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Cuestión
Querido Padre Ángelo
Observo con mucho gusto todo lo que escribes en respuesta a las dudas de muchas personas, dudas que a menudo comparto y que encuentran su resolución precisamente gracias a tus respuestas. Hoy me gustaría plantearos dos preguntas que me he hecho últimamente, constituyendo (me doy cuenta) su no respuesta también una tentación que pretende debilitar mi frágil fe:
1) en los días relativos a la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, escuchamos que Nuestro Señor ha vencido a la muerte con su Resurrección. ¿Ahora bien, aquí por “victoria sobre la muerte” hay que entender principalmente la vida eterna, derivada por el rechazo por parte de los pecadores del Amor de Dios, o se entiende sólo la victoria corporal, que Jesús ganó resucitando con un cuerpo glorioso (cuerpo glorioso que también nosotros tendremos, gracias a Él, el día del Juicio Final)?
2) ¿Qué se entiende por “Gloria de Dios”? ¿Y qué significa “dar gloria a Dios”? Porque en el último caso, uno está tentado a pensar que Dios está como “hambriento” de que le glorifiquemos, como si uno alimentara así una especie de “ego” de Dios (lo que claramente sé que es falso, porque Dios es perfecto y en Él no reside esta necesidad o este “orgullo” que en cambio es propio de nosotros los hombres, pero al mismo tiempo no puedo darme una respuesta que pueda calmar esta duda).
Te pido perdón por estas preguntas que seguramente te parecerán banales, pero desgraciadamente derivan de mi condición de “pequeño” en la fe.
Gracias de antemano por la amable respuesta. Que Dios te colme de todas las bendiciones por todo lo que haces.
Respuesta del sacerdote
Querido,
1. Cuando se dice que Cristo venció la muerte, debe entenderse que venció tanto la muerte espiritual cuanto la muerte material o corporal. Venció la muerte espiritual causada por el pecado. San Pablo enseña que Cristo ” el cual fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación.” (Rm 4,25). Fue resucitado para comunicar a nuestras almas la vida de la gracia, que es una resurrección y una participación en la vida sobrenatural de Dios.
2. Con su resurrección, Cristo venció también la muerte que había golpeado su cuerpo, es decir, la muerte corporal. Y es una victoria definitiva porque no resucitó para volver a la vida anterior, por la que habría muerto de nuevo, sino para entrar con su cuerpo en la vida eterna y gloriosa de Dios. La Sagrada Escritura dice: ” Sabemos que Cristo, después de resucitar, no muere más, porque la muerte ya no tiene poder sobre él.” (Rom 6,9).
3. Esta victoria es un prerrequisito para la victoria que él, como nuestra cabeza, traerá también sobre nuestro cuerpo muerto al final del mundo con la resurrección final: “No se asombren: se acerca la hora en que todos los que están en las tumbas oirán su voz y saldrán de ellas: los que hayan hecho el bien, resucitarán para la Vida; los que hayan hecho el mal, resucitarán para el juicio.” (Jn 5,28-29). Así se entiende lo que dice San Pablo cuando afirma: “El último enemigo que será vencido es la muerte” (1 Cor 15,26).
4. A continuación me preguntas qué significa la expresión “gloria de Dios” y también qué significa dar gloria a Dios. En la Sagrada Escritura, la gloria de Dios se entiende como el modo de ser y actuar de Dios: “Los egipcios sabrán que soy el Señor, cuando yo me cubra de gloria a expensas del Faraón, de sus carros y de sus guerreros” (Ex 14,18), o incluso la manifestación de su presencia. Por ejemplo, “y la gloria del Señor se estableció sobre la montaña del Sinaí, que estuvo cubierta por la nube durante seis días” (Ex 24,16). O incluso su naturaleza y poder divinos: “El Verbo Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.” (Jn 1,14). Como también en las bodas de Caná: “manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él”. (Jn 2,11).
5. Hacer todo para la gloria de Dios no debe entenderse en el sentido de que podamos añadir algo a Dios, ya que dependemos totalmente de Él en el ser y en el actuar. Actuar para la gloria de Dios significa hacer a Dios más presente en nosotros y hacerlo presente en los demás. En este sentido, los ángeles en la noche de Belén cantaron: “Gloria a Dios en las alturas”. De hecho, lo hacen presente en la tierra. Y en este sentido entendemos también la expresión “trabajar para la gloria de Dios”, como en San Pablo: “En resumen, sea que ustedes coman, sea que beban, o cualquier cosa que hagan, háganlo todo para la gloria de Dios” (1 Cor 10,31), es decir, para trabajar para el Señor y hacerlo presente en nosotros y en los demás. Con el deseo de que todo lo hagáis para la gloria de Dios y podáis poseerlo según el deseo de Jesús, ” Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno” (Jn 17,22).
Te encomiendo al Señor y te bendigo.
Padre Ángelo