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Querido Padre Angelo:
Me llamo Alessandro y ya le he escrito más de una vez. Estoy reflexionando sobre la teología negativa, en particular sobre la visión beatífica.
Ha sido Santo Tomás d’Aquino quien concluyó la cuestión sobre la posibilidad o menos de conocer Dios, elaborando el concepto de visión comprensiva. Esta visión es exclusiva de Dios porque se refiere a la infinita esencia de Dios y solo Èl puede entenderse a sí mismo en Su infinidad. Por lo tanto, la visión beatífica se va a realizar según los méritos de cada uno de nosotros y según nuestros límites de criaturas, aunque ampliados por el lumen gloriae.
Pero, nunca he entendido en qué consiste la visión de Dios “todo, pero no totalmente”. Parece una contradicción con respecto a la substancia divina que es simple: o no se ve para nada, o se ve plenamente porque no se puede dividir. Por consiguiente, mi pregunta es: ¿cómo distinguimos la visión beatífica, que es posible para los seres humanos, de la visión comprensiva?
Una segunda pregunta se refiere a la misma visión comprensiva : no podemos entender a Dios, por lo tanto esta visión pertenece solo a Dios. ¿Pero, no podemos conocer plenamente Dios solo con nuestro intelecto, o no podemos tampoco conocer la naturaleza de Dios en toda Su infinidad, bajo pena de ser alejados por Su poder infinito? Intento explicarme mejor. Si un Ángel o un hombre tuviera la visión comprensiva aún solo por un instante, ¿podría comprender a Dios solo con su intelecto, siendo capaz de sobrevivir al mismo tiempo o sería destruido completamente?
Le agradezco mucho.
Atentamente.
Querido Alessandro:
1. para los usuarios de nuestra página web, aclaro enseguida que con teología negativa se quiere decir que es verdad que conocemos a Dios, pero Él permanece siempre superior a lo que entendemos de Él. Y quiere decir también que entendemos más de lo que Él no es, respecto a lo que es. Sería útil ser Dios mismo para entenderlo plenamente. Sin embargo, esto no es posible porque nuestra inteligencia, aunque elevada por la luz de la fe en la vida presente y por la luz de la gloria en la vida futura, permanece una inteligencia criada, finita , limitada y, por lo tanto, no infinita como la de Dios.
2. Además, cuando leemos que Dios no es conocible se entiende que es infinitamente más “alto” de lo que somos capaces de entender, y no que no conocemos nada. Es por esa razón que la Sagrada Escritura nos dice que Dios habita en una luz inaccesible. San Pablo lo recuerda a Timoteo: “observa lo que está prescrito, manteniéndote sin mancha e irreprensible hasta la Manifestación de nuestro Señor Jesucristo, Manifestación que hará aparecer a su debido tiempo el bienaventurado y único Soberano, el Rey de los reyes y Señor de los señores, el único que posee la inmortalidad y habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre vio ni puede ver. ¡A él sea el honor y el poder para siempre!” (1 Tm 6, 14-16). Por consiguiente, no fue Santo Tomás el primero en afirmarlo. En realidad, los Santos Padres estaban firmemente convencidos de esto, y todos son cronológicamente anteriores a Santo Tomás.
3. Ahora analizamos el pensamiento de Santo Tomás. Él afirma que sólo Dios conoce perfectamente (o sea, entiende) sí mismo. Y esa es la razón: “Se dice que algo se comprende (…) cuando algo es conocido tan perfectamente como puede ser conocido. (…) Es evidente que Dios se conoce a sí mismo tan perfectamente como puede ser conocido.” (Suma Teológica, I, 14, 3).
4. Partiendo de la afirmación de San Juan, que nos dice que “cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es” (1 Gv 3,2), Santo Tomás concluye que seguramente conoceremos la esencia de Dios después de nuestra muerte.
En su razonamiento escribe: “Pero lo que en cuanto tal es cognoscible en grado sumo, deja de ser cognoscible por algún entendimiento por sobrepasar su capacidad. Ejemplo: el sol, que es lo más visible, por su exceso de luz no puede ser visto por el murciélago. Partiendo de este principio, algunos dijeron que ningún entendimiento creado puede ver la esencia divina. Pero esto no es aceptable. Pues, como quiera que la suprema felicidad del hombre consiste en la más sublime de sus operaciones, que es la intelectual, si el entendimiento creado no puede ver nunca la esencia divina, o nunca conseguirá la felicidad, o ésta se encuentra en algo que no es Dios. Esto es contrario a la fe” (Suma Teológica I, 12, 1).
5. Sin embargo, el hombre no lo puede comprender plenamente tampoco en Paraíso. Esto porque “comprehender significa conocer perfectamente. Y se conoce perfectamente algo tanto como es cognoscible. (…) Ningún entendimiento creado puede llegar a tener un conocimiento perfecto de la esencia divina en lo que tiene de cognoscible. (..) Y ningún entendimiento criado puede conocer a Dios infinitamente. Pues un entendimiento creado en tanto conoce más o menos perfectamente la esencia divina en cuanto está inundado de mayor o menor luz de gloria. Como quiera que toda luz de gloria creada presente en cualquier entendimiento creado no puede ser infinita, es imposible que algún entendimiento creado conozca a Dios infinitamente. Por lo tanto, es imposible que a Dios se le comprehende” (Suma Teológica, I, 12, 7).
6. Después, aclara: “La comprehensión puede ser entendida de dos maneras. Una, la comprehensión estricta y propia, por la cual algo está incluido en el que comprehende. A Dios no se le comprehende así, ni con el entendimiento ni con otra cosa, porque, siendo infinito, nada finito le puede abarcar para que algo finito le entienda infinitamente como infinito es Él. Esta es la comprensión de la que estamos hablando ahora. Otra manera es la comprehensión en sentido amplio, y que es la comprehensión en sentido amplio, y que es la comprehensión opuesta a consecución. Pues quien tiene algo cuando ya lo alcanza, se dice que lo comprehende. Así es como Dios es comprendido por los bienaventurados, según aquello de Cant. 3,4: Lo tengo y no lo abandonaré. Así tienen que ser entendidas las autoridades del Apóstol acerca de la comprehensión.” (Ib., ad 1).
7. Y: “Totalmente (totaliter) se dice por parte del objeto. No porque todo el modo de ser del objeto no caiga dentro del campo de conocimiento, sino porque el modo del objeto no es el modo del que conoce. Así, pues, quien ve a Dios en su esencia ve en Él lo que existe infinitamente y que es infinitamente cognoscible” (Ib., ad 3) y por esto es superior a su capacidad de perfecta comprensión.
8. La comprensión de Dios y la visión beatífica no son realidades distintas, sino que de hecho coinciden. “La comprehensión no es una operación distinta de la visión, sino una relación con el fin ya conseguido” (Suma Teológica, I-II, 4, 3, ad 3).
La visión beatífica es el momento en el que Dios entra en nuestra mente, que al mismo tiempo ha sido reforzada para recibirlo a través de la luz de la gloria, y nos permite conocerlo. Entra todo, pero sin que nosotros lo entendamos totaliter (totus sed non totaliter).
Te deseo que un día estés entre los que van a entender a Dios a través de la visión beatífica.
Rezaré por ti y te bendigo.
Traducido por Giulia Leo