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Buenas tardes queridísimo Padre Angelo,
soy un chico de 15 años muy creyente que ama al Señor. Leí con antelación la liturgia de la Palabra de mañana en el misal, capítulo 5 de Juan, que se refiere a la curación del hombre que se encontraba enfermo desde hacía 38 años.
La pregunta es: ¿Por qué Jesús le dijo al paralítico: “no peques más, para que no te ocurra algo peor”?
No entiendo esta frase, ya que Jesús habla siempre de un padre misericordioso y que no castiga durante la vida terrena porque Él: “hace surgir el sol sobre buenos y malos y hace llover sobre justos y pecadores”. De dónde pues, “no te ocurra algo peor”?
¿Podría explicármelo?
Con cariño,
Riccardo
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Respuesta del sacerdote
Querido Riccardo,
1. me hace muy feliz saber que seas muy creyente y que ames al Señor.
Podría decir que es la gracia más hermosa que has recibido hasta hoy en tu vida.
Es cierto que existir es de por sí una gracia, es más, es la gracia fundamental pues constituye la premisa para recibir todas las demás.
Sin embargo “la gracia de Dios” es un bien de tipo sobrenatural, que le permite a Dios vivir personalmente en nuestro interior y es un bien tan grande que es indispensable para poder entrar en el paraíso. En cambio, con el solo bien de la existencia podemos precipitarnos al infierno.
Es por ello que en el Antiguo Testamento el Espíritu Santo dijo por boca de David: “porque tu gracia vale más que la vida” (Sal 63,4).
2. Vayamos a tu pregunta.
Al principio de este relato evangélico pareciera que Dios castiga con las enfermedades los pecados que se cometen.
Sin embargo no es así.
3. Santo Tomás se lo pregunta justamente en este caso: ¿por qué Dios concede a algunos la curación perfecta sin mencionar los pecados cometidos, mientras que en este caso sí los menciona?
La respuesta: “porque no todas las enfermedades proceden de los pecados cometidos anteriormente, sino que algunas son debidas a una predisposición natural y otras a una prueba, como es el caso de Job” (Comentario al Evangelio de Juan).
4. ¿Qué ocurrió en el caso de Job?
La Sagrada Escritura dice que Job tenía temor de Dios y vivía en prosperidad.
Satanás lo acusó ante Dios diciendo: «¡No por nada teme Job al Señor! ¿Acaso tú no has puesto un cerco protector alrededor de él, de su casa y de todo lo que posee? Tú has bendecido la obra de sus manos y su hacienda se ha esparcido por todo el país. Pero extiende tu mano y tócalo en lo que posee: ¡seguro que te maldecirá en la cara!»” (Job 1, 9-11).
5. Entonces Dios permitió que el demonio golpeara a Job, que lo privara de todos los bienes, incluidos los hijos y la salud, pero no le permitió quitarle la vida.
Job padecerá todo tipo de enfermedades.
No fue Dios quien lo hizo, sino el demonio, como claramente se deduce por el texto que te he mencionado.
Esto nos da a entender que hay males y enfermedades que tienen un origen preternatural, es decir del demonio.
6. Y es por ello que San José Moscati, médico y director de diagnóstica del hospital de Nápoles, algunas veces decía a quienes acudían a su consulta: “Usted más que de mí, precisa de un confesor”.
Es más, algunas veces ocurría que dijese: “porque usted nunca se confesó”, o bien revelaba el pecado en el que el paciente permanecía.
Los males cuyo origen es de tipo orgánico, pueden ser tratados por los médicos de este mundo.
Pero los males de origen preternatural no pueden ser tratados por los hombres, sino sólo por Dios a través del ministerio sacerdotal.
7. Ahora bien, al cometer un pecado grave, Santo Tomás dice, que el hombre por sí solo se coloca bajo el poder del diablo (Suma teológica, III, 71, 2).
Y el diablo cuando llega, como recuerda el Señor en el evangelio, “no viene sino para robar, matar y destruir” (Jn 10,10).
8. Respecto a esto es bien elocuente lo que se relata en Hechos de los Apóstoles acerca de los exorcistas hebreos que expulsaban a los demonios usando el nombre de Jesús sin creer en él, es decir de forma mágica.
Cometiendo un sacrilegio, abrían más aún las puertas por donde incursionan los demonios.
Así está escrito: “Algunos exorcistas ambulantes judíos, hicieron la prueba de pronunciar el nombre del Señor Jesús sobre los poseídos por los malos espíritus, diciendo: «Yo los conjuro por ese Jesús que anuncia Pablo». Un cierto Sevas, Sumo Sacerdote judío, tenía siete hijos que practicaban estos exorcismos. El espíritu malo les respondió: «Yo conozco a Jesús y sé quién es Pablo, pero ustedes, ¿quiénes son?». Y el hombre poseído por el espíritu malo, abalanzándose sobre los exorcistas, los dominó a todos y los maltrató de tal manera que debieron escaparse de esa casa desnudos y cubiertos de heridas” (Hech 19,13-16).
Podríamos preguntarnos: ¿quién llenó de heridas a esos exorcistas judíos? ¿Quién los trató con violencia, arrancó sus vestiduras y dejó ir desnudos?
La respuesta es: fue el demonio quien actuó a través del poseído.
9. Así queda claro: por un gran acto de misericordia, Jesús le advirtió a ese paralítico que no se pusiera nuevamente bajo el poder del maligno pues de este modo habría podido ser tratado todavía peor.
10. Acaso Jesús no dijo: Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, vaga por lugares desiertos en busca de reposo, y al no encontrarlo, piensa: «Volveré a mi casa, de donde salí». Cuando llega, la encuentra vacía, barrida y ordenada. Entonces va a buscar a otros siete espíritus peores que él; vienen y se instalan allí. Y al final, ese hombre se encuentra peor que al principio. Así sucederá con esta generación malvada» (Mt 12,43-45).
11. De este modo Jesús nos recuerda que ciertas enfermedades no tienen origen orgánico y quien por sí mismo se coloca bajo el poder del maligno, se expone a ser maltratado por él.12. Al mismo tiempo recuerda otra gran verdad: cuando se vive en estado de gracia, es como si estuviéramos protegidos por un cerco, tal como el demonio fue obligado a reconocer hablando con Job (cfr. Job 1,10).
Este cerco es la gracia santificante que es de orden sobrenatural. Contra ella el demonio no puede nada porque su fuerza, por más que sea superior a las fuerzas naturales del hombre, son sin embargo preternaturales, es decir por fuera de la naturaleza del hombre.
La gracia de Dios, en cambio, está por encima de la naturaleza humana y también por encima de todas las fuerzas preternaturales.
Por lo tanto mantente en estado de gracia.
Si la gracia de Dios no te puede preservar de todas las enfermedades de tipo orgánico, te preserva de aquellas de tipo preternatural.
Por eso en Santiago leemos: “Sométanse a Dios; resistan al demonio, y él se alejará de ustedes”(Sant. 4, 7).
Cuando estamos en gracia de Dios no debemos temer las incursiones del demonio porque son ellos quienes nos temen, y como recuerda Santiago, huyen lejos.
Con el deseo que puedan huir siempre lejos de ti, te bendigo y te recuerdo en la oración.
Padre Angelo