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Hola Padre:
Me llamo R. y tengo 27 años. Estoy profundamente enamorado de mi chica pero tenemos ideas diferentes acerca del sexo y del matrimonio, esto porque yo soy creyente y ella no.
Nunca he pretendido que hiciera las mismas cosas que yo, porque, en el fondo, esperaba muchísimo que a través de mis gestos y mi amor hacia ella, pudiera entrever al menos en una pequeñísima parte, un reflejo de aquel Amor más grande. Por otro lado, también San Pablo decía que el marido santo hace a su mujer santa y viceversa.
Sin embargo, no estamos en la condición de vida matrimonial y mi chica querría tener relaciones sexuales antes del matrimonio.
Le he explicado por qué está mal, pero obviamente el hombre carnal no puede entender al hombre espiritual… aunque ella me ha dicho que con tal de estar conmigo, estaría dispuesta, un día, a casarse según el matrimonio cristiano; pero mientras ella, no creyente, ha hecho un paso (enorme, admitámoslo) hacia mí, desea que yo también lo haga hacia ella dándole la oportunidad de unirse a mí. Ahora bien, estoy muy turbado por la simple razón que no quiero renunciar a ella.
Al principio estaba convencida de que un día habría ido a convivir, luego ha pensado en un matrimonio mixto y al final en un matrimonio cristiano. Entonces mi pregunta es: ¿mi paso hacia ella (me atrevería a decir sacrificio), puede provocar un signo de conversión, un día, en ella? Sé que estamos hablando de pecado mortal y que no está dicho que ella cambiará por el Señor antes de que yo cambie por ella, ¿pero quién me dice que ella un día, casándose en la iglesia, no pueda obtener la gracia de descubrir la existencia del Amor verdadero?
Le agradezco por su tiempo y por la amable respuesta que me quiera dar.
Cordialmente,
R.
Respuesta del sacerdote
Querido R.,
1. dado que tienen ideas diferentes sobre el sexo, el matrimonio (y por consiguiente sobre la familia también) y sobre la fe, que es la espina dorsal de nuestra existencia, te insto a pensar muy bien no tanto sobre las relaciones sexuales, cuanto en la continuación de la relación. Si, has empezado esperando que ella fuese influenciada por tu conducta, tus pensamientos y, sobre todo, tu fe. Pero, de hecho, el resultado ha sido cero.
2. Si quieres que tu chica vaya aún más bajo cero, el camino es desviarse del camino de Dios.
La sexualidad que no es vivida según las enseñanzas de Dios apaga progresivamente el gusto por las cosas de Dios.
San Pablo es muy claro: » Porque la carne desea contra el espíritu y el espíritu contra la carne. Ambos luchan entre sí, y por eso, ustedes no pueden hacer todo el bien que quieren.» (Gal 5,17).
3. Las experiencias de vida pasada y presente de tu chica no la abren de ninguna manera a Dios.
La ausencia de fe también tiene sus razones y como recuerda el Señor en el Evangelio de Juan, es apagada progresivamente y rechazada, haciendo lo que está mal a los ojos de Dios.
He aquí sus palabras exactas: «En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas. En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios» (Jn 3, 19-21).
4. De eso se deduce que la falta de fe es precedida generalmente por acciones que impiden a Dios entrar en nuestra vida, o incluso por un decidido rechazo de Dios.
Cuando, incluso inconscientemente, uno se sustituye a Dios en utilizar nuestro cuerpo y nuestra sexualidad, de hecho Dios es expulsado y uno se convierte en árbitro de sí mismo como si no fuera verdad que todo lo que tenemos proviene de Dios y está ordenado a Dios. Por eso he dicho que la experiencia de vida se tu novia, su pasado, la ha llevado a no tener fe.
5. Eventuales relaciones sexuales pondrían inevitablemente las premisas de la conclusión, próxima o remota, de vuestra relación.
Cuando uno se acostumbra a entregarse a quien no le pertenece, luego se queda constantemente inclinado hacia esta deriva.
Las relaciones sexuales prematrimoniales son precisamente eso: el acostumbrarse mutuamente a entregarse a quien no nos pertenece.
Esta es la premisa de la infidelidad que, al menos como tentación, nos afecta a todos.
Aún más afecta a los que se entregan a ella con su propia experiencia de vida.
6. En este momento, tu chica está enceguecida.
Desafortunadamente para ella, se está cumpliendo lo que dijo Jesús: «Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas.» (Jn 3,20). No tiene las premisas para acoger la verdad. Por eso la rechaza.
