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Querido Padre Angelo,

Soy un chico de 26 años y estoy preocupado por el siguiente asunto.

Por favor, deme su opinión, me han ayudado mucho las experiencias de otros que usted ha relatado en su página, pero esta vez quería escribirle personalmente:

El caso es que no encuentro una chica que comparta los mismos valores que yo, o mejor dicho, me enamoré en el pasado de una chica cristiana, durante tres años me esforcé por conquistarla, pero no fui correspondido.

Ahora me encuentro solo con ganas de formar una familia y no me costaría encontrar otra chica, pero no con los mismos valores que yo.

Tampoco soy una persona tan rígida en general, soy muy comprensivo y paciente con muchas dinámicas ya que he tenido la suerte de asistir a colegios y empresas variadas viendo todo tipo de cosas, pero no quiero comprometer mi vida.

En la comunidad en la que estoy desde que nací no encuentro a nadie, y a veces me dan ganas de irme, buscar un trabajo e irme a vivir por mi cuenta. ¿Pero qué conseguiría de esta manera? Una buena comida caliente y dinero ahorrado para llevar a mi tumba….

No creo que Dios me quiera así.

Mis amigos no saben qué decirme, pero veo en sus ojos que si estuvieran en mi lugar, comprometerían la sexualidad prematrimonial, pero yo sé que no sería feliz por eso.

Tengo miedo de quedarme solo y que por esta necesidad mía un día sea demasiado tarde. Pero sé que Dios es bueno, ve y provee.

Espero que me muestre pronto mi lugar en esta tierra.

¿Cómo me aconseja actuar?

Gracias de antemano, sé que hay e-mails similares a esta así que por favor no se preocupe por contestarme en poco tiempo.

También le pido una oración.

Gracias. Que Dios le bendiga.

Respuesta del sacerdote

Queridísimo 

1. Me alegro de que no quieras ceder cuando se trata de construir tu futuro temporal y eterno.

Ceder en el ámbito moral es lo mismo que perjudicarse a uno mismo.

2. Cuando Moisés presentó los 10 mandamientos al pueblo, en nombre de Dios les exhortó a cumplirlos con estas palabras: “Pongan cuidado en practicar lo que el Señor, su Dios, les ha ordenado, sin desviarse ni a la derecha ni a la izquierda. Vayan por el camino que el Señor, su Dios, les ha trazado, para gozar de una larga vida en la tierra de la que van a tomar posesión.” (Dt 5,32-33).

Con los mandamientos Dios no quiere quitarnos nada, sino que pretende que lo cumplamos todo.

3. Cuando nuestra existencia tiene como criterio la plena observancia de los mandamientos y el seguimiento de Jesús, de hecho la hemos puesto sobre una base sólida.

Por eso Moisés en nombre de Dios presenta los mandamientos y promete tres bienes: vivir mucho, ser feliz y permanecer mucho tiempo en la tierra de la que se va a tomar posesión.

4. Trasladar estos tres bienes a la vida afectiva significa conceder vida al noviazgo y al matrimonio.

Derogar los mandamientos de Dios, por el contrario, equivale a dar corta vida a estos dos preciosos bienes.

5. Igualmente, la plena observancia de los mandamientos de Dios garantiza la felicidad.

Esta felicidad está ligada principalmente a la subsistencia del noviazgo y del matrimonio y también a las numerosas gracias que Dios derrama sobre los que permanecen abiertos a Él.

Derogar los mandamientos equivale a sentar las bases de tantas lágrimas y a lamentar la pérdida de bienes que con razón considerábamos preciosos.

6. El tercer bien tiene por objeto permanecer largo tiempo en la tierra prometida.

Mientras que en el Antiguo Testamento la tierra prometida era una franja de tierra frente a la orilla sureste del mar Mediterráneo, en el Nuevo Testamento la tierra prometida es el paraíso.

7. Por tanto, no sacrifiques en modo alguno el bien sobrenatural de la gracia para transigir con el pecado.

La gracia de Dios es un bien aun mayor que todo el universo.

Santo Tomás dice precisamente eso: «Pero el bien de la gracia de un solo individuo es superior al bien natural de todo el universo.” (Suma Teológica, I-II, 113.9, ad 2).

8. Para encontrar una chica con la cual construir un hogar de santificación mutua y una familia abierta a la vida de nuevos hijos, debes apelar a Dios para que te permita conocerla y mueva su corazón hacia ti.

La Sagrada Escritura dice que “El corazón del rey es una corriente de agua en manos del Señor: él lo dirige hacia donde quiere.” (Pr 21,1).

Pero también el corazón de cada hombre y de cada mujer es un arroyo en manos del Señor, que puede dirigirlo hacia quien quiera.

A este respecto, además del Santo Rosario, te sugiero que recites diariamente  las letanías dominicanas, que son particularmente eficaces.

9.  Al mismo tiempo, haz todo lo que esté de tu parte para buscarla en los ambientes más adecuados, porque si el encuentro con la mujer que el Señor te ha preparado es ante todo un don suyo, no excluye tu propia búsqueda personal.

Jacob hizo un largo viaje para encontrar a la que Dios le había preparado, Rebeca. 

Santo Tomás de Aquino nos recuerda que la gracia no sustituye a la naturaleza, sino que la presupone.

10. Volviendo a Jacob, me gusta recordar la lucha que mantuvo con un ángel y que se convirtió en símbolo de la oración perseverante que todo lo consigue.

Pues bien, durante toda la noche luchó con el ángel “hasta rayar el alba”. (…). El ángel le dijo: “Déjame partir, porque ya está amaneciendo”. Pero Jacob replicó: «No te soltaré si antes no me bendices».” (Gn 32,25-27).

Haz tú lo mismo: no abandones la oración hasta que sientas que has sido escuchado.

Te bendigo, te deseo un Año Nuevo lleno de paz y te acompaño en la oración.

Padre Angelo