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Querido Padre Ángelo,

Soy un chico de 13 años y soy monaguillo en una iglesia a pocos kilómetros de mi casa. Le escribo porque me gusta mucho ser monaguillo. Sin embargo, allí mi párroco me obliga a comulgar de un ministro extraordinario diciendo que es lo que conviene hacer y que pensar lo contrario es una idea «malsana».

Con el sacerdote anterior solía comulgar directamente de él y en la boca. Ahora ya no es así y estoy indeciso si abandonar lo del monaguillo e ir a misa a otros sitios o seguir lo que me gustaría hacer y, armándome de paciencia, quedarme allí.

¿Qué me aconseja, padre?

Muchas gracias

Respuesta del sacerdote

Querido,

1. no es una idea malsana recibir la sagrada Comunión de la mano del sacerdote, pues así como Cristo entregó su cuerpo y su sangre a los apóstoles con sus manos, así el sacerdote -que en el altar es la imagen viva de Jesús sumo y eterno sacerdote y buen pastor- distribuye el cuerpo y la sangre del Señor con sus manos.

2. Por eso, sólo él y el diácono son ministros ordinarios de la Sagrada Comunión.

Los demás son ministros extraordinarios, como sustitutos.

3. Además, los fieles tienen derecho a recibir la Sagrada Comunión en la boca o en la mano.

Darla en la boca o en la mano no queda a discreción del ministro.

El ministro debe servir en fidelidad a las leyes de la Iglesia, no imponer.

Si la Iglesia deja al arbitrio de los fieles tomarla en la boca o en la mano, el ministro (laico o clérigo) debe obedecer a los fieles.

4. Sólo en casos extraordinarios, por ejemplo una pandemia, la autoridad de la Iglesia puede pedir a todos que la reciban en la mano.

Pero ahora la Conferencia Episcopal ha vuelto a dejar a criterio de los fieles recibirla en la mano o en la boca, de pie o de rodillas, salvo que un obispo en su diócesis ordene lo contrario por peligros particulares.

5. Así como el obispo en las celebraciones litúrgicas no delega, sino que distribuye la sagrada Comunión a los ministrantes con sus propias manos, así también el sacerdote debe hacer lo mismo.

Sobre todo, no puede imponer ir a recibirla de un ministro extraordinario, que a su vez impone arbitrariamente recibirla como él decide.

6. Te aconsejo que hables muy tranquilamente con el sacerdote sobre esto y le pidas que se acomode a tu sensibilidad, como es tu derecho y su deber.

Por supuesto que no le hablarás así, pero la esencia debe ser esta.

7. Concluyo citando las normas de la Iglesia sobre la distribución de la Sagrada Comunión que se encuentran en la instrucción de 2004 Redemptionis sacramentum.

A continuación las cito:

[88.] Los fieles, habitualmente, reciban la Comunión sacramental de la Eucaristía en la misma Misa y en el momento prescrito por el mismo rito de la celebración, esto es, inmediatamente después de la Comunión del sacerdote celebrante. Corresponde al sacerdote celebrante distribuir la Comunión, si es el caso, ayudado por otros sacerdotes o diáconos; y este no debe proseguir la Misa hasta que haya terminado la Comunión de los fieles. Sólo donde la necesidad lo requiera, los ministros extraordinarios pueden ayudar al sacerdote celebrante, según las normas del derecho. 

[89.] Para que también «por los signos, aparezca mejor que la Comunión es participación en el Sacrificio que se está celebrando», es deseable que los fieles puedan recibirla con hostias consagradas en la misma Misa. 

[90.] «Los fieles comulgan de rodillas o de pie, según lo establezca la Conferencia de Obispos», con la confirmación de la Sede Apostólica. «Cuando comulgan de pie, se recomienda hacer, antes de recibir el Sacramento, la debida reverencia, que deben establecer las mismas normas». 

[91.] En la distribución de la sagrada Comunión se debe recordar que «los ministros sagrados no pueden negar los sacramentos a quienes los pidan de modo oportuno, estén bien dispuestos y no les sea prohibido por el derecho recibirlos». Por consiguiente, cualquier bautizado católico, a quien el derecho no se lo prohiba, debe ser admitido a la sagrada Comunión. Así pues, no es lícito negar la sagrada Comunión a un fiel, por ejemplo, sólo por el hecho de querer recibir la Eucaristía arrodillado o de pie.

[92.] Aunque todo fiel tiene siempre derecho a elegir si desea recibir la sagrada Comunión en la boca, si el que va a comulgar quiere recibir en la mano el Sacramento, en los lugares donde la Conferencia de Obispos lo haya permitido, con la confirmación de la Sede Apostólica, se le debe administrar la sagrada hostia. Sin embargo, póngase especial cuidado en que el comulgante consuma inmediatamente la hostia, delante del ministro, y ninguno se aleje teniendo en la mano las especies eucarísticas. Si existe peligro de profanación, no se distribuya a los fieles la Comunión en la mano.

8. Antes de hablar con el párroco, reza con el Santo Rosario para que el Señor le disponga a escucharte de buen grado y a satisfacer sus legítimas peticiones. También esto es importante. De hecho, es indispensable.

Te acompaño con mi oración y te bendigo.

Padre Ángelo