San Agustín notaba que cuando uno padece una enfermedad a los ojos, la luz le molesta. A menudo lo vemos en aquellas personas que deben usar lentes oscuros. La luz, a su pesar, les molesta.
En cambio, los que están enfermos en la vida moral pueden llegar hasta el punto de jactarse de no tener fe.
7. Tú quisieras ceder para no perder a tu chica.
Es cierto exactamente lo contrario. Mi experiencia pastoral me lo ha demostrado muchas veces.
Cuántas veces he tenido que decir a algunos chicos que me traían tu misma argumentación: «No cedas a sus peticiones, sino la perderás».
No han seguido los caminos de Dios y poco después han perdido la chica que no se merecía – por su estilo de vida y sus exigencias – convertirse en su novia.
8. Si tú en cambio, quieres que sea tu chica para siempre, dile que vas a entregar tu cuerpo solamente a quien de manera segura, verdadera y exclusiva te va a dar el suyo con un vínculo indisoluble, sellado no solo por la voluntad humana, sino también por la bendición de Dios.
Y eso sucederá solo con el matrimonio.
Antes de casarse ni tú ni ella se pertenecen de manera exclusiva e indisoluble. Son libres de interrumpir la relación cuando quieran.
Después de casarse vuestra libertad queda vinculada.
9. Pero te insto sobre todo a reflexionar bien acerca de la posibilidad de continuar una relación con una chica que no tiene fe.
La fe es una luz que ilumina el objetivo (la santidad) y el camino a seguir.
Pero si tú tienes un horizonte bien claro en tu vida personal y en tu vida familiar y tu chica tiene un horizonte diametralmente opuesto, ¿cómo pueden estar juntos?
Por eso la Sagrada Escritura dice que el matrimonio debe ser celebrado «por el Señor» (1 Cor 7,39), es decir entre los cristianos.
Tiene que ser un matrimonio en el que el Señor sea el dueño de la casa, donde juntos se lo ame, alabe y escuche. En una palabra: se vive con Él y por Él.
10. Cómo podrá sostenerse una relación en la que uno quiere rezar y el otro no, uno quiere santificar las fiestas y el otro no, uno quiere vivir castamente también en el matrimonio según las vías que Dios ha escrito, y el otro no, uno quiere seguir la disciplina penitencial de la Iglesia y el otro no, uno tiene Dios como el centro de su vida y, en cambio, el otro tiene solo a sì mismo como centro de su vida.
¿Qué formación se puede dar a los niños cuando sus educadores y formadores tienen tal disparidad de opiniones?
No planees el casamiento con la esperanza de que ella cambie una vez que te cases.
Si quieres construir serenamente tu matrimonio, primero debes tener estas garantías.
11. Con el fin de que tu inteligencia sea capaz de entender todo lo que te acabo de decir es indispensable no solamente la abstinencia de las relaciones sexuales, sino también la pureza de los sentimientos y de las acciones.
Puede haber muchas impurezas, aun no teniendo relaciones sexuales.
Estas impurezas incrementan la pasión y es fácil pensar que la fuerte pasión se indentifique con un amor fuerte, con un amor profundo.
Pero es incorrecto.
Las impurezas, sobre todo si continuativas, ponen un velo cada vez más espeso sobre la mente y nos impiden ver en el horizonte supremo, que es el de la santidad, y penetrar en la verdad enseñada por Dios.
Sobre todo, poco a poco, por la pérdida de la gracia, hacen que ya no se sienta la presencia de Dios en el corazón.
12. Como te veo bien formado en la vida cristiana me gustaría concluir con lo que te dice Dios en un pasaje sumamente precioso de la Sagrada Escritura: «Busquen la paz con todos y la santificación, porque sin ella nadie verá al Señor. Estén atentos para que nadie sea privado de la gracia de Dios, y para que no brote ninguna raíz venenosa capaz de perturbar y contaminar a la comunidad. Que no haya ningún impúdico ni profanador, como Esaú, que vendió su derecho a la primogenitura por un plato de comida. Recuerden que después, cuando quiso heredar la bendición de su padre fue rechazado, y por más que la imploró con lágrimas, no pudo obtener un cambio de decisión.» (Heb 12, 14-17).
Te bendigo, te deseo todo bien y te recuerdo de manera especial al Señor.
Padre Angelo