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Pronto se acercan las festividades cristianas de la Víspera y de las Navidades. Mis parientes consanguíneos y los de mi mujer no son cristianos y viven como creen… Digo así para no entrar en los detalles del pecado, donde además de eso se celebra el plato en el que se come. Yo soy cristiano practicante y estoy pensando en rechazar estas invitaciones paganas. Jesús ha dicho: quien no deja padre, madre, hijo, etc. no es digno de entrar en mi Reino. Me aclare, ¿me estoy equivocando? Qué dice la Iglesia.

Le doy las gracias.

Que el Señor le bendiga.

Andrea


Respuesta del sacerdote

Querido Andrea

Sí. Tú estás llamado a decir que en Navidad celebras al Señor y no el plato en el que comes.

Puedes añadir que te preparas para acoger al que viene «lleno de gracia y verdad» (JN 1,14; Reina-Valera 1960). 

Por razones de cortesía y para no ofender a los tuyos en sus afectos podrás presentarte, ¡pero si luego la fiesta termina así puedes decir que te ausentas para prepararte para las Navidades!

2. Permíteme añadir una consideración: no creen en Dios y se sienten inteligentes, pero mira cómo terminan: a celebrar el plato en el que comen. 

¿Pero no es eso perder la cabeza? 

¡Es paganismo puro!

3. Mira qué puntuales son las palabras de San Pablo en la Carta a los Romanos: «porque lo que de Dios se conoce es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles» (ROM 1, 19-23; Reina-Valera 1960). ¡En tu caso no celebran la imagen de hombre o animales, sino un plato!

4. Escribes: «Mis parientes consanguíneos y los de mi mujer no son cristianos y viven como creen». Claro, viven como creen. Vale para ellos también lo que Dios dice por boca de Pablo: «Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén» (ROM 1,24-25; Reina-Valera 1960). Omito el resto de lo que se lee en aquel mismo paso de la carta a los Romanos, pero no raramente también se llega a eso.

5. Aquí no se trata de no querer al padre, a la madre, a los hermanos y a las hermanas. Porque tú los quieres, ruegas y sufres por ellos. Estoy seguro de que en la comunión de Navidad tus seres queridos van a estar muy presentes. ¡Se trata en cambio de no intercambiar la gloria del incorruptible Dios con la de un plato!

6. Espero que antes de aparecer ante el tribunal de Cristo puedan acoger la gracia de la conversión. 

Porque sería muy triste si tuvieran que ver lo que han hecho durante muchos años en aquel día y no solo en aquel día: en lugar de acoger a Jesucristo, lleno de gracia y verdad,  prefirieron celebrar el plato o algo más.

Estoy seguro de que tú ruegas por ellos. A tu oración sumo felizmente la mía con todo el corazón. 

Te bendigo y te deseo todo el bien.

Padre Angelo