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Querido padre Angelo,

Al agradecerle nuevamente la meritoria labor a la que ha sido llamado con el cuidado de esta columna (y estoy seguro de que el mérito que le será reconocido será muy grande), le envío una nueva duda.

¿Cuál es la diferencia entre el momento de desconcierto de María ante el Anuncio (“¿cómo será esto puesto que no conozco varón?”) y la incredulidad de Zacarías y Moisés?

A ella, se la considera perfectamente humilde y condescendiente en su elección, siendo los dos últimos culpables de haber tenido poca fe en las circunstancias particulares que les concernían y por las que fueron castigados.

Gracias.

Mauricio I.


Respuesta del sacerdote

Muy querido,

En primer lugar, te pido disculpas por el largo retraso en responderte. Pero recién hoy he encontrado tu correo electrónico.

1. La explicación que comúnmente se da a tu pregunta es la siguiente: Nuestra Señora había hecho su voto o propósito de virginidad.

Estaba segura de que ésta era la voluntad de Dios.

Por eso se limita a preguntar: ¿cómo conciliar el respeto al voto con la petición de maternidad expresada por el Ángel?

El Ángel le confirma que su intención era correcta y que tal pensamiento sólo podía venir de Dios.

Era precisamente lo que Dios quería para que el Hijo generado en ella no tuviera paternidad humana.

2. El biblista Marco Sales escribe: “María no duda de las palabras del Ángel, no pide, como Zacarías, una señal.

Llena de admiración y asombro por tan extraordinario anuncio, pregunta humildemente cómo se pueden cumplir tales promesas.

La expresión bíblica “No conozco a ningún hombre” significa: no hago uso del matrimonio.

En estas palabras de María Santísima se indica claramente el voto de virginidad perpetua que hizo y su intención de mantenerlo a pesar del matrimonio.

En efecto, si hubiera querido usar de lo propio del matrimonio, no le habría causado sorpresa alguna, ni le habría parecido difícil el anuncio de un hijo” (Comentario a Lucas 1,34).

3. Sobre el propósito de virginidad de María Santísima, San Agustín escribe: “ya antes de su concepción, prefirió nacer de esa virginidad que ella había consagrado a Dios. Es lo que indican las palabras con que María replicó al ángel que le anunciaba que estaba encinta: ¿Cómo -dice- acontecerá eso, si no conozco varón?” (La Santísima Virginidad, IV,4).

4. Por eso Nuestra Señora no muestra incredulidad, sino que se limita a pedir explicaciones, dispuesta a hacer la voluntad de Dios.

San Ambrosio observa que “tal respuesta es más moderada que las palabras del sacerdote Zacarías. Ella dice: ¿cómo acontecerá esto? Mientras que Zacarías respondió: ¿Cómo puedo conocer esto? Él se niega a creer y casi va en busca de otro autor de fe, mientras esta última confiesa que está dispuesta a hacerlo y no duda de que hay que hacerlo, pero pregunta cómo ocurre.

María había leído: “la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel.” (Is 7,14). 

Y, por eso creyó que sucedería; pero no había podido leer cómo sucedería; En realidad, cómo sucedería esto no le había sido revelado al profeta: en realidad, un misterio tan grande no debería haber sido revelado por boca de un hombre, sino de un ángel» (Exposición del Evangelio según Lucas, 2,14).

5. Zacarías, el padre del Bautista, se mostró incrédulo porque era de avanzada edad. Su esposa también lo era. Y, lo que es más, también era estéril.

Incluso Moisés dudó. Dios le había dicho: “Toma el bastón y convoca a la comunidad, junto con tu hermano Aarón. Después, a la vista de todos, manden a la roca que dé sus aguas. Así harás para ellos agua de la roca y darás de beber a la comunidad y a su ganado”. (Nm 20,8).

Marco Sales observa que «Dios había mandado a hablar a la piedra y no a golpearla y aunque la orden de hablar a la piedra incluía golpearla con el palo, el hecho de haber caminado dos veces sobre ella revela un cierto sentimiento de irritación y desconfianza».

Sin embargo, no había desconfianza en María.

Al contrario, hubo máxima disponibilidad.

Con la esperanza de que el Señor encuentre siempre en nosotros esa disponibilidad, te bendigo y te recuerdo en la oración.

Padre Angelo