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Querido Padre Angelo,
le escribo porque quisiera que me aclarara una duda que tengo: sabemos que después de la muerte entramos en la eternidad. Por eso es imposible que un alma del Paraíso se corrompa, y al contrario, porque no existe el tiempo. Pero si no hay tiempo, ¿cómo es que un alma entra en la eternidad? Si así fuera, habría un antes, sin un alma, y un después, o sea la mutabilidad. ¿No es acaso contradictorio?
También quisiera saber cómo se ubica el Purgatorio.
Otra pregunta: si en el Paraíso encontraremos a nuestros seres queridos, y podremos hablar, etc.: estas actividades requieren de espacio y tiempo: cualquier acto lo requiere, ¿no es así? ¿Cómo puede darse en la eternidad?
Respuesta del sacerdote
Muy querido,
1. Santo Tomás dice que el concepto de eterno puede ser interpretado de dos modos: en sentido propio y en sentido impropio.
En sentido propio “se dicen eternas las cosas que no tienen origen y por tanto no tienen causa” (Comentario al de divinis nominibus, lez. 10, n. 3).
En este sentido solamente Dios es eterno.
2. Esto es lo que exactamente se entiende como eternidad: “entendemos la eternidad partiendo de dos aspectos. El primero, referido a lo que se da en la eternidad y que es interminable, esto es, carente de principio y de fin (a lo cual se refiere el término). El segundo, referido a la misma eternidad como carente de sucesión, esto es, siendo toda ella simultaneidad” (Suma teológica, I, 10,1).
Es más: “El concepto de eternidad se deriva de la inmutabilidad, como el de tiempo del movimiento. Como quiera que Dios es lo más inmutable, a Él le corresponde en grado máximo ser eterno. No sólo es eterno, sino que es su misma eternidad. Por otra parte, ninguna otra cosa es su propia duración, porque ninguna es su propio ser” (Ib., I,10, 2).
3. En sentido impropio se dicen eternas aquellas realidades que participan de la inmutabilidad de Dios.
Santo Tomás, después de haber dicho que algunas realidades se dicen eternas en sentido metafórico y por eso en la Sagrada Escritura encontramos expresiones tales como los montes eternos, afirma que hay otras que “participan en mayor grado del concepto de eternidad por ser inmutables en cuanto al ser y también en cuanto a la operación, como ocurre en los ángeles y en los santos que ya gozan de la Palabra, porque por lo que respecta a la contemplación de la Palabra, en los santos no hay pensamientos cambiables, como dice Agustín en XV De Trin. De ahí que, de quienes contemplan a Dios, se diga que tienen la vida eterna, siguiendo aquello de Jn 17,3: Esta es la Vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero” (Ib., I,10, 3).
4. Santo Tomás puntualiza mejor aún este concepto al decir que «algunas veces se dicen eternas aquellas cosas que son incorruptibles porque jamás declinan y son inmortales, porque no dejan nunca de vivir y no mudan, sino que existen siempre del mismo modo» (Comentario al de divinis nominibus, lez. 10.n. 3). (traducido por el traductor).
La así denominada eternidad participada, corresponde a lo que los autores medievales, en particular Santo Tomás, llamaban evo o eviternidad.
5. El purgatorio existe fuera del tiempo en la vida presente.
Por cierto no es eterno pues tiene un comienzo y un fin.
Está fuera o más allá del tiempo de la vida presente.
Se puede decir que se encuentra en la condición de la eviternidad, parecida a la de los bienaventurados y de los condenados que hasta el fin del mundo pueden crecer en la bienaventuranza accidental o en la pena de sentido.
6. Acerca de la segunda pregunta, hay que tener en cuenta que en el más allá no estaremos separados los unos de los otros como ocurre en la vida presente, sino que nos encontraremos en Dios, en particular viendo en la mente de Dios.
Y en la mente de Dios nos encontramos mutuamente.
Encontrándonos en la eternidad no hará falta hablar. Por otro lado, antes de la resurrección de los muertos estaremos privados de nuestro cuerpo y por lo tanto también de nuestros sentidos.
En una palabra: en Dios nos comunicaremos entre nosotros con toda perfección, sin necesidad de verbalizar pensamientos y sentimientos.
Te bendigo, te deseo una serena y Santa Navidad y te recuerdo en la oración.
Padre Angelo