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Pregunta

Querido Padre Angelo,

me llamo Sergio, pertenezco a una familia católica por tradición, desde muy joven hasta los 23/24 años participaba en la parroquia; recibí los sacramentos de la comunión y confirmación, asistiendo a la misa los domingos y tratando de representar concretamente en la vida cotidiana las enseñanzas del Evangelio, la paz, el amor y la misericordia…. Tuve la suerte de ser acariciado por el Santo Padre Juan Pablo II, que durante años ha sido una fuente de inspiración y devoción para mí…. durante años leí la Sagrada Biblia donde a menudo encontré consuelo y paz…. la Biblia ha sido una luz para mí …la llevé siempre conmigo en todos los traslados de ciudad en ciudad donde, en los distintos años, me mudé por trabajo…Cuando era joven incluso hubo un tiempo en que deseaba convertirme en sacerdote…partir por tierras pobres y ayudar según la palabra del Señor a gente más desgraciada que yo. Hasta hace unos años …… de repente me alejé de Dios y de la oración …. mi fe, que en el pasado había sido un recurso en diferentes dificultades, se convirtió en una carga difícil de aceptar, de entender y de explicar a los demás, empecé a ponerme mil preguntas: …. … ¿existe Dios? ¿y después de la muerte? …seguramente hay otras formas de vida en el universo…entonces todo en lo que creía no tiene sentido…la vida no tiene sentido …. nada tiene sentido, empecé a preguntarme por qué Dios estaba permitiendo toda la maldad del tiempo en que vivimos….

Empecé a juntarme con amigos turbios, a abusar del alcohol y drogas, a vivir en el pecado, a juntarme con mujeres de la calle y a llevar una vida inmoderada siempre en busca del maldito dios dinero para perseguir los valores efímeros de esta sociedad capitalista en desorden …. todos esos valores precarios que, a pesar de la fe, siempre había criticado y tratado de combatir.

De repente mi fe había desvanecido…pasaron años en los que no me di cuenta del mal que estaba causando a tanta gente en mi familia, en el trabajo, en la sociedad, participé en estafas, vendí drogas…todo sólo por el dinero……si hoy miro hacia atrás me pregunto cómo lo pude hacer y cómo los últimos 10 años de mi vida pasaron volando sin sentido.

Hoy por fin he «vuelto a la tierra» …. después de un largo calvario. Todo lo que me ha pasado me ha cambiado mucho…cerrándome mucho también. Siempre doy gracias a Dios porque a pesar de los momentos de gran trabajo he salido limpio y vivo…sin problemas particulares…pero llevo conmigo la profunda pena del dolor que he causado……y del que aún no puedo darme paz…Doy gracias a Dios….pero a un Dios que ya no conozco o que quizás no merezco o que quizás ya no me acepta.

En otro análisis me acerqué al islam de una manera curiosa, asistí a comunidades musulmanas… descubriendo valores importantes que nuestra sociedad ha perdido desde hace mucho tiempo en el desorden…no hablo de una conversión sino de una búsqueda de valores que ya no puedo encontrar en mi fe….

Me encantaría volver a creer en una manera fuerte y consistente…. Me gustaría ser un mensajero del Evangelio, pero todavía no puedo dirigirme y confiar en Dios en su totalidad y abandonarme totalmente en Él.  Hace pocos días asistí a un funeral, pues hacía mucho tiempo que no participaba en un servicio religioso. Nada más que entrar, tuve una sensación de bienestar. Instintivamente miré el crucifijo y fue como si me dijera: “…. bienvenido a casa…”

Querido Padre espero acercarme más a Dios y ser su instrumento para ser portador de su palabra…espero con todo mi corazón encontrar una fe profunda de nuevo….

Espero que me pueda aconsejar y aclarar lo que piensa de mi profunda curiosidad hacia el islam.

Gracias.

Respuesta del sacerdote

Querido Sergio,
1. Leyendo la historia de tu vida, no estoy tan seguro de que tu fe desapareciera por sí sola, como por arte de magia, y luego comenzara la decadencia moral. Quizás ocurrió lo contrario, o sea que la degradación moral excluyó la fe.

