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Padre, ¿cómo puedo amar a Dios?


Respuesta del sacerdote

Querido,

1. la respuesta nos la dió el mismo Señor en el Evangelio de Juan: «El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama» (Juan 14, 21; Biblia Reina-Valera 1960).

2. Por lo tanto amamos a Dios si observamos los mandamientos y vivimos según la enseñanza del Evangelio.

3. Además Jesús dijo en el Evangelio de Mateo: «No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad!» (Mateo 7, 21-23; Biblia Reina-Valera 1960).

4. Por eso San Juan escribe: “El que dice: «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en este verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él.  El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.” (1 Juan 2,4-6; Biblia Reina-Valera 1960).

5. “El que dice que permanece en él”, es decir, “el que dice que es su amigo” debe tener con Él comunión de voluntad. Característica de los amigos es la de tener el mismo querer y el mismo no querer. Eso vale siempre. Y ante todo vale con Dios.

6. Aún más en concreto, para amar a Dios hace falta poner en práctica las promesas bautismales, realizadas en el día del bautismo: Renunciar a Satanás, a sus obras (el pecado) y a sus seducciones (a sus tentaciones). Es verdad que en el día del bautismo otros prometieron en nuestro lugar. Pero luego han habido varias ocasiones en las que hemos renovado libremente las promesas bautismales, como en el día de la Comunión y de la Confirmación.

7. Y todavía: amas a Dios si, además de observar sus mandamientos, vives según la enseñanza del Evangelio, por lo que sientes que es un honor para ti estar con el Señor, ser instruido por Él, poder encontrarLe y recibirLe en tu corazón. Entonces si a ti no te importara mucho hacer eso y dejaras la santificación de la fiesta con la devota participación a la Santa Misa, eso querría decir que no amas al Señor. Igualmente, si no te importa estar regularmente purificado de tus pecados a través de su sangre preciosa en la purificación de la confesión sacramental, eso quiere decir que no te importa del Señor, es decir no lo amas.
Estos son los criterios generales.

Mientras te deseo que los observes con generosidad, te bendigo y recuerdo en la oración.

Padre Angelo