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Pregunta

Querido Padre Angelo,

A menudo sigo las explicaciones muy claras que da sobre cuestiones teológicas.

Yo tengo una sobre la gracia, ¿me podría explicar en qué consiste? ¿Es la presencia de la Trinidad dentro de nosotros? ¿Nos llega la gracia con los sacramentos? ¿Y quién no es cristiano o no se acerca a los sacramentos posee la gracia?

¡Muchas gracias!

Flavia


Respuesta del sacerdote

Querida Flavia,

1. La gracia es una participación en la vida de Dios, es estar en comunión con él.

Un ejemplo puede explicar lo que es. Pensemos en el hierro: en sí mismo es frío y opaco. Pero cuando se lo coloca en el fuego, aun siendo siempre hierro, participa de la naturaleza del fuego y, por lo tanto, se vuelve incandescente y luminoso.

Es San Pedro quien habla de la participación en la naturaleza divina: «Gracias a ella, se nos han concedido las más grandes y valiosas promesas, a fin de que ustedes lleguen a participar de la naturaleza divina» (2 P 1,4).

2. Podría decirse que la gracia es una participación en el esplendor divino.

Con este esplendor Dios penetra y envuelve toda nuestra alma, elevándola al orden sobrenatural, a la comunión con él.

3. Y como el fuego, que penetrando en el hierro lo transforma, así análogamente este esplendor divino infundido en nosotros nos transforma y nos convierte «de pecadores en santos, de enemigos en amigos, de injustos en justos», como dice el Magisterio de la Iglesia en el Concilio de Trento. 

4. En esa transformación o infusión del esplendor divino, Nuestro Señor infunde en nosotros un germen de su vida divina (1 Jn 3, 9), que nos hace Hijos de Dios por gracia y adopción.

5. En ese mismo momento, precisamente por la gracia, se nos infunden las tres virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad, que nos permiten pensar como Dios piensa (fe), confiar en el poder de su ayuda (esperanza) y amarlo con su propio corazón (caridad).

6. Asimismo, en ese mismo momento la Santísima Trinidad viene a habitar en nuestra alma como en un templo: «El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él” (Jn 14,23).

7. Precisamente por eso se la llama gracia santificante.

El Catecismo de la Iglesia Católica dice de ella: «La gracia santificante es un don habitual, una disposición estable y sobrenatural que perfecciona al alma para hacerla capaz de vivir con Dios, de obrar por su amor.» (CIC 2000).

8. Dice también que «La gracia, siendo de orden sobrenatural, escapa a nuestra experiencia y sólo puede ser conocida por la fe. Por tanto, no podemos fundarnos en nuestros sentimientos o nuestras obras para deducir de ellos que estamos justificados y salvados. Sin embargo, según las palabras del Señor: “Por sus frutos los conoceréis” (Mt 7, 20)» (CIC 2005).

Tenemos pistas a través de las cuales podemos discernir la presencia de la gracia de Dios en nosotros, como una sensación de plenitud interior por su presencia o de vacío o abismo por el que uno se siente separado de Él.

Sin embargo, estas pistas no son apodícticas porque puede haber personas muy avanzadas en la vida de gracia que sientan un gran vacío interior y no sientan en lo más mínimo la presencia de Dios a causa de las particulares purificaciones a las que el Señor les somete.

Por el contrario, puede haber personas que vivan en el pecado y confundan el sentimiento religioso con la gracia, o disfruten sólo de un particular y momentáneo favor divino (gracia actual), pero no de la gracia santificante.

9. Los modos ordinarios de la infusión de la gracia son los sacramentos que la producen en virtud de su propia celebración (ex opera operato) en aquellos que no la obstaculizan.

Pero junto a las formas ordinarias, Dios comunica su gracia a través de formas extraordinarias que solo Él conoce.

La comunica aun nuevamente a los que ya la poseen y la infunde en quienes en ese momento pasan del pecado a una vida nueva.

Es a través de esta infusión de gracia en formas extraordinarias que confiamos en la salvación incluso de aquellos que no han sido incorporados a la Iglesia por el Bautismo.

Con el deseo de crecer cada vez más en esta vida que ya es una anticipación del Paraíso, te recuerdo al Señor y te bendigo.

Padre Angelo