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Pregunta

Querido Padre Angelo,
mi marido y yo estamos buscando luces para poder enfrentar una difícil situación que estamos viviendo. Espero que usted pueda darme una respuesta a la luz de la enseñanza y de la sabiduría de la Iglesia.
Tenemos tres hijos, llevamos seis años de casados.
Recientemente tuve una pequeña cirugía en el cuello del útero, puesto que habían sido relevadas algunas células modificadas a causa del papiloma virus, (displasia), lo que podría constituir el primer paso que precede a un tumor.
Las células enfermas fueron removidas, pero tendré que esperar tres meses para tener la certeza de ello, mediante un pap-test de control. En el caso de que se hallaran aún presentes, deberé someterme a un tratamiento, seguramente incompatible con un embarazo.
Ahora bien, en nuestro caso, teniendo necesariamente que evitar un embarazo (y por ello los métodos naturales no son lo suficientemente seguros en esta específica situación) en este momento por razones médicas (esperemos solamente por tres meses, pero no lo sabemos), ¿es lícito para nosotros usar el profiláctico, o deberíamos abstenernos completamente?
Le agradezco su atención y quedo a la espera de su respuesta.


Respuesta del sacerdote

Muy querida,

1. me alegro mucho por tu triple maternidad.
Juan Pablo II decía que los niños son la sonrisa que Dios regala al mundo. Junto con su sonrisa, el Señor te da siempre una nueva bendición para que tú puedas cumplir tu deber de esposa y madre y a través de este camino puedas tender a esa santidad de vida a la que estás llamada.

2. Ahora ha aparecido un problema de salud.
Te deseo que todo se solucione pronto gracias a los progresos de la medicina.

3. En tanto, te preguntas si en la intimidad conyugal sea lícito recurrir a la anticoncepción.
Es cierto que en vuestro caso ustedes recurrirían a ella no ya para alterar voluntariamente el proyecto de Dios sobre la sexualidad y el amor humano, sino para reavivar el amor en este delicado momento.

4. Ahora bien, se trata de un comportamiento en el que no tardarían en comprender la intrínseca y profunda diferencia que existe entre la intimidad practicada según la Sabiduría del Creador y la anticoncepción.
Se darían cuenta enseguida de que en verdad no se trataría de amor verdadero porque además de faltar la mutua y total donación, advertirían pronto que estarían cumpliendo un acto de concupiscencia que profana algo mucho más grande.

5. He aquí lo que dice la Iglesia: “Cuando se trata, pues, de conjugar el amor conyugal con la responsable transmisión de la vida, la índole moral de la conducta no depende solamente de la sincera intención y apreciación de los motivos, sino que debe determinarse con criterios objetivos tomados de la naturaleza de la persona y de sus actos, criterios que mantienen íntegro el sentido de la mutua entrega y de la humana procreación, entretejidos con el amor verdadero; esto es imposible sin cultivar sinceramente la virtud de la castidad conyugal. No es lícito a los hijos de la Iglesia, fundados en estos principios, ir por caminos que el Magisterio, al explicar la ley divina reprueba sobre la regulación de la natalidad”(Concilio Vaticano II, Gaudium et spes 51).

6. En este momento -se trata de tres meses, así lo deseamos- tal vez el Señor les está pidiendo otro tipo de unión: el de perseverar en la oración para que cualquier atisbo de mal sea eliminado definitivamente de tu vida.
También esta comunión en la oración entre tú y tu esposo es verdadera intimidad conyugal, y es más, de lo más refinada, porque de ella se sale con una gran experiencia de unión en Dios, de consolación, de paz y de esperanza.

7. No quiero olvidar por fin, lo que dice un documento del Magisterio de la Iglesia y es que “en el matrimonio, pueden presentarse —incluso, de hecho ocurre a todos, de un modo o de otro, por períodos más o menos largos—, situaciones en las cuales son indispensables actos heroicos de virtud” (Pontificio Consejo para la familia, Sexualidad humana: verdad y significado, 19).
Para ustedes ha llegado este momento, que espero sea breve.
Pero esta breve abstinencia en la intimidad conyugal ofrecida al Señor, seguramente enriquecerá vuestra oración.
San Agustin dice que el ayuno junto al ejercicio de la caridad (y este ejercicio en casa no te falta) pone alas a nuestra oración. He aquí sus exactas palabras: “En efecto, la oración, ayudada con las alas de tales virtudes, levanta el vuelo y llega con más facilidad al cielo adonde nos precedió Cristo, nuestra paz” (Sermón 206, 3 sobre la Cuaresma).A vuestra oración agrego la mía, con la confianza que la oración ofrecida por más personas sea escuchada y acogida por el Señor.
Te deseo todo bien y te bendigo.
Padre Angelo