Questo articolo è disponibile anche in:
Italiano
Español
Pregunta
Querido Padre Angelo, leyendo algunas páginas de este sitio he visto que también otros padecen de mi mismo problema… es muy importante para poder perseverar en mi fe. Desde hace unos días me está ocurriendo que se han instalado blasfemias en mi pensamiento de forma fija… que por mi parte no quisiera en lo más mínimo pensar… es como si la mente estuviera separada del corazón… vivir en dos mundos separados… seguramente mi corazón nunca diría estas cosas porque mi fe es sólida y nunca me olvido de Dios, pero, ¿cómo es posible que ocurra esto? ¿Por qué sucede? Dios, ¿me perdonará?
También he leído que quien ama a Dios profundamente no llega a esto. Pero yo lo amo y le agradezco cada día por los favores recibidos, por la familia y todo lo demás.
Quisiera verdaderamente librarme de esto y vivir mi vida como cristiano.
Quedo a la espera de vuestra respuesta y de corazón saludo.
Valerio
Respuesta del sacerdote
Querido Valerio,
1. estas blasfemias interiores, que atacan a tu mente, son obsesiones del maligno.
Tal vez pueden encontrar cabida en ti por un cansancio momentáneo.
Santo Tomás dice que el maligno, antes de atacar, va a explorar nuestro punto débil.
2. No te sorprendas por esto.
También Santa Catalina de Siena estuvo obsesionada por muchos demonios que no le daban tregua.
A ella le apenaba mucho esta situación y un día se quejó con Nuestro Señor.
Pero el Señor le respondió que permitía esas obsesiones para fortalecerla y radicarla cada vez más en él.
De este modo fortalecida y llena de la presencia del Señor sucedió que «los demonios se sometían a ella en el nombre de Jesés que en ella habitaba” (Legenda maior, 268).
3. Imita a Santa Catalina. Rechaza estas blasfemias y arráigate en Dios, en la invocación continua del santísimo nombre de Jesús y de María.
La invocación del nombre de Jesús y del nombre de María trae su presencia en nosotros.Y por esta presencia los demonios huyen.
4. Me haría muy feliz saber que tú también, hallándote arraigado y fortificado en Dios, por la presencia de Cristo, que vive en ti, los demonios estuvieran completamente sometidos.
5. ¡Me pides si el Señor te perdonará!
En escuchar las blasfemias y especialmente sentirse disgustados por escucharlas no existe pecado. Son tentaciones o obsesiones.
Para que haya pecado tiene que haber consentimiento y tú no lo concedes y además quieres amar al Señor.
No es perfectamente cierto aquello que te han dicho: si amas al Señor, ciertas cosas no te ocurren. Santa Catalina lo amaba muchísimo, tal vez más que tú. Sin embargo, por un singular querer divino, se veía sometida a estas obsesiones.
Por lo tanto, quédate tranquilo.
Por todo esto te aseguro mi recuerdo al Señor y te bendigo.
Padre Angelo