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Querido Padre,
Me llamo Lorenzo y ya le he escrito en otras ocasiones sobre diversos asuntos.
Esta vez le escribo sobre un asunto que me concierne.
Debo decir que soy un católico creyente y practicante, que además participa en encuentros de oración (cenáculos).
Al mismo tiempo, sin embargo, también tengo una vida social activa y salgo a menudo los sábados por la noche. Desgraciadamente, el 90% de mis amigos no son creyentes, sino ateos, agnósticos, etc., y van a sitios donde suelen emborracharse, drogarse, etc., además desgraciadamente el número de personas de mi edad (35 años) que son creyentes y católicos practicantes se pueden contar con los dedos de una mano, sobre todo en una ciudad pequeña como en la que vivo.
A veces estas salidas son ocasión de discursos vulgares, fútiles y triviales, en los que me veo envuelto… también a menudo cuando estoy con ciertas personas y en ciertos lugares tiendo a exagerar con la bebida. Hace poco leí un artículo, este …. que me hizo pensar mucho.
En la práctica dice que los cristianos están llamados a una vida de ocultamiento y alejamiento del mundo, de hecho, en este periodo siento como una voz que me dice precisamente que evite de cualquier manera las ocasiones mundanas; por otro lado, muchos santos laicos lo han hecho y la misma Virgen con los primeros cristianos siempre vivieron apartados, incluso en Éfeso donde habitó la Virgen.
El problema es que desgraciadamente soy homosexual (aunque no estoy a favor de las uniones de homosexuales, ni de la cultura gay, ni del ingreso de los homosexuales en las órdenes sagradas, etc.), y un estilo de vida así me costaría mucho, porque necesito expresar mi sexualidad a través de las amistades, no pudiéndolo hacer obviamente por la vía genital.
Además, he padecido y padezco (aunque estoy mucho mejor) un síndrome ansioso-depresivo bastante grave, para el que tomo medicación, y no quisiera que una vida más retraída me llevara a un exceso de tristeza, que sería absolutamente perjudicial para mí. ¿Qué debo hacer, padre? ¿Es el Señor quien me habla? ¿O es un engaño de Satanás que quiere empujarme a «cosas demasiado altas» para mí? Estoy dividido…
Gracias por el tiempo que pueda dedicarme y espero su respuesta.
Con cariño…
Lorenzo
RESPUESTA
Querido Lorenzo,
1. Hay un malentendido sobre el aislamiento de los cristianos de este mundo.
Retirarse no debe entenderse como retirarse del mundo, porque eso iría en contra del espíritu del Evangelio.
El Concilio Vaticano II, en la Constitución Dogmática Lumen Gentium, identifica el papel de los fieles laicos en el mundo de la siguiente manera: «Es vocación de los laicos buscar el reino de Dios ocupándose de las cosas temporales y ordenándolas según Dios» (LG 31).
Buscan la santidad (igual que el reino de Dios) sin huir del mundo, sino estando dentro de este mundo (trabajo, familia, política, deporte, arte, escuela…) ordenando todo según el plan de Dios.
2. El Concilio añade: «Viven en el mundo, o sea, están implicados en todos los diversos deberes y trabajos del mundo, en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social, con las que su existencia está como entretejida.
Allí están llamados por Dios a contribuir, por así decirlo, desde dentro, a la santificación del mundo, ejerciendo su oficio bajo la guía del espíritu evangélico, y de este modo proclamar Cristo a los demás principalmente por el testimonio de su propia vida y por el resplandor de su fe, esperanza y caridad.
Por tanto, es su especial responsabilidad iluminar y ordenar todas las cosas temporales, a las que están estrechamente vinculadas, para que se hagan y crezcan constantemente según Cristo y sean de alabanza al Creador y Redentor.” (LG 31).
3. Entre las diversas realidades que estás llamado a vivir con espíritu evangélico están las amistades, que constituyen una parte importante de la vida de cada persona.
Tus amistades son buen terreno para el apostolado.
Sobre todo, porque tus amigos dejan algo que desear, pues no satisfacen del todo en cuanto a lenguaje y otras cosas.
Pero tú estarás en medio de ellos con espíritu evangélico.
Como nos dijo el Señor, estarás en el mundo, es decir, en medio de las realidades de este mundo, incluyendo las amistades, pero no serás del mundo, es decir, no amarás el pecado.
4. Para estar con espíritu evangélico en medio de tus amigos, tendrás que cultivar tu vida interior, como ya estás haciendo al participar en cenáculos y encuentros de oración.
Recomiendo, en particular, la regularidad y la frecuencia de la Santa Misa y de la confesión sacramental, aunque no tengas pecados graves.
Entre las devociones, te recuerdo el rezo diario del Santo Rosario.
Y si puedes, añade el rezo de la Coronilla a la Divina Misericordia.
5. Con el fin de vivir la vida cristiana de esta manera, me gusta recordar la hermosa figura del Beato Pier Giorgio Frassati, terciario dominico que murió a los 24 años.
Comulgaba todos los días, se confesaba todas las semanas e incluso, más de una vez, rezaba el pequeño Oficio de la Virgen y el Santo Rosario.
Con sus amigos era un agitador, tanto que, jugando con su apellido, a veces le llamaban Pier Giorgio Fracassi.
6. Esos son algunos de los testimonios que se han dejado sobre él.
La primera es del dominico Fr. Enrico Ibertis, a quien le llamó la atención su recogimiento durante el rito de entrada en la Tercera Orden al vestirse o imponerse el escapulario dominicano: «Para todos nosotros fue una verdadera sorpresa y un verdadero motivo de admiración verlo cerrado en el recogimiento de la vestidura. A quienes estaban acostumbrados a verle explotar continuamente en su inalcanzable humor alegre, fue como pasar repentinamente del día a la espesa oscuridad de la noche: resultó más que una sorpresa, un vuelco que reveló una naturaleza secreta, muy tenaz y nueva.”
7. Otro sacerdote, presente durante el rito, escribió: «Me llamó la atención la compostura, la seriedad y la devoción de un joven alto, robusto, elegantemente vestido y guapo que tomó el nombre de Fray Jerónimo.
También recuerdo la alegría, el júbilo de aquel joven, alegría que se filtraba de poro a poro.
Además, recuerdo el… alboroto en la sacristía con sus compañeros al final de los servicios: parecía que la iglesia al igual que la sacristía y el convento se iban a caer«.
Era una alegría y una vivacidad incontenibles.
8. El bien que llevó a cabo Pier Giorgio con sus amigos es inimaginable.
Los involucró en sus actividades de apostolado, oración y testimonio de vida cristiana.
Todo el mundo estaba contento de estar con él porque no era un amargado.
La alegría interior que obtenía de la presencia del Señor a través de su estado de gracia y de su vida de oración se derramaba en amistades cálidas y agradables.
Al mismo modo deseo que tengas éxito en conciliar tu vida interior con las relaciones vivas con todo el mundo.
Por eso te aseguro mi recuerdo en la oración y te bendigo.
Padre Angelo
Traducido por SusannaF