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Hola Padre,
soy un chico de 17 años con varios sueños para el futuro laboral y social, pero me asusta pensar que lo que deseo no sea la voluntad de Dios, ¿cómo puedo por lo tanto reconocer qué es lo que el Señor quiere de mí?
¿Cómo puedo saber cuál es el designio de Dios para mí? Yo quisiera entrar en el 118 por un periodo, y luego servir como carabinero toda la vida, pero temo que no es esto lo que el Señor quiere de mí.
Lo digo porque a menudo cuando medito con el Señor en las oraciones o ante Jesús Eucaristía me atrae con tal fuerza el hecho de querer estar con Él que quisiera servirlo para siempre como sacerdote.
Por eso no acabo de entender qué quiere de mí: que lo sirva como laico o bien como sacerdote.
Tengo presente Salvo D’Acquisto, era vice brigadier, que servía intensamente al Señor con las oraciones, que sus colegas no acababan de comprender por qué no abrazó la vida sacerdotal.
Espero que puedan ayudarme.
Respuesta del sacerdote
Muy querido,
1. la vocación se manifiesta también mediante los deseos de una persona. A veces los deseos son variados, como en tu caso. Por eso se habla de pluralidad de vocaciones.
2. Por lo que dices tú puedes hacer bien tanto como carabinero como sacerdote.
¿Cuál camino tomar?
También como carabinero se puede hacer el bien, como es el caso de Salvo D’Acquisto.
Es decir también como carabinero se puede ser santos.
3. Sin embargo tengo la impresión clara que el Señor, justamente por lo que pone en tu corazón durante la adoración eucarística, te desea como sacerdote.
La vocación del sacerdote es inmensamente más amplia y más fecunda para la salvación eterna de las almas de lo que podrías hacer como carabinero.
Cuántas de ellas se pierden porque no hay sacerdotes que acompañen a los jóvenes, a las personas adultas, a los ancianos.
4. Pienso en la elección que hice yo también a su tiempo. Como tú me sentía atraído por una pluralidad de vocaciones.
Pero en un determinado momento, pensando que si todos optaban por otros caminos faltaría quien iba en nombre de Dios a hablar a la gente, dije entonces al Señor: «Voy yo». En ese momento sentí una gran paz en mi corazón. Había entregado mi vida al Señor en un acto de amor.
No me arrepiento de lo que hice. Cuánta gente, en especial jóvenes, hubieran quedado sin sacerdote si yo no me hubiera presentado ante el Señor.
5. Estaría feliz si tú también hicieras esta misma experiencia.
Es la que describe el profeta Isaías: Yo oí la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré y quién irá por nosotros?». Yo respondí: «¡Aquí estoy: envíame!» (Is 6,8).
6. Esta es la ayuda, el consejo que te doy.
Pero te voy otro todavía más fuerte: reza intensamente para que el Señor «te arrebate» cada vez más y te conceda una atracción irresistible hacia el sacerdocio.
7. Confiando en que probablemente aceptarás este consejo, desde ya me uno a tu oración.
Sería una gracia inmensa para ti, pero también para toda la Iglesia y el mundo entero.
Te bendigo y te deseo todo bien.
Padre Angelo