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Querido Padre Angelo,
deseo someter a su atención un asunto por el que he recibido respuestas aparentemente contrastantes.
¿Es correcto decir que los evangelistas “retrataron a Jesús”? o es mejor decir ¿“escribieron acerca de Jesús”? Yo optaría por la segunda proposición, ya que si bien es cierto que los Evangelios son palabra de Dios, no se trata de la presencia real (de hecho veneramos la Palabra de Dios, pero no la adoramos, como hacemos con la Eucaristía, es más sabemos que no podemos interpretar el “Logos” del evangelio de Juan como “discurso”, sino que hay que interpretarlo como “acción”).
Pero el CIC en el número 103 dice: “Por esta razón, la Iglesia ha venerado siempre las divinas Escrituras como venera también el Cuerpo del Señor. No cesa de presentar a los fieles el Pan de vida que se distribuye en la mesa de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo”.
La explicación que me doy es que si nosotros veneramos la Palabra como (análogamente) hacemos con el Cuerpo mismo del Señor, no podemos decir que la Palabra sea Dios, ni que sea su real presencia, ni podemos adorarla.
¿Es correcto esto? ¿Hay algo más que agregar respecto a esta relación entre la Palabra y su presencia?
Gracias.
Francesco
Respuesta del sacerdote
Querido Francisco,
1. es verdad que la Iglesia venera las divinas Escrituras de igual modo que venera el cuerpo de Cristo.
Las Sagradas Escrituras son de hecho Palabra de Dios. En las Escrituras es Dios quien nos habla. Por medio ellas nos comunica su vida, sus sentimientos y sus enseñanzas.
Esta expresión deriva del Concilio Vaticano II, de la constitución dogmática Dei Verbum n. 21, acerca de la revelación divina.
2. Durante las discusiones conciliares algunos padres expresaron el temor que el fuerte paralelismo existente entre la palabra de Dios y la eucaristía, acabara por reducir a la Eucaristía cual mero símbolo (cfr. A. Grillmeier, en La Révélation Divine, tome II, p. 439).
En cambio el concilio quiso resaltar la estrechísima relación entre la Palabra y la Eucaristía.
La Sagrada Escritura y la Eucaristía son el único pan de vida que se comunica a los hombres. El capítulo sexto del Evangelio según San Juan lo marca de manera muy fuerte.
3. Por eso el concilio quiso darle la justa relevancia a la Palabra de Dios en la celebración eucarística.
¿Qué es de hecho la Eucaristía? Es la palabra de Dios que anuncia la salvación (la pasión y muerte de Jesús) llevada a su cumplimiento porque es alimento para el alma no solamente a través de la escucha, sino porque hace presente en el altar a Jesucristo mismo con su pasión y muerte. La finalidad de ello es brindarse a los hombres para transformarlos en sí mismo, en el acto más sublime de caridad y convertirlos en una sola cosa en él.
4. Aquí se ve la íntima relación entre la palabra y el sacramento. Palabra y Sacramento se reflejan en su más íntima constitución. Se incluyen recíprocamente.
El Sacramento se vería como vaciado si no estuviese acompañado por la palabra que lo nutre y fortalece.
La misma adoración eucarística como acto de culto no puede separarse de la Palabra porque la vida de Jesús expuesta en los Evangelios está plenamente presente y operativa en la Eucaristía.
Lo que el concilio dijo acerca de la Eucaristía en relación a los sacramentos, es decir que la Eucaristía es el ápice, el punto de llegada de la celebración de todos los sacramentos, vale también para la palabra de Dios que antiguamente se llamaba también Sacramentum Verbi, el sacramento de la Palabra. De hecho, si bien no sea uno de los siete sacramentos, no significa que solamente se trata de algo sagrado, sino que comunica a quien la acoge con ánimo abierto y puro la vida de Dios.
5. Por eso, sí que estaba motivada la preocupación de algunos padres conciliares.
Sin embargo, este peligro se evitó, recordando por un lado la estrecha relación entre la Palabra y la Eucaristía y por el otro diciendo que la Eucaristía es el ápice de todos los sacramentos, es el punto de llegada del anuncio de la palabra de Dios.
6. Respondiendo específicamente a tu pregunta final sobre si es mejor decir que las Escrituras escribieron “retratando a Jesús” o bien “escribieron acerca de Jesús” hay que observar que el mismo Jesús solucionó el problema cuando dijo: “Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque él ha escrito acerca de mí” (Jn 5, 46).
No dijo: “hizo un retrato de mí”, sino “escribió acerca de mí”.
Y con esto se sobreentiende que la Escrituras están orientadas hacia Él, que encontramos en la Eucaristía, sacramento que nos transforma en él.
7. Correctamente haces notar que cuando la Iglesia dice que venera las Escrituras como el mismo cuerpo del Señor, no dice que la Iglesia adora las divinas Escrituras de la misma manera con que adora el cuerpo de Cristo, porque en la palabra del Señor que “es viva y eficaz” (Heb 4, 12) y “que tiene poder para construir el edificio y darles la parte de la herencia que les corresponde, con todos los que han sido santificados” (Hech 20, 32) nos es comunicada una virtud de Cristo, mientras que en la Eucaristía está verdaderamente presente, y no sólo como símbolo el mismo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor.
Te agradezco por la pregunta, te bendigo y te recuerdo no simplemente en la lectura de la palabra de Dios, sino también en la oración y en la celebración de la Misa.
Padre Angelo