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Querido Padre Angelo,
Quisiera formularle una pregunta bastante especial sobre el alma.
He oído que a veces ha sucedido, por ejemplo, en casos de coma u otras experiencias previas a la muerte, que durante ese estado el enfermo podía ver su cuerpo impotente y las personas que le rodeaban desde fuera.
Le pregunto si en estos casos el alma haya abandonado el cuerpo, aunque sea solo momentáneamente.
Y luego le pregunto si es posible que esto ocurra en el caso de otras enfermedades, como por la demencia senil o la enfermedad de Alzheimer.
Pues me pregunto si la enfermedad del cerebro que deja inconsciente, provocando un embotamiento de las facultades superiores, podría corresponder a un entorpecimiento de las facultades del alma.
Pero si el alma permanece consciente, inteligente, con memoria y voluntad, ¿permanece en el cuerpo en caso de los enfermos mentales y se limita a permanecer en silencio?
Pongo estas preguntas porque desde hace aproximadamente un mes mi madre de 87 años sufre síntomas de demencia y a menudo no me reconoce como su propia hija.
Sin embargo a veces me encontraba en dificultades sobre cómo actuar con ella porque me parecía oír a mi madre a mi lado animándome mientras ella estaba delante de mí diciendo algo totalmente distinto.
¿Es mi imaginación? ¿O el alma de mi madre viene a ayudarme fuera de su cuerpo?
Gracias de antemano por su respuesta.
Que Dios la bendiga por el apostolado que realiza anunciando la verdad y disipando las dudas.
María
Querida María,
1. El alma, que es el principio vital, se desprende del cuerpo sólo en el momento de su muerte.
Mientras el cuerpo está vivo, está unido a su alma.
Las llamadas experiencias previas a la muerte son de personas que aún están vivas, cuya alma está perfectamente unida a su cuerpo.
Estas experiencias son estados psicológicos particulares que nos resultan difíciles de explicar…
2. No podemos hablar de personas que han ido más allá y luego han vuelto.
Esto se debe también a que la mayoría de las veces sus descripciones no se corresponden con las realidades que nos enseñan la Revelación Divina y la Iglesia, a saber, que al final de nuestra vida hay un juicio, que ocurre en un instante y al que sigue inmediatamente el estado para el que el alma se ha preparado: infierno, purgatorio, o paraíso.
3. Por supuesto, no podemos negar a primera vista que a algunos agonizantes el Señor puede manifestarse de manera especial.
Esto lo confirma la experiencia de muchos santos que han visto al Señor o a la Virgen venir hacia ellos.
Y también lo confirman aquellos que, en el último momento de su vida, han visto al diablo venir a tentarles, como leemos en el relato de la muerte de San Martín de Tour.
4. Tampoco podemos negar que el Señor puede comunicarles sensaciones particulares, que pueden reconducirse a ciertas experiencias de antes de la muerte, para hacerles comprender el peligro de su situación y conducirles a la conversión.
Desde este punto de vista, se pueden leer algunos testimonios dados por personas de cuya autenticidad no se puede dudar y que lo han manifestado con signos inequívocos impresos en sus cuerpos y con una auténtica conversión de vida.
Pero estas son siempre las experiencias de personas cuyas almas aún no se han separado de sus cuerpos.
Porque tan pronto como se produce la separación hay un juicio inmediato e inmediatamente entramos en el estado para el que nuestra alma está preparada en aquel momento.
5. Con respecto a los ancianos que padecen alguna enfermedad particular, hay que decir que también en ellos el alma está perfectamente unida al cuerpo y lo anima.
Sin embargo, algunas facultades del alma, como la mente y la voluntad, permanecen debilitadas, embotadas y a veces casi paralizadas porque la parte sensorial (el cerebro y otras facultades sensitivas) ya no funcionan como deberían.
6. Nosotros, que miramos desde fuera, a veces vemos a algunas de estas personas como ebrias.
Pero no sabemos lo que ocurre en su interior.
Es cierto que Dios no abandona a nadie con su voluntad salvadora y que siempre se ocupa de todos con su misericordia eterna.
Su salvación, sin embargo, está siempre vinculada a su respuesta libre hacia la gracia.
7. Por lo que se refiere a la sensación de haber sentido que tu madre estaba a tu lado y, al mismo tiempo, verla en su estado de enfermedad: no se puede excluir que el Señor haya querido consolarte y fortalecerte a través de esa sensación.
Pero estoy seguro de una cosa: que el alma de tu madre no había abandonado su cuerpo en ese momento. De lo contrario, habría muerto.
Te deseo lo mejor, te recuerdo al Señor y te bendigo.
Padre Angelo
Traducido por SusannaF