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Pregunta

Buenas tardes Padre,

Le escribo para contarle algo que me pasó y me emocionó un poco al ocurrir. A finales de septiembre fui a Lourdes y fue una experiencia emocionante y extremadamente agradable, que siempre va a estar en mi corazón (a lo mejor pueda ir otra vez).               Allí expresé de verdad mi inmenso agradecimiento a la Virgen por todas las gracias recibidas y le presenté mis oraciones. Entre todos los momentos muy significativos está lo de la bañera donde, como usted sabe, el peregrino se puede sumergir: antes de sumergirme, una de las trabajadoras del Santuario me dijo que mirara la imagen de la Virgen y que le presentara mis intenciones de oración. Yo le presenté mis oraciones y recibí como una respuesta en mi interior, no sé bien cómo explicarlo, como si tendría que pensar en hacerme monja. No sé si solo fue una sugestión de aquel momento, hace tiempo, cuando era pequeña, me lo pensé algunas veces, pero ahora tengo … años y si miro al futuro me veo madre, mujer, porque he siempre pensado que se puede ser santos también de esta forma, no sólo eligiendo el camino de la religión, que siempre admiré. ¿Qué opina usted? ¿Fue sólo una sugestión de aquel momento?

Muchas gracias.


Respuesta del sacerdote

Queridísima,

1. no puedo decir si solo fue una sugestión o una llamada.

Tendrías que hablarlo con tu confesor o director espiritual.

2. Puede pasar que uno se sienta hecho para la vida consagrada. Sin embargo, su confesor podría decirle: “Mira que no es así. No estás hecho para ser sacerdote o monja”.

3. Dicho esto, querría especificar dos cosas sobre lo que me escribiste.

En primer lugar: la vocación a ser monja no es solo para quien no siente atracción por el matrimonio.

En segundo lugar: asimismo la vida religiosa no es solo para quien piensa que no se puede ser santos si uno es madre o mujer.

4. De hecho, dentro de cada uno de nosotros hay una pluralidad de vocaciones latentes.

Desde un punto de vista exclusivamente natural, lo más normal es sentirse hecho para el matrimonio, para ser marido y mujer, para ser padre y madre. Pero desde un punto de vista sobrenatural, es probable que el Señor llame a las mismas personas que sienten cierta atracción por ser padres y madres, maridos y mujeres, y los elige para otra forma de unión y de paternidad y maternidad.

5. Sin embargo, es claro que para hablar de vocación a ser sacerdote o monja se necesita la atracción. El Señor, mientras nos llama, nos inspira y nos atrae amablemente.

Tiene que pasar algo similar a lo que vivió  San Agustín que, mientras se sentia atraido por la lujuria y la sensualidad (en su caso no puedo hablar de atracción por el matrimonio porque se trataba precisamente de atracción por la impureza), en algún momento empezó a sentir una amable y suave fascinación por la castidad.

Él mismo lo contó: “Me retenían frivolidades de frivolidades y vanidades de vanidades, antiguas amigas mías, tirándome del vestido de la carne, y me decían por lo bajo: «¿Nos dejas?» Y «¿desde este momento no estaremos contigo por siempre jamás?» Y «¿desde este momento nunca más te será lícito esto y aquello?». ¡Y qué cosas, Dios mío, qué cosas me sugerían con las palabras esto y aquello! (…). Pero por aquella parte hacia donde yo tenía dirigido el rostro, y adonde temía pasar, se me dejaba ver la casta dignidad de la continencia, serena y alegre, no disolutamente, acariciándome honestamente para que me acercara y no vacilara y extendiendo hacia mí para recibirme y abrazarme sus piadosas manos, llenas de multitud de buenos ejemplos. Allí una multitud de niños y niñas, allí una juventud numerosa y hombres de toda edad, viudas venerables y vírgenes ancianas, y en todas la misma continencia, no estéril, sino fecunda madre de hijos nacidos de los gozos de su esposo, tú, ¡oh Señor!  Y reíase ella de mí con risa alentadora, como diciendo: «¿No podrás tú lo que éstos y éstas? ¿O es que éstos y éstas lo pueden por sí mismos y no en el Señor su Dios? (…).Tal era la contienda que había en mi corazón, de mí mismo contra mí mismo.” (Confesiones, VIII, 11).

Al final él eligió el camino de la castidad, otra Unión esponsal y otra Paternidad que vivió de forma ejemplar y muy productiva.

Estoy a tu lado con mis oraciones para que tú, con la ayuda de Dios y de tu confesor, puedas elegir en cualquier caso el camino de la santidad y en particular el camino donde el Señor más te atrae.

Te deseo lo mejor y te bendigo.

Padre Angelo


Traducido por Melanie Fornari