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Querido Padre Bellon,
hace poco con un amigo discutimos acerca del Espíritu y sobre el concepto de doble espiración (activa y pasiva).
Él sostenía que cada acto genera dos relaciones iguales y contrarias, tal como el principio de acción y reacción, por lo que la relación entre espiración activa y pasiva es semejante al que existe entre paternidad y filiación.
El amor activo del Padre y del Hijo tiene su correspondiente en el amor pasivo del Espíritu Santo.
Por mi parte yo pensaba que la espiración activa fuera primeramente obra del Padre y que la espiración pasiva ocurriera en el Hijo en comunión con el Padre.
Siempre pensé que la espiración activa fuera el amor activo del Padre hacia la humanidad y, por supuesto, por el Hijo que es primicia, mientras que el pasivo es del amado, el mismo Hijo en el que se complació y que nosotros debemos imitar. En ese sentido el amor, activo del primero y pasivo del segundo, sería el Espíritu Santo. Quisiera entender mejor, esperando no haber dicho alguna herejía.
Le agradezco su atención.


Respuesta del sacerdote

Muy querido,
1. tu amigo tiene razón.
La espiración activa es del Padre y del Hijo.
La espiración pasiva es del Espíritu Santo que procede de ellos.

2. Se habla de espiración de la palabra Spiritus, que significa soplo, viento.
El amor es algo semejante: procede de un sujeto y tiene un movimiento, un transporte hacia otro sujeto.
Santo Tomás dice que es propio del amor el empujar y mover la voluntad hacia el objeto amado (cfr. Suma teológica, I, 36,1).
Esta es la razón por la que a la tercera Persona se la llama justamente, Espíritu.
Se le llama Santo porque: “Necesariamente este amor con el cual el Bien Supremo se ama a sí mismo tenga en sí mismo esa bondad excepcional que nosotros llamamos santidad” y es “muy conveniente que el Espíritu Santo con el que se nos manifiesta el amor con que Dios se ama a sí mismo, sea llamado Espíritu Santo. Y por eso también la regla de la fe católica llama Santo a este Espíritu». (Compendio de teología, 47)

3. El Espíritu Santo es el amor con el que Dios se ama a sí mismo.
Se ama a sí mismo conociéndose.
Por eso procede del Padre y del Hijo.
Escribe Santo Tomás: “Así como Dios se conoce a sí mismo, así es necesario que se ame a sí mismo”  (Compendio de teología, 45).

4. Existen pues, dos personas que espiran, las cuales juntas forman un solo principio inspirador, del que nace la espiración. Y la consecuencia de ello es un solo término de esta aspiración: el Espíritu Santo.

5. El Concilio de Lyon en la sesión del 18 de mayo de 1274 afirmó: “Confesamos con fiel y devota profesión que el Espíritu Santo procede eternamente del Padre y del Hijo, no como de dos principios, sino como de un solo principio; no por dos aspiraciones, sino por única aspiración; esto hasta ahora ha profesado, predicado y enseñado, esto firmemente mantiene, predica, profesa y enseña la sacrosanta Iglesia Romana, madre y maestra de todos los fieles; esto mantiene la sentencia verdadera de los Padres y doctores ortodoxos, lo mismo latinos que griegos” (DS 850).

Te agradezco por haber compartido con nosotros estos argumentos tan elevados de teología dogmática.
Te bendigo y te recuerdo en la oración.
Padre Angelo