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Queridísimo Padre Angelo,
me pregunto por qué Dios, que es inmensamente bueno, permitió que el hombre matara a los animales para comérselos.
Al comienzo les había dado los frutos de la tierra y después del diluvio concedió los animales.
¿Por qué?
Respuesta del sacerdote
Muy querida,
el texto sagrado dice que Dios concedió al hombre comer carne animal después del diluvio.
En efecto leemos: “Todo lo que se mueve y tiene vida les servirá de alimento; yo les doy todo eso como antes les di los vegetales” (Gn 9, 3).
2. Algunos teólogos, entre ellos el Cayetano que fue de los principales comentadores de Santo Tomás, pensaron que los hombres se habían nutrido de la carne animal antes del diluvio. No ya en el paraíso terrenal, sino después del pecado original.
No sé cuál habría sido el motivo. Probablemente se podría deducir por el hecho de que “Abel era pastor de ovejas” (Gn 4,2).
3. La Biblia de Jerusalén de la edición francesa cuyas notas son muy extensas, escribe: “En la paz del mundo naciente (es decir en el paraíso terrenal, ndr) hombres y animales vivían de las plantas (Gn 1,29). La nueva era será más dura y habrá que alimentarse de carne”.
4. La nota es muy sintética, pero igualmente elocuente.
Después del pecado original el hombre quedó sujeto a enfermedades, a la vejez.
Tenía necesidad de alimentos más nutritivos para poder restablecerse. Acaso, ¿no hacemos hoy lo mismo?
5. Santo Tomás se pone la pregunta de si Adán en su estado de inocencia habría necesitado de los animales.
Contesta que no: “En el estado de inocencia, los hombres no necesitaban animales para cubrir las necesidades corporales; ni para sus vestidos, pues estaban desnudos y no se avergonzaban, porque en ellos no había ningún movimiento desordenado de la concupiscencia; ni para alimento, pues comían de los árboles del paraíso; ni como vehículo, pues su cuerpo era robusto. Sin embargo, los necesitaban para un conocimiento experimental tomado de su comportamiento natural. Lo prueba el hecho que Dios le presentó a Adán los animales para que les diera nombre, que designa su naturaleza” (Suma teológica, I, 96, 1, ad 1).
6. También menciona a Jerónimo, que dice: “Dios dio al hombre el dominio de los animales antes del pecado, cuando no necesitaba de ellos; pues sabía que le serían útiles después de la caída” (Ib., ob. 2).
7. Sobre todo afirma que “Todo animal está por naturaleza sometido al hombre. Esto lo manifiestan tres hechos. 1) El primero, el proceso de toda la naturaleza. Pues, así como en la generación de las cosas se detecta un orden que va de lo imperfecto a la perfecto, la materia se ordena a la forma, y la forma inferior a la superior, así también sucede en el uso de las cosas naturales, en el que las imperfectas están al servicio de las perfectas: las plantas viven de la tierra; los animales, de las plantas; los hombres, de las plantas y animales. De donde se deduce que este dominio de los animales es natural al hombre. Por eso dijo el Filósofo, que la caza de animales salvajes es justa y natural, pues por ella el hombre reivindica lo que por naturaleza es suyo.
El segundo, el orden de la divina Providencia, que gobierna lo inferior por lo superior. Como el hombre ha sido creado a imagen de Dios, está por encima de los restantes animales, que le están sometidos.
El tercero, algo que es natural al hombre y a los animales. En éstos se advierte, por una estimación que les es natural, una cierta participación de la prudencia en hechos concretos; mientras que en el hombre se encuentra la prudencia universal, razón de toda acción. Por otra parte, todo lo que es por participación está por debajo de lo que es esencial y universal. Por todo esto, el sometimiento de los animales al hombre es natural (Ib.).
8. En una palabra, los animales no poseen una vida inmortal.
Dios los ha creado en función del hombre, para que le sirvan de alimento, para el vestido, para defensa, como medio de transporte…
De este modo los animales participan del proyecto sobrenatural de Dios en relación al hombre e inconscientemente están al servicio de un proyecto de salvación y santificación.
Así Dios inmensamente bueno lleva a los animales a servir para un bien más grande.
Te bendigo, te deseo todo bien y te recuerdo en la oración.
Padre Angelo