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Comienzo saludándolo con sincero afecto.
Me llamo Paolo, y hasta hace poco tiempo mi modo de acercarme a la Biblia era superficial. La consideraba palabra de Dios, pero no la examinaba con la atención debida.
Ahora, en cambio, he comenzado a meditarla y estudiarla con más devoción, y hoy un versículo me ha dejado confundido.
Me refiero al capítulo 20, versículo 23 del Evangelio de Mateo: «Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se los ha destinado mi Padre».
Mi duda es pues: si Jesús es Dios, ¿cómo puede ser que diga que no puede decidir quién se sentará a su derecha o a su izquierda?
San Pío X explica en su catecismo que la Santísima Trinidad obra siempre en unidad.
Le agradezco desde ya por su respuesta y le aseguro una oración de mi parte.
El Señor lo bendiga.

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Respuesta del sacerdote

Querido Paolo
1. El pasaje al que te refieres es bien conocido: la madre de los apóstoles Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, pide que puedan estar uno a la derecha y otro a la izquierda de su Reino.
Jesús contesta con las palabras que has mencionado.

2. Santo Tomás comentando este pasaje del Evangelio dice que a partir de estas palabras los arrianos argumentaron que «no es igual la dignidad del Padre y del Hijo».
Los arrianos negaban la divinidad del Hijo diciendo que él es la primera criatura de Dios, pero que no es Dios.

3. Acerca de esto hay que tener en cuenta que en Cristo estuvieron presentes dos naturalezas: la divina y la humana.
La divina obró siempre en comunión con el Padre: «El Padre y yo somos una sola cosa» (Jn 10,30). Por lo tanto el primero y segundo lugar ha sido concordado por el Padre y el Hijo juntos. Pero no le toca a Cristo según su naturaleza humana establecer a quienes asignar el puesto.

4. El biblista, padre Marco Sales comenta: “En este punto Jesús habla como hombre mandado por el Padre a cumplir la obra redentora de los hombres.
Como hombre él es quien lleva a cabo la voluntad del Padre, y por eso no le compete distribuir los puestos en el Reino de Dios; sino que queda reservado al Padre, quien en sus eternos designios los ha asignado a quien le ha parecido conveniente.
Como Dios, Jesucristo es igual al Padre, y todo lo que le pertenece al Padre es también suyo: «Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío» (Jn 17,10). Así él puede decir:  «Ustedes son los que han permanecido siempre conmigo en medio de mis pruebas.
Por eso yo les confiero la realeza, como mi Padre me la confirió a mí» (Lc 22, 28-29)”.

5. Te deseo que progreses sin cesar en la comprensión de la Sagrada Escritura. En efecto el Espíritu Santo por boca de Pablo dice: “Toda la Escritura está inspirada por Dios, y es útil para enseñar y para argüir, para corregir y para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para hacer siempre el bien” (2Tm 3, 16-17).
Es útil por cuatro razones:
Primero, para enseñar la verdad, mejor dicho las verdades de fe.
Segundo, para confutar los errores.
Tercero, para corregir los vicios y alejarse del mal.
Cuarto, para dar normas eficaces para ejercitarse en practicar el bien de manera que guíen al hombre a la santidad.

Junto con este augurio, mientras te agradezco por las oraciones que me has asegurado te bendigo y acompaño en la oración.
Padre Angelo