociedad, para que, si queremos tener una parte en esta vida con un perdido, no perezcamos en el futuro con él”; de ahí se deduce: “es mejor para ti entrar en la vida débil que con dos manos ir a la gehena, en el fuego inextinguible”.
La Glosa (el Comentario común): “Dice con debilidad el que se ve privado de la ayuda de algún amigo: pues es mejor pasar por la vida sin un amigo que pasar por la vida con él en la gehena.”.

3. “Y si tu pie te hace caer en pecado, córtalo; es mejor para ti entrar cojo en la vida, que con los dos pies ser arrojado al infierno” (Mc 9,45)
San Beda: “El amigo está llamado pie porque este corre por nosotros, y nos da ayuda”.

4. “Y si tu ojo te hace caer en pecado, sácalo; es mejor para ti entrar con un solo ojo en el reino de Dios, que con los dos ojos ser arrojado al infierno” (Mc 9,47).
San Beda: “Se considera el ojo como un amigo útil, rápido y agudo para ver”.
Y San Agustín: “Indudablemente debemos concluir de estas palabras que aquellos que son devotos del nombre cristiano, incluso antes de entrar en la unidad de la Iglesia, son más útiles que los que, habiendo recibido ya el nombre de cristianos, y habiéndose impregnado de los sacramentos, persuaden a otros de cosas tales para arrastrarlos con ellos a la condenación eterna.

Bajo la figura de los miembros del cuerpo, el Salvador nos encomienda que los separemos de nuestra comunión, como separaríamos de nuestro cuerpo una mano o un pie que perjudicara nuestra salud; y nos encomienda que, sin ellos, lleguemos a la vida y no seamos arrastrados con ellos al infierno.”

5. Pues bien, algunos, al introducirte en la masonería, se presentaron ante ti como amigos. Pero en realidad eran enemigos de tu alma. Se presentaron como muy útiles y valiosos para ti, igual que una mano, un pie y un ojo son útiles e importantes para nosotros. Pero, de hecho, al privarte de los sacramentos aquí y ahora, no te habrían ayudado a ir al cielo (¡por decirlo suavemente!).

6. Me preguntas si puedes hacerlo solo.

Yo diría que no.

Pero con Jesucristo sí que puedes.

Porque Jesucristo es más inestimable y poderoso que cualquier mano, ve más que cualquier ojo, y corre y llega más lejos que cualquier pie.

Su mano te mantiene agarrado a su omnipotencia.

Su ojo te hace mantener la mirada fija en el objetivo que estás ganando.

Su pie te da seguridad para que no tropieces y caigas en el infierno.

Con alegría te recuerdo ante el Señor y te bendigo.

Padre Angelo


Traducido por SusannaF