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Pregunta
Buenos días Padre,
Desearía que me aclarara una frase del evangelio que me hace pensar mucho. En el evangelio de Juan está escrito: «Vendrá la hora en que cualquiera que los mate creerá estar sirviendo a Dios».
Esta es una frase muy significativa, la pregunta es si quienes matarán pensarán, en buena fe, estar honrando a Dios, ¿cómo podemos nosotros mismos comprender si la idea que tenemos de Dios, sea eso, una simple idea, que nada tiene que ver con Dios?
Quiero precisarlo aún más, usted que hasta llegó a consagrarse a Dios, y que piensa que Dios lo ame, ¿cómo logra entender que esto sea verdaderamente Dios y no una simple idea que usted se hizo de Él?
Y finalmente otra pregunta que surge puesto que me he acercado un poco a la psicología, he visto que muchos de nuestros actos son originados por las vivencias de nuestra infancia. Por lo que nuestros actos buenos y malos no son otra cosa que réplicas de comportamientos aprendidos (a menudo a pesar nuestro) durante la infancia.
La pregunta es: si uno se comporta mal durante la vida porque ha tenido una infancia difícil o al contrario bien, siempre habiendo tenido una niñez no demasiado feliz, al fin en un caso, como en el otro, de actos plenos y deliberados como enseña la doctrina cristiana, hay muy poco.
Por lo tanto, ¿qué dice respecto a ello la doctrina cristiana? ¿Dónde terminan nuestras justificaciones y comienzan nuestros actos plenos y deliberados?
Siempre muy agradecido por su gran disponibilidad.
Andrea
Respuesta del sacerdote
Querido Andrea,
1. es muy cierto lo que dijo el Señor: «Vendrá la hora en que cualquiera que los mate creerá estar sirviendo a Dios» (Jn 16,2).
Los que condenaron y lapidaron a San Esteban estaban convencidos de dar culto a Dios.
Sin embargo no por esto estaban disculpados, porque habían permitido que su mente se encegueciera.
2. Sin embargo tu pregunta va más allá. Preguntas, efectivamente, si la idea que tenemos de Dios corresponde a la verdad.
San Pablo dice que “habita en una luz inaccesible” (1 Tm 6,16).
Y es muy cierto, porque Dios es infinitamente más grande que cualquier cosa que podamos pensar de Él.
3. Lo cual no implica que aquello que conocemos de Él esté errado.
Yo mismo podría conocer algo de ti de la manera más exacta, aunque no lo conozca todo.
4. También cuando estaremos en el Paraíso Dios habitará en una luz inaccesible.
Nuestra mente por más que esté perfeccionada por el mismo Dios con la luz de su gloria, será siempre limitada y finita.
Para comprenderlo en su totalidad tendríamos que tener una mente idéntica a la suya: divina, infinita.
No obstante esto, lo que conoceremos de Él será perfectísimo.
5. Pero hay otra razón que nos permite decir que podemos estar en un contacto real con Dios, es más, en profunda intimidad con Dios. Tiene que ver con el estado de gracia, es más, con la caridad que de ese estado es el principio vivificante.
Jesús dijo: «El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él» (Jn 14,23).
Se está hablando pues, de la presencia de la Santísima Trinidad en el corazón de la persona.
San Juan vuelve a retomar este concepto cuando en su primera carta escribe: “Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él” (1 Gv 4,16).
En este caso, se conoce a Dios no tanto gracias a la inteligencia, sino a través de la experiencia.
Es como cuando alguien que ha escuchado hablar de la miel y al fin la saborea.
El que no ha conocido a Dios en este segundo modo se encuentra todavía muy lejos de él. Dios queda relegado a una idea. Se sabe que existe. Pero no se vive en comunión con él.
Vivir en comunión con él, a través de la gracia santificante, es otra cosa.
Quien no ha hecho esta experiencia, desafortunadamente no sabe de que se está hablando, como no sea de una forma todavía abstracta.
6. Acerca de la segunda pregunta: será cierto que en muchos de nuestros actos dependemos de la formación recibida.
Sin embargo, es igualmente cierto, que cada uno de nosotros bien sabe que es libre y sabe que en cualquier momento puede actuar de modo diferente respecto a la educación recibida.
Es una fuerza extraordinaria la libertad. Nos permite, si lo queremos, perseverar en el estado actual, convertirnos o pervertirnos en cualquier momento.
Te agradezco por las preguntas, te bendigo, te deseo todo bien y te recuerdo en la oración.
Padre Angelo