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Cuestión

Querido Padre Ángelo,

Te escribo porque tengo algunas dudas sobre las relaciones sexuales con mi mujer. Estamos felizmente casados desde hace 46 años más o menos y nuestra vida, aunque a veces un poco «peleona» con momentos también difíciles, y después de la fuerte pelea incluso pensé en separarme, pero luego todo se acomodó, y seguimos aquí casados con nietos gemelos que tuvo mi hija, que son nuestra alegría.

Voy a ir al grano: como comprenderás mi mujer está en la menopausia y por tanto nuestras relaciones sexuales están dedicadas a la satisfacción mutua ya que obviamente ya no podemos procrear. A veces, durante nuestras relaciones, nos amamos con todo el cuerpo, otras veces no, sino sólo con la relación íntima. En el pasado hemos utilizado el coitus interruptus y he confesado este tipo de coito.

Desde hace algún tiempo, mientras me confieso y hablo de las relaciones con mi mujer, el sacerdote me dice textualmente: el sacerdote debe permanecer fuera del dormitorio de la pareja. Así que me pregunto: ¿hay que confesar nuestras relaciones? ¿Son un pecado mortal y por lo tanto deben ser confesados? ¿Puede decirme qué hacer? ¿La misericordia de Dios nos absuelve?

Gracias de antemano y le saludo cordialmente.


Respuesta del sacerdote

Querido,

1. El coitus interruptus es ciertamente un pecado porque altera el plan de Dios para el amor y la sexualidad humana. Y como tal debe ser confesado.

2. Pero ahora para usted y su esposa el problema de la procreación ya no existe y por lo tanto si las relaciones entre ustedes se llevan a cabo de acuerdo con Dios (y eso es excluyendo cualquier acción que sea manifiestamente contraria a su plan de santificación) no hay necesidad de confesar nada.

3. A lo sumo, en algunos casos podría haber un exceso de concupiscencia. Y entonces en este caso podría haber un pecado venial.

4. En su caso, las relaciones íntimas sirven para reavivar la unión, la comprensión y la dedicación mutua.

5. Si, por el contrario, se trata de verdaderos desórdenes, entonces es necesaria la purificación mediante la confesión. Tal vez por eso pregunta si la misericordia de Dios lo absolverá.

6. En cuanto a la declaración de aquel sacerdote que se dice que «el sacerdote debe permanecer fuera del dormitorio de la pareja», hay que hacer distinciones. Porque la santificación de las personas pasa también por la vida afectiva. Yo diría: pasa de manera particular por la vida afectiva porque la perfección de la vida cristiana se encuentra en la caridad y ésta está en el propio modo de amar de Dios. Por eso los esposos cristianos, según su modo de ser, procuran que su afecto mutuo sea cada vez más puro y santo.Pensar que la santificación pasa por todos los demás caminos menos por éste (como tal vez insinuaría ese sacerdote) está sencillamente fuera de la lógica del Evangelio.

Te deseo todo el bien, te encomiendo al Señor y te bendigo.

Padre Ángelo