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Buenos días p. Angelo,
he leído en el sitio las respuestas acerca de la cremación y dispersión de las cenizas en la naturaleza.
Mi madre ha pedido ambas cosas.
Quisiera pedirle si además de una plegaria en el momento de la dispersión hay otras piadosas prácticas u oraciones que se puedan hacer.
Gracias.
Le envío cordiales saludos
s.b.


Respuesta del sacerdote

Muy querida,
1. la Iglesia prefiere la sepultura de los cuerpos, si bien consiente su cremación.

2. Esto es por cuatro razones, que se mencionan en  Ad resurgendum cum Christo de la Congregación para la doctrina de la fe, fechada el 15 de agosto de 2016.
1) “Enterrando los cuerpos de los fieles difuntos, la Iglesia confirma su fe en la resurrección de la carne”.
2) “Pone de relieve la alta dignidad del cuerpo humano como parte integrante de la persona con la cual el cuerpo comparte la historia”.
3) “Además, la sepultura en los cementerios u otros lugares sagrados responde adecuadamente a la compasión y el respeto debido a los cuerpos de los fieles difuntos, que mediante el Bautismo se han convertido en templo del Espíritu Santo y de los cuales, «como herramientas y vasos, se ha servido piadosamente el Espíritu para llevar a cabo
muchas obras buenas”.

4) “Por último, la sepultura de los cuerpos de los fieles difuntos en los cementerios u otros lugares sagrados favorece el recuerdo y la oración por los difuntos por parte de los familiares y de toda la comunidad cristiana, y la veneración de los mártires y santos”.

3. En esta Instrucción se recuerda como es que a través de la sepultura de los cuerpos en los cementerios, en las iglesias o en los sitios para ello destinados, se ha mantenido viva la comunión entre vivos y muertos.
Al mismo tiempo se ha evitado el peligro de esconder un evento al que todos debemos prepararnos.
Asimismo se evita otro peligro como es el de privatizar la muerte de un ser querido, dejando de lado la dimensión social y eclesial de cada persona, por cuyo nacimiento hubo júbilo, con la que se ha compartido la vida, que a su vez compartió la alegría y el dolor de otros, de cuyos aportes hubo beneficio y a la que también se ha ofrecido el propio don.

4. Favoreciendo la sepultura o la inhumación, sin embargo “Cuando razones de tipo higiénicas, económicas o sociales lleven a optar por la cremación, ésta no debe ser contraria a la voluntad expresa o razonablemente presunta del fiel difunto, la Iglesia no ve razones doctrinales para evitar esta práctica, ya que la cremación del cadáver no toca el alma y no impide a la omnipotencia divina resucitar el cuerpo y por lo tanto no contiene la negación objetiva de la doctrina cristiana sobre la inmortalidad del alma y la resurrección del cuerpo”.
“La cremación no está prohibida, «a no ser que haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana»”.

5. Si se ha llevado a cabo la cremación por razones legítimas, “las cenizas del difunto, por regla general, deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia o en un área especialmente dedicada a tal fin por la autoridad eclesiástica competente”.

6. Conservar las cenizas en un lugar sagrado puede ayudar a reducir el riesgo de que los difuntos se vean privados de la oración y del recuerdo de los familiares y de la comunidad cristiana.
De tal manera, además, se evita la posibilidad de olvidos y falta de respeto, que pueden darse sobre todo una vez pasada la primera generación, como así también que se verifiquen prácticas inadecuadas o supersticiosas.

7. Por ello la Instrucción declara: Por las razones mencionadas anteriormente, no está permitida la conservación de las cenizas en el hogar.
Agrega también: “No sea permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos, teniendo en cuenta que para estas formas de proceder no se pueden invocar razones higiénicas, sociales o económicas que pueden motivar la opción de la cremación”.
Esto es así para evitar que se pueda creer que con la muerte todo se acaba y así se interrumpa la relación con los vivos.

8. Hubiera sido lindo si la Instrucción hubiese mencionado la importancia del sepulcro.
Esta laguna la suple Santo Tomás recordando la importancia del monumento fúnebre, aunque la palabra monumento da la impresión de que se trate de algo grandioso, es suficiente un sencillo sepulcro, un nicho.
Dice textualmente: “Esa práctica aprovecha a los muertos porque quien mira a los sepulcros recuerda a los difuntos y ora por ellos» (Suma teológica, Suplemento, 71, 11).
«La sepultura en un lugar sagrado aprovecha al difunto: porque se debe creer que el mismo muerto, u otro, al elegir la sepultura del cuerpo en un sitio sagrado, confía su alma a la protección y a las oraciones de algún santo; como así también al patrocinio de los encargados de esa iglesia, en cuanto oran por los difuntos que allí fueron tumulados”.
Antiguamente los cementerios se ligaban al nombre de algún santo, sobre todo a un mártir. Con ello se querían confiar las almas de los difuntos a la intercesión del santo patrono del cementerio.
Hoy la intercesión la reemplaza el santo patrono de ese territorio o parroquia.
Por eso dispersar las cenizas en el aire o el agua, es quitarles esa intercesión especial de los santos protectores de ese lugar sagrado.

Te bendigo, te recuerdo en la oración y te deseo todo bien.
Padre Angelo