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Querido padre Angelo:
de vez en cuando me gusta escribirle porque encuentro sus respuestas claras, informativas, tranquilizadoras y calificadas.
En Fátima, Nuestra Señora mostró el infierno a los niños…. usted conoce bien la historia.
He leído que Nuestra Señora ha dicho : “Para salvarlas (¿las almas del infierno?) Dios quiere establecer la devoción a mi Inmaculado Corazón”.
Le pido una aclaración:
1 – ¿Es correcto lo que he leído ? ¿Nuestra Señora dijo exactamente eso ?
2 – Si lo que he leído es cierto, ¿es correcto concluir que las almas del infierno pueden ser salvadas mediante sacrificios en honor del Inmaculado Corazón de María?
Le agradezco de antemano por su respuesta, pidiéndole su Santa bendición y su oración.
Rosario
Querido Rosario
1. ha caído en un gran malentendido. Nuestra Señora no habla de las almas del infierno y su posible liberación, sino de las almas que corren peligro de ir al infierno.
Aquí están las palabras exactas de la descripción que la Hermana Lucía le hizo a su obispo:
«Ahora bien. El secreto consta de tres partes distintas, de las cuales voy a revelar dos.
La primera fue, pues,la visión del infierno.
Nuestra Señora nos mostró un gran mar de fuego, que parecía estar debajo de la tierra. Sumergidos en ese fuego, los demonios y las almas, como si fueran brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma humana que fluctuaban en el incendio, llevadas por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo que caían hacia todos lados, parecidas al caer de las pavesas en los grandes incendios, sin peso ni equilibrio, entre gritos de dolor y gemidos de desesperación que horrorizabay hacía estremecer de pavor. Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes y negros.
Esta visión fue duranteun momento, y ¡gracias a nuestra Buena Madre del Cielo, que antes nos había prevenido con la promesa de llevarnos al Cielo! (en la primera aparición). De no haber sido así, creo que hubiéramos muerto de susto y pavor.
Inmediatamente levantamos los ojos hacia Nuestra Señora que nos dijo con bondad y tristeza:
– Visteis el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores;para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón.” (Memorias de la Hermana Lucía, secretariado dos pastorinhos, Fátima, p. 207-208).
2. “Salvarlas” no significa “sacarlas” porque la condición del infierno es irremediable, como ha dicho el Señor en el Evangelio: “Luego dirá a los de su izquierda: «Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles,» (Mt 25,41). Y él les responderá: «Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo».
Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna” (Mt 25,45-46)».
“Para salvarlas” significa para evitar que vayan allí.
3. Ciertamente este fue el sentido con el que los tres pastorcitos entendieron las palabras de Nuestra Señora.
Sor Lucía, siempre en sus memorias y en referencia a la visión del infierno, escribe que Jacinta “muchas veces se sentaba en el suelo o en alguna piedra y exclamaba pensativa: ¡El Infierno!» ¡El infierno! ¡Cuánta compasión tengo por las almas que van al infierno! ¡Y la gente ahí dentro, viva, ardiendo como leña en el fuego! Y, temblando, se arrodillaba con las manos juntas, para recitar la oración que nos había enseñado la Virgen: ¡Oh Jesús mío! Perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las que más lo necesitan.
Ahora, Exc.mo y Rev.mo Monseñor Obispo, comprenderá por qué me quedé con la impresión de que las últimas palabras de esta oración se referían a las almas que están en mayor o más inminente peligro de condenación.
Y permaneció de rodillas durante mucho tiempo, repitiendo la misma oración. Algunas veces llamaba a mí o a su hermano (como despertándose de un sueño): – ¡Francisco, Francisco! ¿estás rezando conmigo? Debemos rezar mucho para salvar a las almas del infierno. ¡Son tantas las almas que van ahí, tantas!”.(Ib., 108).
Te deseo lo mejor, te recuerdo al Señor y te bendigo.
Padre Angelo
Traducido por Alessandra Pelizzaro