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Pregunta

Buenos días Padre Angelo,
Le escribo para pedirle  que me ilumine acerca de algunas dudas que tengo sobre como un cristiano debe vivir su vida.
Me explico mejor… Actualmente gracias y sobre todo por un  generalizado buen nivel de vida (que reconozco no me ha llegado por mis propios méritos, sino gracias a la benevolencia del Señor para conmigo y  mi familia)   tenemos muchos intereses, distracciones, placeres. Mi pregunta es pues, hasta qué punto un cristiano puede distraerse?
Hagamos un ejemplo: yo siempre he tenido  pasión por los viajes, es pecado desear ver el mundo? Tendría que estar más concentrada en la oración?
Otro ejemplo: mi madre para mi cumpleaños me regaló una costosa cartera, aclaro que no soy esclava de la moda, aunque cada tanto me gusta comprarme algo, tal vez tendría que  utilizar ese dinero para algo más útil? Pero si no hubiesen personas que compraran también objetos no indispensables, las personas que viven de ellos, ¿cómo podrían subsistir?
Intento ser una persona modesta, (tal vez con poco resultado), hago obras de caridad, rezo, leo (cuando puedo) la Biblia, o también leo cosas edificantes relacionadas con la fe, practico renuncias, salgo poco y principalmente solo con la familia para aprovechar estar con ellos, nada de cine, nada de discotecas, no le estoy comentando esto para que me felicite, ¡en absoluto! se que debo hacerlo, y que no cumplo nada extraordinario, pero es justamente por eso que siento que algo me roe dentro y me parece que no estoy haciendo lo suficiente, que no cumplo de manera adecuada a lo que he sido llamada.
Espero que unas pocas palabras suyas puedan aclararme las ideas e indicarme el camino a seguir.

Respuesta

Querida mia,
1- seguramente es un error hacer gastos inútiles con el fin de alardear frente a los demás.. Pero aceptar regalos, como el que te hizo tu madre, puede ser una obra de caridad. Se trata de aceptar un signo de cariño que honra a tu madre y a tí delante de tu prójimo.

2- Si tú misma hubieses hecho esa compra por el gusto de gastar y de ostentar, evidentemente habría algo que decir, en especial para un cristiano.
Lo que el Espíritu Santo dijo por boca de san Pedro en relación a los adornos exteriores, vale para las mujeres y chicas de todos los tiempos: “Que su elegancia no sea el adorno exterior –consistente en peinados rebuscados, alhajas de oro y vestidos lujosos–sino la actitud interior del corazón, el adorno incorruptible de un espíritu dulce y sereno. Esto le vale a los ojos de Dios. Así se adornaban en otro tiempo las santas mujeres que tenían su esperanza puesta en Dios” (1 Pd 3,3-5).

3- Por lo que me parece -según escribes- estás alineada a lo que dice la Sagrada Escritura.
A través de las buenas lecturas y la práctica de la caridad que traduces con gestos de renuncia a diferentes cosas y a estar con tus padres tratas de vivir la unión con el Señor y así dejarte transformar por Él.

4- Entiendo, sin embargo esa sensación de insatisfacción que adviertes. Si sigues progresando en la vida espiritual puede que lo adviertas de manera aún más fuerte. Qué hacer entonces?
No se trata de agregar alguna otra cosa, también porque en ocasiones se entiende bien, que no es materialmente posible ir más allá de ciertos límites, por lo que hay que poner un freno.
Pero este freno es providencial, pues nos dice que no siendo posible explayarse más con ciertas prácticas, debemos intentar hacerlas con mayor intensidad, esto es con mayor amor. 

5- Es más, para que no nos quedemos con una vaga sensación, podemos aprender de María comenzando por el sí que pronunció en el momento de la encarnación.
Ese sí, dice Santo Tomás, lo pronunció loco totius Ecclesiae, lo dijo en nombre de toda la Iglesia.
Haz tú también lo mismo: en practicar la oración, en el ejercicio de la caridad amplía siempre más tus intenciones: hazlas todas en  loco totius Ecclesiae, en lugar de toda la Iglesia,

6- Algunas veces puedes ser más específica en tu ofrenda: para la conversión de los pecadores, por los agonizantes, por los jóvenes, por los llamados a la vida  consagrada.
Para que no te quedes sola viviendo todo esto, pide a María que te ayude regalándote su corazón de modo que tú puedas hacer todo haciéndolo pasar a través de su Corazón que tiene la capacidad de elevar a la máxima intensidad posible tus actos de amor.
El Señor desde la cruz nos la dio por Madre justamente para enseñarnos a amar con Su Corazón.

Sigue adelante de este modo, haciendo todo junto a María.
Te recuerdo al Señor y te bendigo.
Padre Angelo