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Buenas tardes, Ave María
Una rápida pregunta…
Considerando que Cristo resucitó con un cuerpo glorioso y la Santa Misa no es un replicar el sacrificio de la cruz, sino un memorial incruento, pero puesto que se trata del Cuerpo y Sangre verdaderos, me pregunto si Cristo sufre en sus miembros en el caso que la Eucaristía fuera profanada durante una misa negra o simplemente si cayera al suelo y/o fuera pisoteada… Considerando que es bienaventurado, ¿lo es también su cuerpo eternamente?
Le agradezco infinitamente y que tenga un santo domingo.
Marco
Risposta del sacerdote
Querido Marco,
1. puesto que Cristo ha resucitado de entre los muertos y puesto que su cuerpo es glorioso, en la Misa no sufre en la eventualidad que se verificara una profanación.
Sin embargo, por esta profanación ya sufrió y expió al estar bien presente durante toda su vida y sobre todo durante su pasión y muerte.
Esto en virtud de su perfectísimo conocimiento, por el que estaban presentes individualmente todas las personas y los eventos de la vida de este mundo.
2. Santo Tomás dice que en la última cena el cuerpo de Cristo que en sí mismo era pasible (sujeto al sufrimiento) se hallaba en las especies sacramentales de forma impasible, es decir, no sujeto al sufrimiento, de la misma manera en la que, en las especies sacramentales era invisible mientras que en sí mismo era visible.
Luego lo explica diciendo: “De hecho, como la visión requiere el contacto del cuerpo que se ve con el medio circunstante, así la pasión requiere el contacto del cuerpo que sufre con las cosas que actúan sobre él. Ahora bien, el cuerpo de Cristo, según el modo en que está presente en el sacramento, no se relaciona con el medio circunstante a través de sus propias dimensiones, con las que los cuerpos se tocan entre sí, sino a través de las dimensiones de las especies del pan y del vino. Por tanto, son estas especies las que se ven y padecen, y no el cuerpo de Cristo” (Suma teológica, III, 81,3)
3. Por lo que más adelante escribe: “Por eso algunos poéticamente dijeron: Asocia el dolor al cuerpo que en el cáliz se conserva, pero no intentes dolería desde fuera” (Suma teológica, III, 81,4).
Este sufrimiento suyo con el mérito consiguiente, está presente de forma incruenta en la celebración eucarística.
4. Lo cual no quita que quien profana la eucaristía comete un sacrilegio gravísimo. Es uno de los cinco pecados que pueden ser perdonados sólo por la Santa Sede, recurriendo a la Penitenciaría Apostólica.Te bendigo, te deseo todo bien para la Navidad que ya está cerca y te recuerdo en la oración.
Padre Angelo