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Buenos días, Padre,
soy Michelangelo -el chico de 15 años no bautizado a causa de unas difíciles situaciones familiares, que unos meses atrás le había consultado acerca de la Carta de Santiago y sobre la errada comprensión de la “venta de indulgencias”- como no quiero abusar de su tiempo con más y más mails, le expongo dos temas acerca de los que me agradaría recibir sus precisas respuestas, tal y como lo hace de costumbre. He aquí, mis preguntas con sus relativas premisas:
1. Últimamente me han llamado la atención algunos debates acerca de la Tradición y el Magisterio Católico en las relaciones pre y post Concilio Vaticano II, para obtener información he visto una serie de programas de este pío Padre Marcelo Bravo Pereira que hablaban de esta corriente teológica que habría nacido el siglo XX con el nombre de “Nouvelle Théologie”.
2. Podría explicarme un poco las relaciones entre la Iglesia -en particular entre los Papas y las varias órdenes religiosas con esta corriente?
¿Cómo puede ser que al comienzo encontró la oposición del Padre Labourdette, y grandes figuras como el Padre Garrigou-Lagrange hasta lo asoció con la herejía?¿Cómo fue que luego se impuso como corriente victoriosa durante el Concilio Vaticano II?
(…).
Hace poco me he preguntado acerca del uso de las mayúsculas y minúsculas en el ámbito de la jerarquía eclesiástica: ¿podría explicarme en orden esquemático la jerarquía eclesiástica de abajo hacia arriba?
¿Podría también, exponer los diferentes títulos eclesiásticos en que se usan las iniciales mayúsculas/minúsculas?
Le deseo una feliz jornada y le agradezco por su tiempo, Padre.
Respuesta del sacerdote
Querido Michelangelo,
recién ahora puedo responder tu mail del 27 de septiembre de 2021. Lo siento, y te pido disculpas.
He saltado algunas de tus preguntas porque nos explayaríamos demasiado.
Si lo deseas, puedo ocuparme de ellas en una nueva respuesta.
1. Acerca de la nouvelle théologie hay que decir que se trataba de una reacción a la teología neoescolástica.
Hay que distinguir entre la teología neoescolástica y la escolástica, porque ésta es típica del siglo XIII, la neoescolástica llegó después de la publicación de la encíclica Aeterni Patris (1879) de León XIII.
El Papa León, después de la conmoción sufrida por la Iglesia a partir de la revolución francesa, quería relanzar el estudio de la teología y de la filosofía teniendo como maestro a Santo Tomás de Aquino.
2. Sin embargo, a diferencia de Santo Tomás de Aquino que basaba la teología sobre la Sagrada Escritura y sobre los Santos Padres (el que abre la Suma teológica puede notar como continuamente se citan las Escrituras y los Santos Padres) la neoescolástica se encalló en las disputas entre tomistas y escotistas, entre dominicos y jesuitas.
Los primeros se basaban sobre todo en los comentarios de Santo Tomás hechos por grandes dominicos del siglo 16 (Gaetano, D. Bañez, Francesco Silvestri llamado el ferrarés, Juan de Santo Tomás…), los escotistas en cambio tenían su referencia en Duns Scoto, franciscano, llamado también doctor sutil en razón de las casi ininterpretables distinciones que caracterizan su pensamiento.
Además era una teología expresada completamente en latín y su forma era el silogismo, en el que necesariamente había que proceder partiendo de una afirmación mayor, a una menor y a la conclusión.
Esta manera de proponer la teología se la llamaba “en forma”, es decir cuyo método se presenta como el más inatacable y por lo tanto más seguro.
3. La así llamada nueva teología, quería adherir mayormente a la Sagrada Escritura y al pensamiento de los Santos Padres, dejando de lado el método neoescolástico.
Al principio encontró la reacción de algunos grandes dominicos como el padre Michel Labourdette, insigne teólogo y moralista y del padre Reginald Garrigou Lagrange.
Ellos creían en primera instancia, que rehaciéndose principalmente a los Santos Padres la teología perdería la condición de ciencia, que había adquirido.
Digo en primera instancia, porque tengo ante mí los escritos de teología moral del padre Labourdette, en el que todo rastro del método escolástico ha desaparecido .
