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Querido Padre Angelo,
me llamo Francesco, tengo 14 años y estoy en primero del secundario.
Le anticipo que esta no es la última e-mail que recibirá de mi parte porque tengo de veras muchas dudas, espero que no le desagrade. (…).
Tendría algunas preguntas por exponer ahora, y me haría muy feliz si pudiese responderme:
1. a veces ocurre que suelo “pelearme” con mis profesores. ¿Cómo tendría que comportarme con ellos? Le aclaro que soy un tozudo por así decirlo, y me enardezco con facilidad y que muchas de mis discusiones con mis profesores tienen que ver con la fe o la ética. (El presunto complot político económico de la Iglesia, los profilácticos, el aborto, etc.).
2. Me podría explicar el decimosegundo escalón de San Benito, en qué sentido hay que esconder la alegría despreocupada y por qué no se debe hablar antes de tiempo o abundantemente.
3. Estudiar para sí mismos, y por lo tanto para saciar la sed de conocimiento, ¿es pecado?
En fin, ¿por qué para Santo Tomás y San Agustín la curiosidad es un pecado?
Desde ya le agradezco y quedo a la espera de su respuesta.
FG


Respuesta del sacerdote

Querido Francesco,
1. en cuanto a tus altercados con tus profesores me limito a decirte lo siguiente: trata de ser cauteloso porque son los profesores quienes tienen la sartén por el mango. Y no quisiera que eso influyera en tus notas.
La mayoría de las veces es mejor dejar que hablen, a menos que no digan cosas que no tienen ni pie ni cabeza.

2. Claro, es la primera vez que oigo hablar de complot económico de la Iglesia. Para el que no vive el Evangelio y no sabe qué es la comunión de vida con el Señor Jesús, resulta natural juzgar a la Iglesia como si fuera una organización humana, una sociedad entre tantas.
Mientras que es el Reino de Dios, instaurado por Dios mismo dentro de la humanidad.
En el interior de este Reino, Dios entra en comunión con los hombres, comunicando su gracia principalmente a través de los sacramentos.
Así es como instruye, purifica y santifica a aquellos que a Él se acercan, introduciéndolos desde ya, si bien de forma inicial, en la comunión con el paraíso..

3. Además para que los profesores no den juicios fuera de lugar, haz siempre notar que para comprender cuanto dice la Iglesia hay que tener presente el objetivo de su enseñanza: que es la santidad.
Entonces será más fácil que los profesores comprendan, y también tus compañeros, la razón por la que ciertas acciones no santifican a las personas.
En una palabra: recuérdales que la incorporación de la Iglesia se sitúa en un plano teológico y no simplemente en un plano filosófico o humano.

4. Acerca de los grados o escalones de la humildad según San Benito.
Hay que recordar antes que nada, que la humildad no consiste en no reír o no hablar, sino en reconocer la majestad de Dios, es decir que todo proviene de Él, y en el reconocer lo que de divino hay en nuestro prójimo.
Es lo que enseña Santo Tomás en la Suma Teológica (II-II, 161, 3, ad 1).

5. Sin embargo la humildad se manifiesta también en algunas actitudes exteriores. Entre ellas: “reprimir la altanería de la vista, y cohibir la risa y otros signos de alegría necia” (Ib., II-II, 161, 6).
Estas tres pautas se comprenden teniendo presente lo que dijo San Benito anteriormente, es decir, que la humildad se manifiesta exteriormente también en el hecho de “no apartarse de la regla común”.
Por otro lado hay que tener presente que San Benito está hablando de la humildad de los monjes.
Entonces, para el monje es importante estar conforme a la regla y no apartarse de ella con actitudes extravagantes, que en ese caso, pondrían de manifiesto exclusivamente al propio yo.

6. Cuando San Benito habla de reprimir la risa no está diciendo que no haya que reír porque en los recreos es necesario reír y hacer reír. Tenemos que hacer que nuestra presencia en medio de los otros sea agradable.
Pero si un compañero tuyo o un profesor dice una tontería, en lugar de reír delante de todos (lo que humillaría aún más al que se ha equivocado) trata de contener la risa, cumpliendo un hermoso gesto de humildad.

7. Lo mismo vale para la alegría, traducida con el adjetivo «necia».
San Benito la define sosa, vacía.
Para San Benito el primer paso para vivir en humildad consiste en estar a la presencia de Dios, según cuanto Dios dijo a Abraham:  “Camina en mi presencia y sé irreprochable” (Gn 17,1).
Entonces la sana alegría es una alegría que  no pierde el tesoro más preciado que se posee, la presencia de Dios.
Quien tradujo necia quería decir esto: una alegría de la que se goza sin que, en cierto modo, se pierda el recuerdo de Dios y por ello poder seguir permaneciendo en su presencia.

8. Acerca de la tercera pregunta.
Estudiar para satisfacer la sed de conocimiento es cosa buena, pues esta sed, Dios mismo la ha suscitado.
La curiosidad para Santo Tomás consiste en el deseo de conocer por motivos no justificados o no rectos. En este caso se habla de “estudio desordenado”.
Dice que esto puede darse de cuatro maneras:
-Primero, porque un estudio menos útil puede distraer del que es debido. De aquí lo que dice San Jerónimo: “Vemos en nuestro tiempo sacerdotes de Dios que, dejando de lado los evangelios y los profetas, se dan a la lectura de comedias, cantan las palabras amorosas de las bucólicas”…(Epist., 21). 
-Segundo, por querer adquirir conocimiento de quien no se debe: como es el caso de quienes quieren saber el futuro mediante los demonios con curiosidad supersticiosa. Con respecto a esto escribe San Agustin:  “ignoro si a tales varones sería impedimento el tercer vicio de la curiosidad, de consultar a los demonios” (De vera religione, 4).
-Tercero, cuando se desea conocer a las criaturas sin orientarlas a su verdadero fin, es decir al conocimiento de Dios. Por lo que San Agustin advierte: “La contemplación de estas cosas no ha de ser pábulo de una vana y volandera curiosidad, sino escala para subir a lo inmortal y siempre duradero” (Ib., 29).
Cuarto, cuanto se intenta saber cosas superiores a la capacidad del propio ingenio: porque entonces cae fácilmente en error. De ahí que la Escritura amoneste: “No pretendas lo que es demasiado difícil para ti, ni trates de indagar lo que supera tus fuerzas” (Si 3,21) y un poco más adelante: “Porque muchos se extraviaron por sus especulaciones y su imaginación perversa falseó sus pensamientos”(Si 3, 24) (Suma teológica, II-II, 167, 1).

Te bendigo, te recuerdo de buen grado en la oración y te deseo una serena y Santa Navidad.
Padre Angelo