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Hola Padre Angelo.

¿Cómo está? Espero que esté bien.

En primer lugar, quisiera agradecerle por su valioso apostolado, por la claridad y la ortodoxia con las que siempre responde a todas las preguntas. No es fácil en absoluto, encontrar hoy en día sacerdotes tan preparados en asuntos de fe y doctrina, capaces de conciliar la justicia con la misericordia, respetando siempre la dignidad de la persona humana. ¡Gracias! ¡Muchas veces gracias!

También le escribo para hacerle una pregunta sobre la confesión. No siempre puedo confesarme con el mismo confesor y, por necesidad, a menudo me veo obligado a cambiar. A veces he recibido del confesor algunos consejos y exhortaciones durante mi confesión (en forma de compromisos reales para garantizar la absolución) bastante curiosos. Por ejemplo, un sacerdote me dio el número de teléfono de una vidente que conoce, después de haberme invitado a llamarla para que le pudiera pedir consejos a ella (dice hablar con la Virgen). No lo hice, y regresando otras veces al mismo confesor me repitió: ¿Has podido llamar a *****?» Incluso ese sacerdote acudió directamente a esta señora para recibir consejos referentes a mi vida.

En otra ocasión, ese confesor, me aconsejó suspender mis estudios. Habría más que contar, pero me detengo aquí.

Consciente, aunque con pena, no pude obedecer a estos y a otros consejos que sentía «inadecuados» para mí, aunque en sí mismos no estaban mal. Ahora tengo muchas dudas ya que, otro sacerdote me dijo explícitamente que, si no me comprometía a seguir sus consejos, tendría que comunicarlo en mi próxima confesión.

Me dijeron también que no basta con arrepentirse de los pecados o tener el propósito de no cometerlos más, sino también hay que seguir el consejo del confesor, de lo contrario sería un «falso arrepentimiento» y una burla hacia el Señor.

De hecho, ¿cómo puedo arrepentirme de este «pecado» y, por tanto, tener el propósito de no cometerlo más? Puedo seguramente lamentar la desobediencia al confesor, pero no creo que, para que mi confesión fuera válida, debería tener la firme intención de llamar a una vidente o algo similar.

¿Estoy realmente obligado a obedecer el consejo del confesor? Quiero aclarar que cuando hablo de «consejo» o «exhortaciones» no me refiero ni a la penitencia o la satisfacción, ni a evitar el mal u oportunidades (es obvio que obedecer en estos casos, es más que necesario). Me refiero a la realización de obras que son buenas o útiles para mi vida.
¿Cometería pecado si en mi libertad eligiera hacer lo contrario? ¿Debería considerarlo desobediencia?

¿Cómo tengo que comportarme? Por estudiar teología, a menudo estoy en desacuerdo con algunos comportamientos de ciertos sacerdotes, especialmente porque ellos representan un sacramento tan importante. Por ejemplo, el contestar al teléfono durante la confesión o el hábito ahora generalizado de confesar en sus oficinas o en medio de los bancos en una Iglesia donde hay confesionarios, sin razón alguna.

Por favor, no tome estas «críticas» como irreverencia hacia los ministros de Dios. Rezo por ellos y sobre todo trato de no criticarlos, pero no tolero algunas cosas, lo siento. Aun así, evito señalarlo para evitar que se indignen. A veces, es mejor permanecer en silencio y tomarlo como un ejercicio de humildad y amor filial a la Madre Iglesia.

Me disculpo por haber sido demasiado largo mientras que, agradecido por su tiempo, le pido un Ave María para mí y mis familiares.
¡Un abrazo fraterno y felicidades para una Santa Navidad (2019)!


Querido…
El alcance de la acción del sacerdote en una confesión es el del foro interno, es decir, de la conciencia.

Más precisamente se refiere a la cuestión de la confesión, es decir, a los pecados y a la correcta conducta en el Sacramento.

1. La obediencia que los fieles deben prestar al sacerdote en aquel momento es todo lo que se refiere a la integridad y a la celebración más fructífera del Sacramento. Por esta razón, como recuerda el antiguo Ritual Romano «si el penitente no ha expresado el número, las especies y las circunstancias que puedan cambiar tal especie, el sacerdote con cautela (si lo considera apropiado) lo interrogará».

2. En segundo lugar, teniendo en cuenta las habilidades y la situación del penitente, el sacerdote tiene el deber de instruirle y recordarle lo que tiene que hacer para evitar las próximas ocasiones de pecado, para poner en práctica la debida restitución o reparación de los pecados cometidos contra la justicia divina.

Así, el sacerdote lleva a cabo su labor como maestro.

3. En tercer lugar, debe preparar al penitente para que haga una verdadera contrición de sus pecados y así sanarse espiritualmente y luego decidir cambiar de modo de vida. Por tanto, puede dar consejos, pero todo refiriéndose a la confesión de los pecados. Aquí el sacerdote es un doctor de las almas.

Si son consejos que no van más allá de la confesión no son vinculantes en conciencia.

4. Por último, tiene el deber de dar, negar o aplazar la absolución de acuerdo con las disposiciones del penitente. Aquí ejerce su papel como juez.

5. Por tanto, la obediencia al confesor se refiere al asunto del Sacramento: al expresar el verdadero arrepentimiento y el propósito de cambiar vida, su propia acusación y luego sobre la penitencia que se debe hacer.

6. Si el sacerdote, debido a la dirección espiritual, da otros consejos, siempre debe puntualizar que están afuera de la confesión. Por supuesto, si se le pregunta si sería apropiado seguir adelante con los estudios o suspenderlos, puede dar su opinión. Pero por iniciativa propia no puede proponer suspenderlos a menos que causen pecado grave. Su labor es la de iluminar las conciencias para que cada uno pueda tomar sus propias decisiones. Ese sacerdote no puede suplantar la decisión de nadie.

7. Los Consejos también deben seguir los caminos prudenciales comunes de la acción humana. Aconsejar ir a un vidente no sigue los caminos prudenciales comunes de la acción humana. Tampoco el confesor puede ir a un vidente bajo pena de pecado. Como mucho podría aconsejar, incluso calurosamente, de pedir consejos a otro sacerdote auténtico de Dios. Pero no puede forzarlo.

8. Puede aconsejar de dirigirse a otro confesor u otro director espiritual por no querer la responsabilidad, ante Dios, de guiar a esa persona en particular. No obstante, si el penitente le quiere sólo a él como confesor, este se prestará a dar consejos sólo en referencia a la materia acusada en confesión y no en otra.

Te deseo lo mejor, te recuerdo en mis oraciones al Señor y te bendigo.

Padre Angelo


Traducido por Susanna F