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Estimado P. Bellon:

soy un anestesista. Le escribo por unas consultas sobre el tema del aborto, el embarazo extrauterino y las intervenciones como la ligadura de trompas. He leído algunas otras respuestas que ha dado y me gustaría profundizar reformulando mis preguntas. 

Las preguntas surgen de buenas intenciones y del hecho que tenemos las manos en la masa todos los días poniendo el corazón en nuestro trabajo al tiempo que tratamos de salvaguardarnos como cristianos y médicos. 

Nuestras posiciones son muchas veces difíciles porque el ambiente es hostil y porque se crea un cierto malestar organizacional que los demás no entienden ni justifican. 

Dicho esto, me interesa seguir las indicaciones de la Iglesia. 

1 – ¿Está permitido hacer una visita anestésica a pacientes que pretenden abortar con la conciencia de tratar de disuadir lo más posible a las mujeres para salvar a los niños? En mi experiencia y en la de amigos cristianos, a veces hemos logrado disuadir a las mujeres salvando a los niños. Por el contrario, nuestra falta de participación en las visitas no salvó a ningún niño. Esta buena razón (tratar de impedir un homicidio), en una situación próxima a su conclusión (después de la cual sólo queda la cirugía) y que yo definiría urgente, ¿puede justificar, o salvar, el mal de la participación obligatoria en la visita previa a la intervención?  Uso el término obligatorio porque la visita de anestesia es el único y último momento en que podemos entrar en una relación con las pacientes sin participar en el acto final del aborto. En otras palabras, ¿puede ser justificado el uso obligado de esta vía ilícita, para salvar una vida en situaciones de “última oportunidad”?

 2 – El cirujano me ha convocado para adormentar pacientes en casos urgentes, como sangrado, por ejemplo, debido a un embarazo ectópico. Dado que no es el anestesista quien dicta la indicación quirúrgica y decide la técnica quirúrgica sino el cirujano, por lo que es difícil eventualmente contradecirlo, en el caso que el cirujano pretenda realizar un aborto directo en razón de la urgencia inaplazable o que no permita una discusión, considerando también que la ley no permite la objeción, ¿es legítimo participar en la operación con la conciencia de asistir a la madre a pesar de la oposición a la acción abortiva del cirujano? 

3 – ¿Debe extenderse la objeción a los casos de ligadura de trompas? 

Esperando haber sido claro en exponer mis dudas, le agradezco sinceramente.

Querido,

antes de responderte, he consultado a un colega experto en bioética católica proponiéndole mi solución.

Él, amablemente, agregó sus comentarios.

Por lo tanto, respondo a tus tres preguntas poniendo mi respuesta en primer lugar y la del experto, en cursiva, en segundo lugar.

En los dos primeros casos, respondo/comento también la respuesta de mi colega.

1.  Respondiendo a la primera pregunta:

la situación no me parece diferente a la de la participación en el consultorio público donde -después de haberle aconsejado reflexionar- si la mujer ha decidido abortar, darle el pase es una participación inmoral en el aborto: así que mi respuesta es no.

A menos que el anestesista tenga la determinación de escuchar a la mujer en un intento extremo por disuadirla.

Si la disuade, no surge ningún problema.

Pero si la mujer decide seguir adelante, el anestesista no se puede prestar, se debe retirar y pedir que llamen a otro que esté de acuerdo.

No sé, sin embargo, si la institución sanitaria permite tal comportamiento.

El colega respondió: Considero este aspecto: la mujer está decidida a abortar y por lo tanto comienza el proceso, incluida la visita de anestesia.

El anestesista tiene frente a él a una persona decidida a hacer un gesto desordenado que no comparte.

Por lo que debe invocar la objeción de conciencia, que, además, la ley 194/1978 le reconoce.

Pero si no ha invocado la objeción y, por lo tanto, no está registrado en la ASL como objetor, está llamado a participar.

Si hiciera la visita de anestesia, ¿cooperaría formalmente? Yo creo que no porque no comparte el objetivo.

¿Cooperaría materialmente? Si.

Pero esta cooperación, que creo remota, ¿no podría justificarse considerando que la mujer comienza el examen anestésico siendo en todo caso determinada a hacer el mal y que el anestesista tiene como objetivo principal disuadirla?

Mi respuesta: nuestras acciones reciben su primera calificación moral del objetivo intrínseco de la acción y no de la intención.

Si el fin intrínseco es inmoral, y en nuestro caso lo es porque es la anestesia como premisa del aborto, la buena intención no justifica la acción.

Lo que el colega llama objetivo primario es la intención, y no el objetivo intrínseco de la acción.

2. Respondiendo a la segunda pregunta:

aquí habría que ver si se trata de un aborto directo o de un aborto indirecto.

En el segundo caso, cuando se extrae un “pedazo de las trompas de Falopio” o un ovario, dentro del cual hay un embrión o feto, ya que la operación se configura como un aborto indirecto, el anestesista puede participar.

Si en cambio es un aborto directo: no.

Evidentemente en este caso el anestesista debe preguntar al cirujano de qué se trata. Está en su derecho de saber.

El colega respondió: En líneas generales, estoy de acuerdo con su respuesta.

Entiendo la dificultad de la cirugía de emergencia y las relaciones entre el anestesista, que es visto como un auxiliar, y un cirujano, que se considera el principal profesional.

Mi respuesta: sin embargo, si el anestesista se ha registrado como objetor de conciencia, y es un deber de su parte, no puede ser citado por el cirujano.

No puede participar de ninguna manera en el asesinato de una persona inocente.

Porque eso es lo que es.

3. Para la tercera pregunta: Sí, por supuesto.

El colega respondió: comparto su respuesta

4. Gracias por la confianza y sobre todo por la larga espera.

Recordándote muy especialmente en la oración y en particular en la S. Misa, te deseo lo mejor y te bendigo,

Padre Angelo