4. También la teología moral, en lugar de considerar como punto de partida la Sagrada Escritura se centraba en las sentencias de los provati aductores, es decir de los grandes maestros, que eran los teólogos del tiempo o inmediatamente anteriores.
Parecía que las sentencias de los probabilistas, de los equiprobabilistas y de los probabilioristas tuvieran más importancia que la Sagrada Escritura.
Justamente el Concilio Vaticano II a propósito de la teología moral, dirá que debía renovarse: «Aplíquese un cuidado especial en perfeccionar la teología moral, cuya exposición científica, más nutrida de la doctrina de la Sagrada Escritura, explique la grandeza de la vocación de los fieles en Cristo, y la obligación que tienen de producir su fruto para la vida del mundo en la caridad» (Optatam totius 16).
5. Con respecto a la teología en general, el Concilio Vaticano II dice que la Sagrada Escritura debe ser como el alma de la teología.
Que la Sagrada Escritura deba serlo, es la cosa más normal, porque esencialmente la teología es la inteligencia de la fe, la inteligencia del dato revelado.
Pero mientras tanto había dejado de ser así. La teología se basaba más bien en los teólogos y en los filósofos.
6. Sin embargo la teología moral, no en todos lados se desarrolló siguiendo los criterios de la casuística (de los teólogos probabilistas, equiprobabilistas y probabilioristas).
Este sistema de abordaje de la teología no había hecho mella en la orden Dominica que había seguido desarrollando su enseñanza siguiendo a Santo Tomás de Aquino.
En el centro de la teología moral debe resaltar el hecho de que se es seguidores de Cristo. El centro de la teología moral es Jesucristo, su vida y su enseñanza. Es Él el camino que lleva al Padre.
7. Pero desafortunadamente después del concilio, pero no a causa del concilio, hubo una reacción no solamente hacia la neoescolástica, sino también a la escolástica y más particularmente hacia Santo Tomás de Aquino de quien el concilio acababa de decir que había que tenerlo de maestro.
En los seminarios y en las facultades teológicas, exceptuando, obviamente, las de los estudios teológicos dominicos, costaba mucho que fuera citado Santo Tomás. Había como una suerte de alergia hacia él, sin ni siquiera haber nunca leído sus obras a no ser a través de lo que figuraba en los textos en uso de la neoescolástica.
Gracias a Dios, hoy en día, las cosas ya no son así.
8. ¿Qué decir en conclusión?
Los teólogos que se oponían a la nouvelle théologie, si vivieran actualmente, en cierto sentido podrían decir: ¿vieron que teníamos razón?
Así y todo, también la manera de dar teología tenía que renovarse. La misma naturaleza de la teología lo exige, puesto que tiene que estar radicada en la Sagrada Escritura y en la Tradición, la cual está reflejada en la enseñanza unánime de los Santos Padres, es decir de aquellos que estuvieron temporalmente más cerca del magisterio de Jesucristo.
Lo exige también el hecho de que la teología debe responder a los interrogantes de los hombres de hoy, iluminándonos con la luz que viene de Cristo.
Por lo menos en esto, teóricamente, todos tendrían que estar de acuerdo.
9. Acerca de la segunda pregunta, seré breve.
Los grados de la jerarquía eclesiástica son los grados del Orden sagrado.
Estos grados son tres: diaconado, presbiterado, episcopado.
Entre los obispos el sucesor de Pedro tiene un primado, en cuanto obispo de Roma. Todos los demás son títulos de derivación eclesiástica. Muchos de los que ya perdieron su significado y han quedado solamente como títulos honoríficos.
Algunos de ellos, con todas sus distinciones, se abandonaron como por ejemplo el título de reverendo, que se distingue de muy reverendo y reverendísimo. Si comúnmente el título de reverendo todavía hoy se da a alguien, se han abandonado completamente las distinciones entre “muy reverendo” que se daba solamente a algunos y el título de “Reverendísimo”.
Pero esto no es lo esencial en la Iglesia.
10. Te deseo que mientras tanto, hayas podido prepararte para el bautismo y por fin hayas llegado a ser cristiano.
Te lo deseo de corazón.
En todo caso te aseguro mi cordial oración para el progreso de tu vida cristiana y te bendigo.
Padre Angelo