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Quisiera entender qué cuerpo de Jesús recibimos al Comulgar: ¿cuerpo espiritual? ¿Cómo explicarlo a quienes nos preguntan?
Gracias 


Respuesta del sacerdote

 Muy querida,
1. recibimos a Jesús resucitado, en su cuerpo glorioso.
Jesús resucitado, que está sentado a la diestra del Padre, durante la Misa se hace presente en el altar.
De la misma manera se hace presente en nuestro corazón en el momento de la Comunión.

2. Que así sea es indiscutible.
Jesús vive en la gloria del Padre.
San Juan dice: “Hijos míos, les he escrito estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos un defensor ante el Padre: Jesucristo, el Justo. Él es la Víctima propiciatoria por nuestros pecados, y no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero” (1Jn 2, 1-2).
En la carta a los Hebreos leemos: “Los otros sacerdotes tuvieron que ser muchos, porque la muerte les impedía permanecer; pero Jesús, como permanece para siempre, posee un sacerdocio inmutable. De ahí que él puede salvar en forma definitiva a los que se acercan a Dios por su intermedio, ya que vive eternamente para interceder por ellos” (Heb 7, 23-25). 

3. Es de singular importancia lo que dice el Apocalipsis: “Entonces vi un Cordero que parecía haber sido inmolado: estaba de pie entre el trono y los cuatro Seres Vivientes, en medio de los veinticuatro Ancianos. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios enviados a toda la tierra” (Ap 5, 6).
“Aquí San Juan contempla a Jesús en el paraíso bajo las apariencias de un cordero, en razón de su mansedumbre y del sacrificio que cumplió.
Este cordero está de pie, como el pontífice que ofrece el sacrificio, y está como inmolado puesto que en su cuerpo lleva los signos de las llagas que atestiguan su cruenta inmolación en el calvario.
Su actitud y su aspecto indican su muerte cruenta y su gloriosa resurrección.
Los siete cuernos simbolizan su fuerza.
Los siete ojos son símbolo de su omnisciencia.
Jesucristo se nos presenta como omnipotente y omnisciente” (Marco Sales, nota ad Ap 5, 6).

4. Por lo tanto es Cristo resucitado quien está presente durante la Misa en el gesto supremo de su vida mortal: el de su inmolación en favor nuestro.
Jesús, con su verdadero cuerpo, pero ya resucitado y glorioso, llega a nosotros para darnos los beneficios de su muerte redentora.

5. El cuerpo de Jesús resucitado no es un cuerpo material, sino como diría San Pablo, es un cuerpo espiritual: “Lo mismo pasa con la resurrección de los muertos: se siembran cuerpos corruptibles y resucitarán incorruptibles; se siembran cuerpos humillados y resucitarán gloriosos; se siembran cuerpos débiles y resucitarán llenos de fuerza; se siembran cuerpos puramente naturales y resucitarán cuerpos espirituales. Porque hay un cuerpo puramente natural y hay también un cuerpo espiritual” (1 Cor 15, 42-44).

6. “A nuestro cuerpo en la vida presente, se le llama animal puesto que está sujeto a las leyes de la vida vegetativa y por lo tanto a la generación, a la alimentación, al crecimiento, etc…, y porque algunas veces nos impide las operaciones intelectuales del alma.
Después de la resurrección, sin embargo, no estará ya sujeto a la alimentación, etc…, como tampoco será un impedimento para el alma en sus más nobles actos, sino que será espiritual, es decir completamente sujeto al espíritu vivificado por la gracia del Espíritu Santo: el alma glorificada tendrá pleno dominio sobre el cuerpo, y el cuerpo participará de las cualidades del espíritu, y no estará sujeto a las leyes de la materia” (Marco Sales, nota a 1 Cor 15, 44).
Y esto porque nuestro cuerpo resucitado será similar al cuerpo resucitado de nuestro Señor.

Con el deseo que tú también un día puedas estar revestida por un cuerpo glorioso e inmortal, te bendigo y te recuerdo en la oración.
Padre Angelo