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Buenos días padre,
tengo varias preguntas que hacerle. Le cuento esto, con respecto a su respuesta a un joven de 21 años que estaba haciendo discernimiento sobre su vocación y se había encomendado a Santo Domingo: cuando usted le habló de la experiencia del Santo, yo también me sentí consolado porque actuamos del mismo modo, encomendándonos Santo Domingo. Cuando usted le habló de la experiencia de Santa Catalina con Domingo, yo también sentí una confirmación.
Cuando leí la promesa de Santo Domingo a Santa Catalina, tuve la impresión que no era una simple lectura, sentía como si las palabras de Santo Domingo estuvieran dirigidas hacia mí, al principio no quería creerlo porque deseaba ser prudente y cauteloso, sin embargo ahora que usted padre, se lo confirma a este joven, yo también me siento involucrado, ahora no me queda sino esperar y vivir con paciencia porque Santo Domingo lo ha prometido.
Gracias una vez más padre por su servicio, por ser el Beato Raimundo de nuestras Catalinas interiores.
Esperemos que en un futuro sus hermanos también lo puedan ayudar.
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Respuesta del sacerdote
Queridísimo amigo Filipino
1.me alegra que te hayas sentido identificado con las dos experiencias que he relatado. Para beneficio de nuestros visitantes las contaré nuevamente.
2. Aquí va la primera, un joven estaba indeciso si entrar en nuestra orden o en el seminario diocesano. Le pedí que rezara la novena del beato Giordano al Santo Padre Domingo con una intención particular: que si Santo Domingo quería que él se volviera su hijo, se lo mostrara. Justo en el último día, al final de la novena sintió una alegría especial junto con un deseo muy fuerte de entrar en nuestra orden. Todas sus dudas desaparecieron como por arte de magia y en cambio de su inquietud había recibido una gran paz. Y así fue, pienso que es una experiencia que vale la pena repetir.
3. La segunda se refería a Santa Catalina de Siena. Estaba deseosa de ser dominica porque los hermanos de esta orden estaban dedicados a la salvación de las almas a través de la predicación. Así fue como tuvo la confirmación del cielo, tal como fue narrada por el beato Raimundo de Capua, su confesor y primer biógrafo.
4. “En aquel momento aumentó el deseo que había tenido desde niña la santa virgen, y que ahora para conservar su virginidad quería llevar a cabo: el deseo de vestir el hábito de la orden de los predicadores, orden de la cual el beatísimo Domingo fue fundador, legislador y padre. Por eso sin cansarse, día y noche se dirigía al Señor para que se dignara cumplir su deseo, también porque tenía una gran devoción al predicho Santo, excelente velador de la salud de las almas.
El clementísimo Señor al ver la sabiduría y la fortaleza con que combatía su pequeña discípula y cuánto fervor tenía por agradarle quiso contentarla y para hacerla sentir más segura la consoló con la siguiente visión:
A la sierva de Cristo le pareció ver en sueños a muchos padres y fundadores de diferentes órdenes religiosas, entre ellos estaba el beatísimo Domingo.
Lo reconoció a primera vista porque tenía en la mano un blanco y hermoso lirio, el cual como otra zarza de Moisés ardía sin consumirse. Mientras cada uno le aconsejaba, para mayor mérito suyo, que entrara en la propia Orden, ella dirigiendo su mirada y sus pasos hacia Santo Domingo, vio al Padre Santo venir a su encuentro trayendo entre sus brazos el hábito de las llamadas hermanas de la penitencia de Santo Domingo, de las cuales en la ciudad de Siena ha habido y hay todavía un gran número. Al acercarse le dio consuelo con estas palabras: «Dulce hijita, sé valiente, no temas ante ningún impedimento porque como lo deseas, con certeza vestirás este hábito.» Tales palabras la llenaron de una santa alegría y con lágrimas de felicidad agradeció al Altísimo y a Santo Domingo que la había consolado en este modo sublime. Cuando volvió en sí y recobró los sentidos seguía llorando. (Beato Raimundo de Capua, Santa Catalina de Siena, Legenda maior, 53).
5. La narración prosigue así: “La virgen se sintió tan elevada y segura de esta visión que por su confianza en el Señor actuó con audacia, el mismo día llamó a sus padres y hermanos y sin miedo les dijo: “desde hace mucho tiempo hablan entre ustedes y como me lo han hecho saber han tratado de darme como esposa a un hombre corruptible y mortal, y yo aún cuando detesto estas cosas como seguramente se han dado cuenta por algunas señales, no había dicho nada para honrarlos como Dios manda hacer con los padres. Pero ahora ya no es tiempo de callar, y les digo claramente cuáles son los propósitos que tengo en el corazón, que no son de hoy sino que nacieron y se reforzaron desde mi infancia. Sepan entonces que desde que era niña hice un voto de virginidad a mi Señor Jesucristo, salvador del mundo y a su gloriosísima Madre, no lo hice por capricho sino después de reflexionar mucho y con justos motivos le prometí que no me casaría jamás en eterno con nadie más que con El.
Ahora que por la gracia de Dios he alcanzado una edad discreta y tengo más conocimientos, sepan que algunas cosas están tan arraigadas en mí que sería más fácil ablandar una piedra que quitarlas de mi corazón. Es inútil que insistan, sería tiempo perdido por eso les aconsejo tirar por la borda cualquier compromiso de matrimonio porque de ninguna manera pretendo hacerlo, yo debo obedecer más a Dios que a los hombres. Además, si me quieren tener un su casa como sierva, estoy dispuesta a quedarme y servirles de la mejor manera; si en cambio deciden echarme de la casa estén seguros de que no desviarè ni un cabello de su propósito. Tengo un esposo tan rico y poderoso que no me dejará morir de hambre, incluso estoy segura que no me faltará nada de lo que necesito (Ib., n. 54).
6. Estoy contento de que hayas vivido en primera persona este relato. Es la confirmación más bonita del llamado que te hace el cielo para que entres en nuestra santa Orden. Si necesitabas otra señal de arriba, bueno, la has recibido.
7. Gracias por el cumplido que me haces: ser para nuestros visitantes lo que era el beato Raimundo para Santa Catalina. Con relación a los hermanos que me puedan ayudar para ser más rápido en responder, espero que tú también puedas serlo para muchos, al menos en Filipinas.
Con el deseo que puedas volverte un hermano del santo padre Domingo, santo Tomás, Santa Catalina y también mío, te bendigo y de manera especial te tengo presente en la oración.
Padre Angelo