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Querido Padre Angelo,
en mi familia existe una práctica, que mis padres llaman «novena», según la cual se pide a un santo por el éxito o el fracaso de un acontecimiento más o menos importante. Si se producen supuestas señales, como el encendido de las luces o el paso de los coches a altas horas de la noche, el acontecimiento se producirá, si no, no.
Ahora bien, puede que tenga 25 años, espero no pecar de soberbia, pero conozco bastante bien las Escrituras y el Magisterio, no perfectamente, pero las bases son ciertamente sólidas, a diferencia de la inmensa mayoría de los católicos (para mí la Biblia y las enseñanzas de la Iglesia son verdades absolutas, que hay que defender con uñas y dientes) y siempre discuto con mis padres, incluso muy seriamente, tratando de explicarles que la llamada «novena» es algo asociado a la adivinación, que en el Deuteronomio Dios condena. De hecho, en la «novena» se quiere predecir el futuro, sabiendo de antemano que la cosa sucederá o no con la ocurrencia o no de esos signos.
Me siento obligado a retomar, lo hago por ellos, pero sobre todo por Dios, para defender sus verdades. Y para mí, la «novena» es la adivinación.
Dicen que se hace de buena fe, pero yo respondo que esa práctica es adivinación y con Dios no existe la buena fe: si Dios prohíbe, prohíbe y no se puede desviar a derecha o izquierda porque en Dios no hay medias verdades. Ahora os pido consejo, estoy dispuesto a revisar mi pensamiento, si se aprueba la práctica (lo dudo).
Además, siempre me he opuesto a estas prácticas porque, en mi humilde opinión, si Dios (o el Santo al que se le pide, o Dios a través del Santo) se molesta en dar señales si la cosa ha de salir bien o en no dar señales si no ha de salir bien, entonces los fieles pueden sentirse mejor que los demás al contar con el favor de los Santos con los que se comunican para recibir o no señales, lo que les acerca al orgullo, aunque no se den cuenta.
Además, siempre me he opuesto a estas prácticas porque, en mi humilde opinión, si Dios (o el Santo al que se le pide, o Dios a través del Santo) se molesta en dar señales si la cosa ha de salir bien o en no dar señales si no ha de salir bien, entonces los fieles pueden sentirse mejor que los demás al contar con el favor de los Santos con los que se comunican para recibir o no señales, lo que les acerca al orgullo, aunque no se den cuenta.
Por último, me gustaría preguntar si los herejes obstinados, que rechazan muchos dogmas de la fe, incluso los fundamentales (la Trinidad o la Asunción de la Virgen María), que no creen en la Iglesia y en su poder de perdonar los pecados por ignorancia religiosa, por seguir revelaciones privadas condenadas por la Iglesia y/o por los pecados que comete la Iglesia hoy en día, pero siempre hay que distinguir entre la impecabilidad y la infalibilidad de la Iglesia y esto no lo quieren entender, pero son altruistas y buenos, se arriesgan a la condena eterna, porque tengo ejemplos en mi familia y debo saber cómo comportarme.
A la espera de su respuesta absolutamente satisfactoria como siempre, mis más cordiales saludos Alessandro
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Querido Alessandro,
1. a la primera pregunta: es pura superstición lo que me cuentas.
Y es una práctica supersticiosa que se remonta a la adivinación.
Es contrario a la confianza en la Divina Providencia y no pocas veces entra en ella el diablo, que por la naturaleza de su inteligencia puede intuir o predecir ciertas cosas.
Por lo tanto, hace bien en mantenerse alejado de ella.
El Catecismo de la Iglesia Católica dice: «La actitud cristiana justa consiste en entregarse con confianza en las manos de la providencia en lo que se refiere al futuro y en abandonar toda curiosidad malsana al respecto» (CIC 2115).
2. Dices que esta gente no ve nada malo en ello. Pero, ¿qué hacen estas personas cuando las «señales» son negativas?
Recurren a otras prácticas para alejar el mal.
Y así caen cada vez más en una espiral de miedos infundados y no pocas veces de conexiones con quien les inspira todas esas supersticiones.
Mal asunto es ponerse de manera tan insensata en manos de nuestro común adversario y eludir la más amorosa Divina Providencia.
3. Por tu parte, tienes que dar un hermoso testimonio de vida cristiana.
Mantente en gracia para que todos comprendan cuán ciertas son las palabras de Dios que leemos en la carta de Santiago: «Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.
Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros». (St 4,7-8).
4. Para la segunda pregunta: a veces algunas personas son herejes de buena fe o por ignorancia.
Pero muchas veces se niegan muchas verdades de fe por su propia conducta moral, que no es inmaculada.
No hay que olvidar que el pecado mortal nubla la conciencia. Y a veces incluso lo ciega.
Sobre todo, los pecados de impureza producen cecituto mentis (ceguera de conciencia).
Así que más que los pecados de algunos hombres de la Iglesia (porque la Iglesia en sí misma es santa, es la Esposa de Jesucristo) son sus propios pecados personales los que nublan la mente.
5. Ciertamente, los pecados de los eclesiásticos son particularmente detestables y deplorables, porque los pastores – como dice San Pedr o- deben ser modelos para el rebaño (1 Pe 5,3).
Y si no son un modelo debido a pecados particularmente graves, deberían apartarse.
Cabe preguntarse: ¿Por qué no lo hacen? ¿Por qué no se apartan?
Precisamente por la razón que te he dicho: porque el pecado les nubla la conciencia y les hace pensar que lo que hacen no es tan reprobable.
Y así, el rostro de la Iglesia de Cristo, que debería ser un reflejo de la santidad de Dios ante los hombres, está cada vez más desfigurado.
6. Pero volviendo a la pregunta que has formulado, es decir, si pueden salvarse las personas que están en el error a causa de la ignorancia y la buena fe, digo lo siguiente: si no están en el error a causa de la ceguera de conciencia producida por una conducta moral reprobable, confiamos en su salvación porque Dios no niega la gracia a los que cumplen con su deber («facientibus quod in se est Deus non denegat gratiam«).
Te recuerdo al Señor y te bendigo.
Padre Angelo
Traducido por Letizia De Carlonis