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Pregunta
Buenos días Padre,
pienso que no he entendido bien el verdadero sentido de la parábola de los talentos, del Evangelio de hoy.
Prácticamente se trata de que Dios predestinó desde el nacimiento quién tendrá más dones espirituales? Es decir a uno le da 5, a otro 2 y a otro tan solo 1?
No es esta una especie de «injusticia social»? Existe el que nace más favorecido para alcanzar el Paraíso respecto a otros? Cómo se puede establecer quién recibió 5 y quién 1?
Entre otras cosas el servidor que recibió menos, ha reconocido a su amo el hecho que sea alguien temible y exigente. Es decir, si bien Dios es misericordioso, también es temible y severo? No hay contradicción en todo esto?
Le agradezco si querrá aclararme estas dudas.
Gracias.
Leonardo
Respuesta del sacerdote
Querido Leonardo,
1. antes que nada hay que saber que el talento hebreo valía muchísimo. Entre 150.000 y 200.000 euro.
Considerando en esa época la escasa cantidad de moneda circulante, el dueño entregó a los servidores una suma enorme.
2. Además, qué representan esos talentos?
Según los Santos Padres, que son los antiguos autores espirituales, representan la palabra de Dios. Esto es porque en la parábola por dos veces se habla de dinero, y el dinero -el Evangelio fue escrito en griego- es llamado plata.
Del mismo modo también a la palabra de Dios se le llama plata: “Las promesas del Señor son sinceras como plata purificada en el crisol, depurada siete veces” (Sal 12, 7).
Por lo tanto según los Santos Padres los talentos son la palabra de Dios, que es un bien preciosísimo porque trae el Reino de Dios en el corazón de los hombres y tiene el poder de cambiar la vida y de salvar.
3. Siempre según los Santos Padres aquellos que recibieron cinco y dos talentos representan a los apóstoles y a todos aquellos que anunciaron el Evangelio. Porque después que “saborearon la Buena Palabra de Dios y las maravillas del mundo venidero” (Heb 6, 5) la difundieron por toda la tierra.
He aquí los talentos que fueron invertidos.
4. El que recibió un talento y lo escondió en un agujero, representaría al pueblo hebreo que temió que las promesas fueran repartidas entre todos los hombres.
5. El texto sagrado dice que los talentos se distribuyeron a cada uno según la capacidad. Puede parecer que haya un trato diferente, pero no es así si se tiene en cuenta que el premio es idéntico: “Entra a participar del gozo de tu Señor” (Mt 25,21).
6. Claro está que la interpretación de los Santos Padres no es exclusiva.
Por talentos se pueden entender todas las buenas cualidades que una persona hereda de la naturaleza y que recibe de la gracia.
Como quiera que sea, el premio final es idéntico para todos.
7. Por lo tanto, si bien nadie de por sí, tenga derecho a tener determinados talentos ni tampoco pueda reivindicar la entrada en el eterno gozo del Señor, el Señor no hace distinciones. Justamente como pudo constatar San Pedro cuando dijo: “Verdaderamente, comprendo que Dios no hace acepción de personas” (Hech. 10, 34).
Por lo tanto, según lo dicho y considerando que todo nos es dado gratuitamente, está fuera de lugar considerar que de alguna manera haya sido perjudicada la justicia social.
8. En fin, el amo no se reconoce como un ser duro.
Sencillamente le hace notar a su interlocutor, que justamente porque él así lo consideraba, habría tenido que actuar en consecuencia.
Le habría costado muy poco llevar el talento al banco para retirarlo con intereses aunque él no lo hubiese invertido.
9. Fuera de metáfora, llevar al banco el talento que Dios nos ha dado, significa acoger la gracia santificante porque todo cuanto se cumple en gracia de Dios es meritorio para sí mismos y al mismo tiempo es meritorio para toda la Iglesia y la humanidad.
Esconder el talento preciosísimo de la gracia significa pues, quitarse a uno mismo el bien del Paraíso y también quitar a la Iglesia tan valiosas energías.
Es por eso que el dueño le dice: “Servidor malo y perezoso”.
Con la esperanza que tú puedas ser acogido por el Señor con esta consoladora promesa: “Está bien, servidor bueno y fiel, ya que respondiste fielmente en lo poco, te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu Señor” (Mt 25, 21), te aseguro mi oración y te bendigo.
Padre Angelo