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Estimado padre Bellon,
hace tiempo que estoy siguiendo su columna y no niego que muchas veces sus respuestas han sido para mí una fuente de alivio en las agonías de mi Fe. Aclarado esto quisiera proponerle mis preguntas:
1- Muy a menudo, en algunas discusiones con los colegas de la universidad y con otros amigos, soy atacado cuando defiendo el celibato eclesiástico. Me dicen que es una norma inventada por San Gregorio VII por razones políticas y que debería aplicarse solamente a los sacerdotes religiosos (no a los diocesanos). Yo les retruco que Cristo fue célibe y que el sacerdote debe ser imagen de Cristo Señor y esto da pie a la segunda pregunta;
2- Cuando hago presente que el sacerdote es imagen de Cristo, agrego que es el motivo por el cual el sacerdocio católico está reservado sólo a los varones y no es accesible para las mujeres. ¡Y el cielo se viene abajo! Además de los consabidos anatemas (machista, sexista etc) me dijeron (una vez) que si el sacerdote debe ser imagen de Cristo, entonces tiene que ser hebreo, porque Jesús era hebreo (por ende me tachan de incoherente y de hipócrita). Yo expliqué que la etnia y el sexo son dos cosas completamerte diferentes, pero la ideología tapó los oídos de mis interlocutores.
3. La herejía “arqueologista”, es decir el hecho de considerar “cristianismo verdadero” solamente el periodo de la vida terrena de Nuestro Señor, y por ello considerar todo (o sea desde San Pablo en adelante) como basura y falsificación, es en fin de cuentas, a mi parecer, lo que que me objetan.
Concluyendo, le pido como puedo replicar a estas objeciones. Le quiero aclarar que estas objeciones me las hacen personas que se dicen católicas (no es que yo quiera pasar por ser un verdadero católico, antes bien todo lo contrario), y esto me causa un gran dolor.
Le agradezco y le aseguro mi oración.
Mattia


Respuesta del sacerdote

Querido Mattia,
1. no fue Gregorio VII (siglo XI) quien estableció la disciplina del celibato, sino el concilio de Cartago en el año 390.
A su vez el concilio de Cartago declara que está vinculado a la tradición apostólica: «Conviene que los que están al servicio de los misterios divinos practiquen la continencia completa para que lo que enseñaron los Apóstoles y ha mantenido la antigüedad misma, lo observemos también nosotros”.

2. El Papa emérito Joseph Ratzinger vincula el celibato eclesiástico a la praxis frecuente de la eucaristía y hasta cotidiana que bien pronto se introdujo en la Iglesia (cfr. At 2, 42).
Si los sacerdotes del Antiguo Testamento estaban obligados a la abstinencia sexual cuando celebraban el culto, y esto ocurría raramente porque habían 1000 sacerdotes por cada una de las 24 clases sacerdotales y el que salía sorteado una vez no participaba más, para dar la posibilidad de que otros fueran extraídos, con mayor razón habrían de abstenerse los presbíteros del Nuevo Testamento.
“A causa de la regular celebración eucarística, y en muchos casos hasta diaria, para los sacerdotes de la Iglesia de Jesucristo la situación había cambiado radicalmente. Toda su vida estaba en contacto con el misterio divino y exige de este modo una exclusividad para Dios que excluye cualquier otro vínculo a su lado, como el matrimonio, que abraza la vida entera.
Sobre la base de la celebración diaria de la eucaristía, y sobre la base del servicio de Dios que ella implicaba, nació naturalmente la imposibilidad de un vínculo matrimonial.
Se podría decir que la abstinencia funcional se había transformado en una abstinencia ontológica.
De esta manera su motivación y su sentido habían cambiado desde adentro y en profundidad.
Hoy en cambio, enseguida se objeta que se trataría de un juicio negativo de lo corpóreo y de la sexualidad. La acusa de que a la base del celibato sacerdotal  existiría una imagen del mundo maniqueo ya se manifestaba por el siglo IV, pero fue prontamente rechazada por los padres y desde entonces por algún tiempo cesó.
Un diagnóstico de este tipo es erróneo ya solo por el hecho que, desde el principio, en la Iglesia el matrimonio estaba considerado como un don dado por Dios en el paraíso. Pero él absorbía al hombre en su totalidad y el servicio del Señor igualmente requería al hombre por entero, de modo que las dos vocaciones no parecieron realizables conjuntamente. Así, la capacidad de renunciar al matrimonio para estar totalmente a disposición del Señor se convirtió en un criterio para el ministerio sacerdotal.
Respecto a la forma concreta del celibato en la Iglesia de la antigüedad, hay que evidenciar que los sacerdotes casados podían recibir el sacramento del Orden si se comprometían en la abstinencia sexual, es decir a contraer el así llamado ‘matrimonio de San José.
Esto durante los primeros siglos parece haber sido absolutamente normal”  (R. Sarah con Joseph Ratzinger Benedetto XVI, Desde lo más hondo del corazón). (Traducido por el traductor).

3. Respondiste bien al decir que la etnia y la sexualidad hay una diferencia esencial. La sexualidad no consiste simplemente en algo de tipo morfológico o exterior como la etnia, sino que toca el núcleo íntimo de la persona.
Más allá de las motivaciones teológicas, está el hecho que Cristo eligió a los apóstoles sólo entre los varones.
Lo mismo afirmó la Iglesia desde el comienzo del presbiterado.
Por eso Juan Pablo II, en el momento que se planteó la discusión sobre extender el sacerdocio a las mujeres, afirmó:
Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia”(Ordinatio sacerdotalis, 22 maggio 1994).

4. “Como definitivo” significa que la afirmación no está sujeta a discusión. Roma locuta, causa finita (Cuando Roma ha hablado, la causa está terminada).
Luego, por el tenor de la declaración de Juan Pablo II se deduce que ésta ha sido la voluntad de Cristo.
Aunque nosotros podamos tener motivaciones plausibles para extender el sacerdocio a las mujeres,  queda el hecho que Cristo no lo hizo.
No porque hubiera quedado víctima de la cultura de su tiempo, porque él mismo es el Señor del tiempo. Pero mucho más porque en el mundo pagano había sacerdotisas.

5. Acerca de la así llamada herejía arqueologista, hay que recordar que la Sagrada Tradición, expresada a través de la predicación de los apóstoles y en los eventos de la vida de la Iglesia primitiva, es anterior al mismo Evangelio.
Es a partir de la Tradición que hemos recibido el Evangelio.

Es por eso que precisamente el Concilio Vaticano II afirmó: «Es evidente, por tanto, que la Sagrada Tradición, la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia, según el designio sapientísimo de Dios, están entrelazados y unidos de tal forma que no tiene consistencia el uno sin el otro, y que, juntos, cada uno a su modo, bajo la acción del Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de las almas» (Dei Verbum, 10).

6. Tus amigos juzgan sin tener datos certeros y según sus sentimientos, olvidando que la Iglesia es el Reino de Dios instaurado por Cristo y que nosotros no podemos echar mano en su divina constitución.
Si su constitución fuese humana, podríamos cambiarla a nuestro gusto. Pero, puesto que Cristo es Dios, su estructura está divinamente constituida.
Es nuestro deber específico respetar sus sapientísimos designios.

Te agradezco por las oraciones que me has asegurado, y te exhorto a perseverar en tu hermoso testimonio.
Deseo que disfrutes felizmente de las festividades navideñas, te bendigo y te recuerdo con gusto en la oración.
Padre Angelo