2. Sin embargo, en cualquier caso, es cierto que la fe debe cultivarse.
Durante la misa de ayer (27 de octubre de 2019) en la segunda lectura escuchamos de San Pablo las siguientes palabras: “He peleado la buena batalla, he llegado al término de la carrera, y me he mantenido fiel.” (2 Tm 4,7).
Como cada realidad viva, la fe no se conserva por sí misma, sino que debe ser alimentada por la Palabra de Dios y los Sacramentos, especialmente la Eucaristía y la Reconciliación

3. Simultáneamente o como consecuencia del abandono de Dios, en ti comenzó la deriva moral que has descrito y que sigue siendo motivo de dolor por el sufrimiento que has causado a tantas personas. Te encuentras en la condición del publicano del evangelio de ayer que, manteniéndose a cierta distancia en el templo, no se atrevía a levantar los ojos al cielo. No se atrevía a levantarlos porque siempre los había mantenido en las cosas de la tierra para depravarse. Ahora se sentía indigno de acudir a Dios después de haberlo abandonado tan indignamente. Pero salió con estas humildes palabras: “! Oh Dios, ten compasión de mí que soy pecador!” (Lc 18,13).
Jesús dijo que este cobrador de impuestos volvió a su casa perdonado (Lc 18,14).
Probablemente se sintió abrazado por la misericordia de Dios y consolado. Era más o menos la misma sensación que tu experimentaste cuando volviste en la Iglesia durante el funeral y escuchaste interiormente la voz de Dios que, a pesar de todo, te dijo: “Bienvenido a casa”.

4. A medida que el mal salía gradualmente de tu vida, Dios iba regresando. Dios y el pecado no pueden convivir en el mismo lugar. Por eso leemos en la Sagrada Escritura: “La sabiduría (es sinónimo de Dios, n.d.r.) no entra en un alma perversa, ni vive en un cuerpo entregado al pecado (Sap 1,4).
Como también se lee en el versículo siguiente: “El santo espíritu (que es sinónimo de la gracia del Espíritu Santo) que es maestro de los hombres, nada tiene que ver con el engaño; se aparta de los pensamientos insensatos y se retira cuando está presente la injusticia.” (Sap 1,5).

5. Jesús también nos dice: “Los que no creen ya han sido condenados, pues, como hacían cosas malas, cuando la luz vino al mundo prefirieron la oscuridad a la luz” (Jn 3,19).
Es decir: la presencia del pecado nos impide aceptar a Dios porque en sí mismo el pecado es un alejamiento de Dios. Pero también dijo estas otras palabras que pintan bien tu situación actual: “Pero los que viven conforme a la verdad, se acercan a la luz para que se vea que sus acciones están de acuerdo con la voluntad de Dios.” (Jn 3,21).
Con el mal fuera de tu vida, Dios ha vuelto. Como cuando las nubes de lluvia se van, el sol reaparece en su esplendor.

6. Ahora regresa a tu vida cristiana comenzando con la confesión sacramental. A pesar de tu regreso a Dios, todavía eres como un convaleciente, por lo tanto, te sugiero que te mantengas fiel a este sacramento de la contrición cada 15 días más o menos siempre con el mismo sacerdote.
Juan Pablo II escribió sobre la confesión sacramental que «Quien instituyó este sacramento (Jesucristo) sabe cuáles son las verdaderas necesidades del corazón humano» (Novo millennio ineunte).

7. Lo que puedes sacar del islam es esto: ver que muchos con celo siguen a un hombre que consideran el profeta, mientras que muchos cristianos van detrás de Jesucristo, que es Dios hecho carne y ha dado pruebas abrumadoras de ello, con un celo desgraciadamente menor. Entonces vuelve a tu vida cristiana con el fervor que tenías de niño, cuando las cosas santas (¡entonces eras puro!) te atraían hasta el punto de pensar en dedicar toda tu vida a Dios y al prójimo haciéndote sacerdote. Empieza de nuevo con el paso correcto, que es el de la confesión sacramental.

Te deseo todo el bien, te recuerdo con placer al Señor y te bendigo.

Padre Angelo


Traducido por SusannaF