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Pregunta
Querido Padre Ángel,
leí su respuesta a la pregunta “Creo que fui visitado por el ángel del castigo etc…….” el 01/03/2018 y me hice algunas preguntas.
¿Podríamos decir que Jesús convierte en “útil” el sufrimiento nacido de la corrupción de la perfección primigenia del hombre y de la creación?
Es decir, que el sufrimiento, que existiría de todos modos en la medida en que surgió de las leyes de la naturaleza corrompidas por el pecado original, ¿se asocie a la salvación en lugar de ser una experiencia inútil y sin sentido?
Esto también me aliviaría la tristeza de un pensamiento.
Antes de morir, mi madre padeció tres años de sufrimiento al final de los cuales, recuperé la fe que había “olvidado” durante décadas.
Pensar que ella no sufrió por mi conversión (es decir, como causa necesaria), sino que ofreció por mí ese sufrimiento que habría existido de todos modos, me libera de una especie de escrúpulos de conciencia.
Otra pregunta que me he hecho toda la vida. Cuando era joven hubo tres personas que me hicieron daño, en diferentes momentos y de diferentes maneras, y en cierta medida también afectaron al curso de mi vida.
Los tres murieron jóvenes, dos con gran sufrimiento y el tercero en un misterioso accidente de coche.
Nunca los he maldecido, de hecho, rezo por ellos, por lo que estoy tranquilo desde ese punto de vista. Sin embargo, siempre me he preguntado si lo que les ocurría podía estar relacionado con las acciones que realizaron y, en ese caso, si era necesario para expiar sus pecados o incluso para evitar que hicieran más maldades.
Pero quizás sólo Dios tenga la respuesta a estas preguntas.
Pax et bonum
Roberto
Respuesta del Sacerdote
Querido Roberto,
1. respecto a la primera y a la segunda pregunta, nunca podemos decir que el Señor ha permitido o querido esto o lo otro a causa de los pecados personales o de los demás.
En el curso de lógica me enseñaron que desde el post hoc (tras esto), no se puede deducir ergo propter hoc (por lo tanto, debido a esto).
2. Con respecto a tu madre, el punto que has señalado es correcto.
De hecho, a medida que envejecemos, nuestro cuerpo se vuelve progresivamente más propenso a las enfermedades y, al final, a la muerte.
Se trata de un proceso natural, del que nos habríamos librado si Adán no hubiera pecado.
Cristo, mediante la redención, nos ha liberado de la muerte eterna, es decir, del infierno.
Los que aceptan su vida divina, o sea, la gracia, que es vida sobrenatural e inmortal, se liberan de esta muerte.
Pero no nos ha liberado de la muerte temporal.
Tampoco nos ha liberado de todo lo que nos dispone a ella, es decir, el deterioro de nuestro organismo y los diversos sufrimientos de la vida.
Sin embargo, les ha dado un valor redentor.
Por eso, cada uno de nosotros puede decir con San Pablo: “Ahora me alegro de lo que sufro por vosotros, porque de esta manera voy completando en mi propio cuerpo lo que falta de los sufrimientos de Cristo por la iglesia, que es su cuerpo.” (Col 1,24).
Por eso es correcto decir que tu madre ha cumplido en su propia carne lo que faltaba en la pasión de Cristo (sólo faltaba su participación personal) por el bien a tu favor, que eres una porción del cuerpo de Cristo, la Iglesia.
3. En cuanto al segundo punto, su observación también es correcta.
Dos de esas tres personas que te perjudicaron cuando eras joven y que condicionaron tu vida murieron después de un gran sufrimiento.
Aunque es casi natural asociar el pensamiento de un gran sufrimiento con el pecado que se cometió, no podemos saber por qué Dios lo permitió.
Cuántas personas santas han muerto después de grandes sufrimientos.
El Señor les ha llamado a participar más estrechamente en el sacrificio de su redención para llevar la vida a muchos.
4. También podría ser el caso de esas dos personas que quizá te hicieron daño en su día, pensando que te estaban haciendo un bien o el bien de los demás.
Pero incluso suponiendo que te hayan hecho un mal por maldad, puede que entretanto se hayan arrepentido y confesado, y que de alguna manera hayan enmendado su error.
Por lo tanto, debemos detener ese juicio tan pronto como se forme en nuestra mente.
5. Incluso en el caso de la persona que falleció en un accidente de tráfico, quién sabe cuáles pueden ser los motivos: imprudencia personal o ajena, mala salud, imprudencia en la carretera, un defecto en el coche….
Lo que no debe decirse en absoluto es esto: el Señor lo castigó por sus pecados.
Y esto por las mismas razones anteriores: cuántas personas buenas e incluso santas mueren a consecuencia de un accidente.
El primer sucesor de Santo Domingo en la dirección de nuestra Orden, el Beato Jordán de Sajonia, murió en un naufragio.
En este caso, como en tantos otros, sólo podemos decir que fue un accidente.
De otros podemos decir: se lo buscó, por imprudencia deliberada.
A veces incluso podemos llegar a pensar sin equivocarnos que el Señor se los llevó antes de que el mal corrompiera sus corazones, como ocurrió con los hijos de Santa Rita, o para evitar males peores.
6. Ciertamente es un gran acto de caridad rezar por la salvación eterna de estas tres personas que en algún aspecto eran tus enemigos.
Santo Tomás dice que las oraciones de los que obedecen a Dios, que sufren por Él y que rezan por sus enemigos son las más sentidas.
Te deseo lo mejor, te recuerdo al Señor y te bendigo.
Padre Angelo
Traducido por SusannaF