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Buenos días padre, 
quería pedirle una aclaración acerca de estos singulares fenómenos de las locuciones interiores. En el caso que una locución interior provenga de lo alto, el mensaje que expresa siempre es claro.
¿Y además se comprende enseguida su significado? Y sobre todo, ¿puede dejar inquietud y dar preocupación acerca de algo?

Respuesta del sacerdote

Muy querido,
1. las locuciones, también llamadas palabras sobrenaturales, son manifestaciones del pensamiento de Dios.

2. Si se trata de palabras escuchadas con el oído, se llaman locuciones auriculares.
Si se trata de palabras oídas con los sentidos interiores, se habla de locuciones o palabras imaginativas.
Corresponden a las que tú llamas locuciones interiores.

3. Dejemos de lado otro tipo de locuciones interiores, llamadas intelectuales. Se trata de palabras escuchadas por el intelecto sin mediación de los sentidos.
Dicho de otro modo, no se escuchan. Pero dejemos de lado este aspecto que ya es parte de una mística elevada.

4. Como ya he dicho, las locuciones auriculares son las que se escuchan con los oídos del cuerpo.
Son “vibraciones del aire milagrosamente producidas por el ministerio de los ángeles”.
A veces parecen salir de las visiones físicas, de una imagen, de la Eucaristía o de otros objetos de los cuales Dios se sirve para instruirnos.
Hay numerosos ejemplos de este tipo de locuciones en la Escritura y en la vida de los santos.
Son clásicas las que tuvieron Adán y Eva (Gn 3,9), la de Agar, madre de Ismael y esclava de Abraham  (Gn 2,14-19), la de Samuel (1 Sam 3,4ss), la de Zacarías y de María (Lc 1,11-20.26-38).

5. Las locuciones auriculares, así como las visiones corporales, están sujetas -con el permiso divino- a ilusión. En otras palabras, pueden ser producidas por el demonio.

6. Las locuciones imaginativas o interiores se hacen inteligibles en la imaginación ya sea durante la vigilia que durante el sueño.

7. A propósito de éstas, Santa Teresa de Ávila dice: “Son unas palabras muy formadas, mas con los oídos corporales no se oyen, sino entiéndense muy más claro que si se oyesen; y dejarlo de entender, aunque mucho se resista, es por demás… es voz tan clara que no se pierde sílaba de lo que se dice Y acaece ser a tiempos que está el entendimiento y el alma tan alborotada y distraída, que no acertaría a concertar una buena razón” (Libro de mi vida, c.25, 1).
Por lo tanto son clarísimas y no están sujetas a confusión alguna.

8. Santa Teresa señala una serie de signos para distinguir las palabras de nuestra mente de las imaginarias divinas: “Y otra señal más que todas: que  no hace operación. Porque estotra que habla el Señor es palabras y obras; y aunque las palabras no sean de devoción, sino de represión, a la primera disponen un alma, y la habilita y enternece y da luz y regala y quieta… parece quiere el Señor se entienda que es poderoso y que sus palabras son obras (ib., 3).

9. Por otro lado, las locuciones interiores no se olvidan fácilmente. Escribe Santa Teresa de Ávila: “Y lo que es del entendimiento es como primer movimiento del pensamiento, que pasa y se olvida, estotro hace el Señor que quede en la memoria, que no se puede olvidar” (Ib., 7).

10. Santa Teresa indica más signos para distinguir las palabras que provienen de nosotros de las que vienen de Dios: “Y digo que si es alma ejercitada y está sobre aviso, lo verá muy claro; porque dejadas otras cosas por donde se ve lo que he dicho, ningún efecto hace, ni el alma lo admite…, y no se da crédito, antes se entiende que es devanear del entendimiento…Estotro es como si lo oyésemos a una persona muy santa o letrada y de gran autoridad, que sabemos no nos ha de mentir” (Ib., 6).
“Y torno a decir que me parece si un alma no fuese tan desalmada que lo quiera fingir (…) y decir que lo entiende no siendo así” (Ib., 8).

11. Por fin “cuando es demonio, no solo no deja buenos efectos, mas deja los malos. Esto me ha acaecido no más de dos o tres veces, y he sido avisada del Señor cómo era demonio. Dejado la gran sequedad que queda, es una inquietud en el alma a manera de que otras muchas veces que ha permitido el Señor que tenga grandes tentaciones y trabajos de alma de diferentes maneras; y aunque me atormenta hartas veces, es una inquietud que no se sabe entender de dónde viene” (Ib., 10).
“El caso es que, cuando es demonio, parece que se esconden todos los bienes y huyen del alma, según  queda desabrida y alborotada y sin ningún efecto bueno” (Ib., 12)

12.  Los criterios de Santa Teresa son pues muy claros: si estas palabras proceden de Dios es imposible que haya confusión, quedan fuertemente impresas en la memoria y producen siempre buenos frutos porque sus palabras no son solamente palabras, sino palabras y obras.

Te bendigo, te deseo todo bien y te recuerdo en la oración
Padre Angelo