Questo articolo è disponibile anche in: Italiano Inglés Español Portugués

Querido Padre Angelo

Gracias por las respuestas que constantemente da a las tantas cuestiones que me vienen en mente y a los demás que sedientos de verdad también preguntan, se sacian mis ganas de saber. 

Cómo es posible que sepamos sobre las tentaciones de Jesús en el desierto si en aquel lugar solo estaban Jesús y el diablo? Y por qué Dios permite las posesiones diabólicas? Es posible que se le permita al Ángel de la guarda tomar posesión de una persona?

Gracias

Respuesta del sacerdote

Querido amigo

1.Para la primera pregunta te indico lo que escribió M. J Lagrange, el pionero de la escuela bíblica de Jerusalén que han publicado sus hermanos dominicanos sobre la vida de Jesús, titulada:L’Évangile de Jésus Christ”.

Así está escrito: «La tentación de Jesús no hace parte de su Ministerio Público, habiéndose desenvuelto la escena entre él y Satanás, sin testigos y sin haber tenido ninguna influencia sobre la opinión que el pueblo se pudo haber formado de la personalidad, del carácter, la misión del predicador del reino de Dios. Sin embargo los tres primeros evangelistas, San Mateo y San Lucas sobre todo, pensaron que esa podía proyectar una luz sobre su ministerio. Y por eso habría sido revelada por Jesús a sus discípulos. El evangelio de Jescucristo p. 70).

2. Sobre el porqué Dios permite que el demonio pueda tomar posesión de una persona, el catecismo de la iglesia católica en términos muy claros afirma que: «El que Dios permita la actividad diabólica es un gran misterio, pero nosotros sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman» (Rm 8,28). ” (CCC 395).

Cierto, los teólogos han tratado de indagar sobre este misterio y han llegado a la conclusión que Dios permite estas posesiones para manifestar su gloria. De vez en cuando por boca del endemoniado, el diablo confiesa la divinidad de Cristo, como sucede en diferentes episodios narrados en el evangelio. 

Esto por ejemplo sucedió en Cafarnaún al inicio del ministerio público de Jesús: un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar; «Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios». (Mc 1,24). El evangelio prosigue diciendo que Jesús increpó al diablo ordenandole que saliera  y el espíritu impuro lo sacudió violentamente, y dando un alarido, salió de ese hombre (Mc 1,26)

Y he aquí la sorpresa de la gente: Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: «Qué es esto? Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!».  (Mc 1,27)

Igualmente cuando va a la región de los gadarenos, fueron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros. Eran tan feroces, que nadie podía pasar por ese camino. Y comenzaron a gritar: «Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?» (Mt 8,28-29).

3. Dios lo permite también para demostrar el poder que da a sus siervos en particular a los Santos. Así mismo lo permite para para hacer ver la devastación que puede causar el demonio en una persona que se abre a su influencia y su poder, sin duda lo hace también para instruirnos y llamarnos a luchar contra Satanás, con la oración, el ejercicio de las virtudes y la conversión. 

4. Por último me preguntas si nuestro ángel de la guarda podría obrar en manera similar a lo que hace el demonio cuando toma posesión de un cuerpo, la respuesta es no porque la posesión como nos recuerda el padre Meynard “es una persecución del demonio extremadamente maligna” (A. MeynardPiccola, Somma di teologia ascetica e mistica, II, n. 95).
La ayuda del Ángel de la guarda es un don del Señor y no podría jamás convertirse en «una persecución extremadamente maligna»

5. Sin embargo, la influencia de nuestros ángeles puede ser cada vez más grande en la medida en que nos abrimos a la inspiración y ayuda de ellos. 

Con el deseo que puedas experimentar siempre en un modo mas grande esta influencia te incluyo en mi oración y te bendigo.

Padre Angelo