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Hola Padre,

Tengo una pregunta desde hace tiempo. En Mateo encontramos: Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos y de nuevo: cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. De nuevo: ‘ Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas’.  ¿Cómo se concilia el riesgo de ser hipócritas con el de ser un buen ejemplo?

Lo que creo es que el evangelio quiere decirnos que sólo podemos hacer el bien ante los hombres si toda nuestra vida está orientada a la bondad, y no si sólo queremos mostrar una parte de nuestra vida para que sea halagada por los hombres.

Pero ¿por qué es éticamente/moralmente incorrecto?

¿Dar limosna delante de mucha gente no estimula a otros a hacer lo mismo?

¿Hacer el bien para ser EMULADO y no ADULADO está mal?

Al final todos los hombres son hipócritas, cada uno de nosotros tiene un lado oscuro que oculta a todos menos a Dios y a su confesor. ¿Significa esto que NUNCA podremos dar un buen ejemplo?

Gracias por tu disponibilidad, y perdóname por el aluvión de preguntas.

Te deseo paz y bien.

Gaetano


Querido Gaetano,

1. tus observaciones son pertinentes. Sucede, sin embargo, que a veces al leer e incluso releer ciertos pasajes del Evangelio se nos escapa alguna palabra o no le damos la debida importancia. Me parece que este es el caso de tu pregunta. Citaré los versículos del Evangelio que nos interesan y pondré en cursiva la palabra que corremos el riesgo de perder: «Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres.» (Mt 6,2). «Y cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.» (Mt 6,5).

2. El Señor quiere advertirnos del comportamiento de los hipócritas. No significa en absoluto que no haya que rezar en las asambleas litúrgicas o que no haya que dar limosna cuando los responsables vienen a recogerla en las iglesias.

3. He aquí el comentario de un Santo Padre, San Juan Crisóstomo, uno de los cuatro grandes Padres de la Iglesia de Oriente: «Llama hipócritas a los que, fingiendo rezar a Dios, miran a la gente que les rodea; de ahí que añada: que aman rezar en las sinagogas. Y otro que se llama Pseudocrisóstomo dice: «Creo que aquí el Señor no se refiere al lugar, sino al propósito de los que oran, pues es loable orar en las asambleas de los fieles, como se ha dicho (Sal 67,27): ¡Bendigan al Señor en medio de la asamblea!’. Por tanto, el que reza para ser visto por los hombres no mira a Dios, sino a los hombres: por eso, en cuanto a su propósito, reza en la sinagoga. En cambio, cuando la mente del orante sólo mira a Dios, aunque rece en la sinagoga, parece, sin embargo, que reza en secreto dentro de sí mismo». Y de nuevo: «Por eso prohíbe rezar en público para ser visto por la gente; por eso añade: para ser visto por los hombres. Por lo tanto, quien reza no debe hacer nada extraño que resulte llamativo, ni gritando, ni golpeándose el pecho, ni extendiendo las manos». Y San Agustín: ‘No está prohibido ser visto por los hombres, pero sí está prohibido actuar de manera que sea visto por ellos’. Lo mismo hay que decir de la limosna.

4. Además, con estas palabras el Señor no repudia lo que dijo un poco antes en el mismo Sermón de la Montaña: «Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo.» (Mt 5,14-16). Aquí el Señor nos pide que seamos testigos y luz del mundo, para que la gente sea edificada y haga lo mismo.

El Pseudocrisóstomo comenta: «Enseñando, ilumínalos para que no sólo escuchen tus palabras, sino que también vean tus obras; y a los que iluminas con tu palabra como luz, sé tú ejemplo como la sal». Y San Agustín: «Si sólo dijera: para que vean tus buenas obras, parecería constituir el fin en la alabanza de los hombres, buscada por los hipócritas. Pero añade: y para que glorifiquen a tu Padre que está en los cielos, de modo que, por el hecho de que el hombre con las buenas obras agrada a los hombres, no pone su fin allí, sino que lo remite a la alabanza de Dios, y así agrada a los hombres para que en él Dios sea glorificado’.

5. Por eso, dejando a un lado nuestra vanagloria, debemos hacer el bien por encima de todo para que también Dios sea honrado y amado por los demás.

Te agradezco tus comentarios, te encomiendo al Señor y te bendigo.

Padre Angelo