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Querido Padre Angelo:

siempre leo atentamente las argumentaciones y sus respuestas a las diferentes preguntas que le exponen y
me gustan mucho.
Quisiera preguntarle qué opina acerca de un argumento, tal vez no demasiado relevante, pero para mí sí que es importante.
En el cónclave para la elección del Papa, ¿no es acaso el Espíritu Santo quien actúa por sendas inescrutables eligiendo al Cardenal designado, para que guíe a la Iglesia de Dios?
Le pido esto porque yo mismo  pensaba que así fuese, pero luego encontré una entrevista en la que Ratzinger  decía que puede ocurrir que el Espíritu no sea acojido y por lo tanto no actúe.
Luego, ¿cómo se puede conciliar esta afirmación con la declaración del venerable Luciani, cuando en agosto del 1978 dijo exactamente lo contrario? Dijo: “sucederá nuevamente que en la elección, saldrá el que Dios haya escogido” y como Jesús dijo a sus discípulos, “no fueron ustedes quienes me eligieron, sino Yo”.
En el caso de que el elegido, no fuese según la voluntad de Dios, ¿no quedaría comprometido el primado de Pedro?
Le agradezco y saludo cordialmente.
Luca


Querido Luca,
1-“Ya elegido por Dios” puede significar  tanto aquél que Dios desea que lo sea, cuanto aquél que Él permite que sea elegido.
En el segundo caso tenemos que estar seguros de  que esto ocurre en vistas de un bien mayor.

2- Por otra parte, no se puede afirmar apodícticamente si un determinado sujeto haya sido elegido o permitido por Dios. Cada Papa lo aceptamos de las manos del Señor.

3- No debemos sorprendernos de las diferentes elecciones. La historia nos ofrece innumerables ejemplos.
El Señor ha puesto a la Iglesia en manos de los hombres, bien sabiendo que éstos en sus decisiones pueden errar y quedar influenciados en la elección a causa de sus temperamentos o de sus intereses personales.

4- La Iglesia, mientras permanezca en este mundo, será siempre ese campo del que habla Jesús en el Evangelio, en el que junto con la buena semilla también es sembrada la cizaña.
Sus hijos no son todos santos, pero en vías de perfección. Entre sus filas hay muchos débiles y enfermos. A veces perversos y malos.
En cierto modo la Iglesia es la viva imagen de Jesús que carga con las debilidades, enfermedades y pecados de los hombres.

5- No obstante  todo, tenemos de antemano una certeza: Cristo nunca abandona a su Iglesia en el error.
Asimismo tenemos que estar seguros de su fidelidad cuando confió su encargo a Pedro. “Confirma a tus hermanos” (Lc. 22, 32).
Como oró por Pedro (“He rogado por ti” Lc 22, 32) así ahora en el cielo ruega por sus sucesores para que las puertas del infierno no prevalezcan (Mt, 16, 18) sobre su Iglesia. 

6- Durante la última cena, Jesús garantizó a la Iglesia la asistencia del Espíritu Santo. Al que también llamó “Espíritu de Verdad” (Jn. 14, 17).
Jesús garantiza la presencia  del Espíritu Santo en cada época de la historia:
“Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes” (Jn. 14,16).
A Jesús le importa sobremanera, que los apóstoles no se olviden de esta sobrenatural y divina garantía, tan es así que quiere remarcarla el día de su partida definitiva, es decir el día de su Ascención al Cielo: “Yo les enviaré lo que mi Padre les ha prometido” (Lc 24, 49).
Durante la última cena así oró : “Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo. Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad” (Jn. 17, 18-19).
Lo cual significa que Jesús se ha comprometido en asistir al Magisterio de manera que nunca se equivoque.
Esto es para nosotros la razón de nuestra constante consolación y pierde significado toda pregunta que se refiera a una posible invalidación acerca del primado de Pedro, en el caso de que su elección haya tenido lugar por una permisión en vez de una elección por parte del Cielo.Te recuerdo ante el Señor y te bendigo.
Padre Angelo